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José Baldó
Mi fascinación por Irlanda viene de lejos. Tenía ocho años cuando descubrí por televisión El hombre tranquilo, la obra maestra de John Ford, y quedé prendado por la magia atemporal de Innisfree.

Escribía Luis Landero en su personalísimo volumen Entre líneas: el cuento o la vida, que la primera vez que leyó Madame Bovary llegó a percibir un aroma a vainilla y limón que impregnaba la estancia en que moría la protagonista. Curiosamente, un detalle que Flaubert no recogía en su obra y que Landero incorporaba al relato a partir una vivencia personal. Siendo adolescente, el escritor extremeño había leído a hurtadillas La dama de las camelias, un libro que su madre escondía en la alacena junto a los útiles de repostería. Su olor dulzón saltó de las páginas de la obra de Dumas a la historia protagonizada por Emma Bovary, creando una confusión ligada a un recuerdo sensorial. En mi caso —más prosaico—, El hombre tranquilo y su canto a la vida huelen a chocolate caliente y a pan tostado, la merienda con la que mi abuela me enseñó a combatir las gélidas tardes de invierno.

Ahora, regreso de nuevo a Irlanda aprovechando uno de los últimos estrenos de Netflix. Bodkin es, además del título de la serie, el nombre de una aldea ficticia que nada tiene que ver con aquel luminoso Innisfree en el que John Wayne y Maureen O’Hara se declararon amor eterno. La desaparición de tres personas 20 años atrás, durante la festividad de Samhain (el Halloween gaélico), es  el misterio que lleva a unos periodistas a desplazarse hasta ese idílico paraje para grabar un podcast. Pronto la curiosidad de los recién llegados despierta el recelo de una comunidad que no está dispuesta a que sus secretos salgan a la luz. Lo pintoresco se mezcla con lo extraño y las pistas falsas desvían al espectador de la trama principal; lo que, en un principio, parecía un ejercicio de periodismo de investigación destapa una compleja red de intereses llena de peligros.

Gilbert Power (Will Forte) es el líder del trío protagonista, un tipo amable y cercano capaz de ganarse la confianza de la gente para obtener información. Tras haber publicado las intimidades de su matrimonio -incluida la enfermedad de su esposa- en un podcast, Gilbert busca repetir el éxito en el campo del true crime. Para ello, contará con la ayuda de Emmy (Robyn Cara) una joven investigadora obsesionada con complacer a sus compañeros, y Dove (Siobhán Cullen), una periodista tenaz y decidida que no atraviesa su mejor momento profesional, acosada por un escándalo que amenaza con llevarla a la cárcel. A su alrededor se despliega un plantel de personajes estrafalarios que incluyen a un chófer irresponsable metido en negocios turbios, hippies violentos, miembros de la mafia irlandesa e, incluso, unas excéntricas monjas aficionadas al yoga.

Producida por Barack y Michelle Obama, la serie recoge el testigo de la exitosa Solo asesinatos en el edificio. Al igual que la ficción protagonizada por Steve Martin, Selena Gómez y Martin Short, Bodkin mezcla humor y misterio para retratar el mundo de los podcasters aficionados a los crímenes reales.

En el segundo capítulo, un personaje confiesa al protagonista que la espera es la razón por la que Guinness es la bebida más popular de Irlanda. Una cerveza que exige de una liturgia, que necesita reposar unos minutos para obtener su característica intensidad y su espuma de marfil. La misma paciencia que Bodkin exige al espectador. Su ritmo pausado hará que muchos espectadores la abandonen tras la primera media hora. Les invito a mantener la calma, la recompensa es tan deliciosa como una pinta de cerveza negra y, al finalizar la serie, se despedirán de Bodkin con una sonrisa en los labios.
No es un nuevo Innisfree, pero el viaje merece la pena.