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Jurado nº2 Jurado nº2

Jurado nº2

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José Baldó

La juventud no es cuestión de edad. Si no me creen, echen un vistazo a lo último de Clint Eastwood. Por increíble que pueda parecernos al resto de los mortales, el realizador americano ha cumplido 94 años dirigiendo la película número 40 de su carrera. Y para un servidor, que todavía no llega al medio siglo de vida, el veredicto no podría ser más claro: Jurado nº2 es una obra maestra.

Eastwood, el último clásico

Desde que tengo uso de razón, mi memoria cinéfila está ligada a la obra de Clint Eastwood, tanto en su faceta de actor “revientataquillas” —más importante de lo que se ha reconocido— como en su prodigioso trabajo tras las cámaras. De la inmortal “trilogía del dólar” a la saga de Harry el sucio, pasando por títulos como Escalofrío en la noche, El fuera de la ley, Los puentes de Madison, Mystic River y, por supuesto, las oscarizadas Sin perdón y Million Dollar Baby.

Ahora, tras su discreto paso por las salas de cine, Jurado nº2 llega a MAX para sumar un nuevo triunfo a la carrera de su director. Un emocionante drama judicial firmado bajo el influjo de los grandes clásicos, con sencillez y oficio. Una muestra de cine sincero donde la mano de su director se hace invisible y queda el latido del pulso firme heredado de maestros como John Ford y Fritz Lang.

La tiranía de los hombres buenos

Justin Kemp (Nicholas Hoult) es un joven al que la vida le ha dado una segunda oportunidad: tras superar su adicción al alcohol, ha logrado crear una familia y aguarda ilusionado la llegada de su primer hijo. Cuando es convocado para formar parte del jurado en un caso por asesinato, se da cuenta de qué él podría estar relacionado directamente con la muerte de la víctima. A partir de ese instante, Kemp se enfrenta al dilema de confesar la verdad —un atropello accidental en mitad de una noche lluviosa— o, por el contrario, dejar que el novio de la fallecida cumpla condena por un crimen que no cometió. El miedo a perder todo lo que ha construido le obligará a guardar silencio, pero, al mismo tiempo, luchará por defender un veredicto de no culpabilidad frente al resto de miembros del jurado. En el otro lado se encuentra Faith Killebrew (Toni Collette), una ambiciosa fiscal con aspiraciones políticas que necesita un juicio rápido para dar un empujón a su carrera.

Jurado nº2 puede leerse como un homenaje a la inmortal Doce hombres sin piedad con un tratamiento del procedimiento judicial cercano al de las novelas de John Grisham. El personaje al que da vida Nicholas Hoult se distancia de Henry Fonda en su visión de la justicia. Por supuesto, él no desea que un inocente vaya a la cárcel, pero tampoco quiere echar por la borda todo aquello por lo que ha luchado. Es lícito sentir miedo a las consecuencias y todos tenemos una brújula moral que guía nuestros actos; en ese sentido, la película plantea un interesante debate que apunta directamente a la conciencia del espectador.

Eastwood abre la cinta con un grabado de Temis, diosa griega de la justicia, y a continuación, muestra la imagen de la esposa de Kemp con los ojos vendados. Dos horas más tarde, el film se despide dejando que las vendas caigan y la verdad sea revelada. Por el camino, el director juega con el significado de los nombres de los personajes: Justin podría remitir a justicia, mientras que Faith es la traducción directa de Fe, dos conceptos que no siempre van de la mano.

Mucho se ha dicho sobre la posibilidad de que Jurado nº2 sea la última película en la carrera de Clint Eastwood. Si esto es así, no se me ocurre un testamento mejor para un cineasta que ha demostrado tener vocación de eternidad.