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El rey del ‘true crime’ El rey del ‘true crime’

El rey del ‘true crime’

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José Baldó
La pasada semana, la editorial Anagrama cancelaba definitivamente la publicación de El odio, el libro de Luisgé Martin sobre José Bretón. El escritor pretendía marcarse un Truman Capote y ha acabado arrollado por el veredicto de las conciencias: la suya propia —que no ha salido demasiado bien parada— y la del grueso de la opinión pública. En medio de este debate, surgen voces que cuestionan la legitimidad de un género que causa furor entre el gran público, el true crime. Novelas, series de televisión, programas de radio y podcasts, la crónica de sucesos siempre ha sido uno de los productos estrella en la industria del entretenimiento. La información objetiva y el análisis de los hechos, pero también el morbo, la exploración del mal y la exhibición de las víctimas; las múltiples caras de la moneda enfrentadas a las complejidades e incoherencias del alma humana. A estas alturas, no merece la pena echar más leña a la pira funeraria de Luisgé Martín. El linchamiento, la cancelación y la censura son compañeras de viaje inadmisibles, pero sospecho —en un alarde de temeridad, sin haber leído una sola página de El odio— que el libro se había convertido en un arma empuñada por el asesino para seguir castigando a su exmujer.

Abrumado por la polémica y el debate, recurro al dealer que nunca falla, el hombre que más y mejor trabaja el true crime en nuestro país, Carles Porta. Concienzudo, metódico y siempre respetuoso con las víctimas de las historias que presenta, el periodista catalán ha sabido ganarse el favor de los aficionados al género con una excepcional combinación de realismo, rigor y sentido del espectáculo.

Su último éxito es la miniserie documental La caza del solitario, disponible en Movistar Plus+. La extraordinaria recreación de la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil y la Policía Nacional para lograr la detención de uno de los atracadores más prolíficos y peligrosos de nuestra crónica negra reciente.

Un absorbente thriller policial


Entre 1993 y 2007, un atracador de bancos apodado con el sobrenombre de El solitario mantuvo en jaque a las fuerzas de seguridad españolas. Oculto tras un rudimentario disfraz —una barba y una peluca postizas—, el criminal desbalijó más de treinta sucursales bancarias y acabó con la vida de dos guardias civiles. La serie nos hace partícipes del esfuerzo de los investigadores por dar con la identidad y el paradero del misterioso personaje a través del testimonio directo de sus protagonistas.

La acción arranca en 2004, en Castejón (Navarra). La aparición de un coche patrulla de la benemérita con dos agentes muertos en su interior es el punto de partida de la narración. El análisis de las pruebas determina que las balas encontradas en el lugar del crimen coinciden con las empleadas por un delincuente que lleva más de 10 años sembrando el caos por todo el país. A partir de ese instante, la miniserie avanza a ritmo de thriller, con numerosos giros de guion y una sofisticada puesta en escena que hacen que el espectador no pueda apartar la vista de la pantalla. Hay lugar para el asombro y también para la emoción: destacan las intervenciones del guardia Jesús Mesa, amigo de la infancia de uno de los agentes asesinados y miembro de la UCO durante la investigación de los crímenes. Sus palabras resuenan amortiguadas por el dolor y somos testigos del nudo que oprime su garganta al recordar a su compañero.

Carles Porta acierta allí donde Luisgé Martín mordía el polvo. Por supuesto, la serie ha contado con la participación de El solitario e, incluso, recoge su propia voz (“no soy un atracador, soy un expoliador de bancos”), pero jamás pierde de vista quiénes son las víctimas del relato. El creador de la popular Crims en TV3 demuestra que, hoy por hoy, sigue siendo el mejor en lo suyo. El rey del true crime.