

Leer a Kenneth Anger es siempre un ejercicio liberador. El cineasta underground, escritor y experto en ocultismo, es autor de uno de los libros más famosos —y también crueles— que se han escrito sobre la meca del cine. Hollywood Babilonia es un recopilatorio de sucesos y anécdotas relacionados con el mundo de las estrellas del celuloide. Infidelidades, orgías, crímenes, drogas, alcohol o prostitución son algunos de los escándalos que salpican a lo largo de sus páginas a actores, actrices e incluso directivos de los grandes estudios..
Una línea desmitificadora del viejo Hollywood que han seguido en literatura autores como James Ellroy —su última novela, Los seductores, propone una polémica visión sobre la muerte de Marilyn Monroe— y en la gran pantalla, películas como Babylon que, además de la coincidencia con Anger en el título, refleja la perversión y el descontrol de la fábrica de los sueños durante los años veinte.
The Studio, la nueva serie de Apple TV, es mucho más amable en las formas pero igualmente letal en su disparo a la realidad de Hollywood. Ambientada en la actualidad, Matt Remick es un ejecutivo de un importante estudio cinematográfico que recibe el encargo de dirigir la compañía. Una manzana envenenada para un idealista que cree que “las películas de prestigio y los megataquillazos no tienen por qué ser excluyentes”.
Seth Rogen interpreta a Remick, un enamorado del cine que está a punto de ser devorado por una industria a la que sólo le interesa el dinero. Su jefe, el CEO de Continental Studios al que da vida Bryan Cranston —el mismísimo Walter White de Breaking Bad— es un cretino obsesionado con crear una franquicia de películas a partir de un popular refresco. El signo de los tiempos: carteleras repletas de secuelas, superhéroes, cintas basadas en videojuegos e, incluso, juguetes. La referencia a Barbie no es casual, una idea que parecía condenada al fracaso consigue triunfar gracias a la conjunción de un reparto en estado de gracia —Margot Robbie y Ryan Gosling—, un guion inteligente y una directora con talento como Greta Gerwig.
The Studio nace a partir de las experiencias personales de sus creadores, Evan Goldberg y el propio actor Seth Rogen. Ambos llevan trabajando juntos desde hace más de dos décadas y suyos son los créditos de comedias disparatadas e irreverentes como The Interview o Juerga hasta el fin. Aquí proponen una sátira sobre la locura que se desarrolla en los despachos de Hollywood: ejecutivos sometidos a la presión de lograr un éxito de taquilla, jefas de marketing que recurren al baile de moda en TikTok para vender una película y todo ello bajo el mecenazgo de un estudio que, según el protagonista, parece un templo del cine, pero es una tumba.
Hace tan sólo unas semanas hablábamos de Adolescencia, la serie de moda en Netflix, y destacábamos su magnífica puesta en escena. The Studio es otro prodigio que recurre al plano secuencia para trasladar al espectador el estrés y la locura que supone acompañar a Remick y los suyos en su día a día. Estamos ante una relectura de El juego de Hollywood, la mítica película de Robert Altman protagonizada por Tim Robbins, puesta de speed hasta las trancas. Excesiva, grotesca e hilarante. Al igual que ocurría en el film de Altman, la sucesión de cameos de estrellas con ganas de reírse de sí mismos resulta apabullante. No en vano, la escena, la imagen, el instante para la eternidad está protagonizado por el director Martin Scorsese que llora desconsolado en brazos de la actriz Charlize Theron.
Con The Studio, Rogen y Goldberg se pasan el juego y nos devuelven la esperanza. Parece que en Hollywood todavía hay lugar para la magia.
Una línea desmitificadora del viejo Hollywood que han seguido en literatura autores como James Ellroy —su última novela, Los seductores, propone una polémica visión sobre la muerte de Marilyn Monroe— y en la gran pantalla, películas como Babylon que, además de la coincidencia con Anger en el título, refleja la perversión y el descontrol de la fábrica de los sueños durante los años veinte.
The Studio, la nueva serie de Apple TV, es mucho más amable en las formas pero igualmente letal en su disparo a la realidad de Hollywood. Ambientada en la actualidad, Matt Remick es un ejecutivo de un importante estudio cinematográfico que recibe el encargo de dirigir la compañía. Una manzana envenenada para un idealista que cree que “las películas de prestigio y los megataquillazos no tienen por qué ser excluyentes”.
El juego de Hollywood
Seth Rogen interpreta a Remick, un enamorado del cine que está a punto de ser devorado por una industria a la que sólo le interesa el dinero. Su jefe, el CEO de Continental Studios al que da vida Bryan Cranston —el mismísimo Walter White de Breaking Bad— es un cretino obsesionado con crear una franquicia de películas a partir de un popular refresco. El signo de los tiempos: carteleras repletas de secuelas, superhéroes, cintas basadas en videojuegos e, incluso, juguetes. La referencia a Barbie no es casual, una idea que parecía condenada al fracaso consigue triunfar gracias a la conjunción de un reparto en estado de gracia —Margot Robbie y Ryan Gosling—, un guion inteligente y una directora con talento como Greta Gerwig.
The Studio nace a partir de las experiencias personales de sus creadores, Evan Goldberg y el propio actor Seth Rogen. Ambos llevan trabajando juntos desde hace más de dos décadas y suyos son los créditos de comedias disparatadas e irreverentes como The Interview o Juerga hasta el fin. Aquí proponen una sátira sobre la locura que se desarrolla en los despachos de Hollywood: ejecutivos sometidos a la presión de lograr un éxito de taquilla, jefas de marketing que recurren al baile de moda en TikTok para vender una película y todo ello bajo el mecenazgo de un estudio que, según el protagonista, parece un templo del cine, pero es una tumba.
Hace tan sólo unas semanas hablábamos de Adolescencia, la serie de moda en Netflix, y destacábamos su magnífica puesta en escena. The Studio es otro prodigio que recurre al plano secuencia para trasladar al espectador el estrés y la locura que supone acompañar a Remick y los suyos en su día a día. Estamos ante una relectura de El juego de Hollywood, la mítica película de Robert Altman protagonizada por Tim Robbins, puesta de speed hasta las trancas. Excesiva, grotesca e hilarante. Al igual que ocurría en el film de Altman, la sucesión de cameos de estrellas con ganas de reírse de sí mismos resulta apabullante. No en vano, la escena, la imagen, el instante para la eternidad está protagonizado por el director Martin Scorsese que llora desconsolado en brazos de la actriz Charlize Theron.
Con The Studio, Rogen y Goldberg se pasan el juego y nos devuelven la esperanza. Parece que en Hollywood todavía hay lugar para la magia.