Síguenos
Necesito un exorcista Necesito un exorcista
banner click 236 banner 236
Isabel Marco
Hace ya algún tiempo que he aprendido a observar algunos de mis comportamientos o reacciones desde la distancia. Intento alejarme de mí misma y analizar lo que he hecho como si hubiera sido otra persona la que lo ha llevado a cabo. De esta manera puedo comprobar y aprender, o rectificar para la próxima vez que me vea en una situación similar.

Es cierto que, a veces, cuando las cosas no salen como espero, ésta no es una buena estrategia porque me castigo a mí misma pensando en lo que podría haber hecho, en el porqué de mis errores, en que cómo he podido fallar si son situaciones que controlo perfectamente. Hay veces que sé qué es lo que tengo que hacer y no lo hago, hay algo dentro de mí que me impide hacerlo bien y va directamente al fallo. No sé porqué hago esto, pero después me siento fatal conmigo misma, con una culpabilidad infinita y con una autoestima por lo suelos. Antes no me daba cuenta, pero después de varias situaciones en las que me he sentido así, después de analizarme y no encontrar ningún culpable, ni siquiera la mala suerte, he llegado a la conclusión de que yo misma me boicoteo.

Resulta que conmigo vive otro yo vestido de demonio que me hace la vida imposible, que me dice que no puedo, que no me va a salir bien, a veces incluso me dice que no lo haga bien porque puede ofender a las demás personas que me ven.

En realidad estos comportamientos que a priori me perjudican, están intentando protegerme de algo, es decir, no hago determinada cosa para no fracasar o para evitar que los demás me miren diferente, tengan envidia y les caiga mal, o porque creo que es lo que se espera de mí. Otras veces, cuando tengo que hacer algo en un entorno en el que me siento observada, presupongo lo que más miedo me da, me considero indigna de mis aspiraciones y fallo. Pero todos estos pensamientos no son reales, son creencias irracionales que me limitan. A veces no soy consciente, pero desde que analizo esas situaciones en las que he fallado, los veo. Ahora lo que quiero es expulsarlos de mí.

Desde ya mismo, antes de cualquier tarea importante, voy a empezar a definir el porqué lo hago, porque voy a desarrollar esa tarea o ese trabajo y siempre poniendo por delante mis valores, no los de las personas que me rodean; si son objetivos que solo afectan a mi vida, a mi trabajo, ¿para qué voy a pensar en lo que esperan de ese trabajo las demás personas? No voy a anticipar, que piensen lo que quieran, tengo que estar contenta con mis resultados.

También este artículo me va a servir para reforzar mi diálogo interno, de esta manera ya tengo en la cabeza varias de esas creencias irracionales que suelen aparecer en mi cabeza en los momentos clave de la vida y que me hacen meter la pata aunque yo esté muy preparada y no las voy a dejar pasar.

Mi cabeza ya está lista para cambiar todos los condicionales de lo que debería hacer para no autoboicotearme por deseos reales, por necesidades y así comprometerme conmigo misma. Ahora tengo que estar atenta a ese demonio que me va a estar diciendo que eso no lo voy a poder hacer o que los demás esperan que sea así, que me dice que sería raro mostrarme como una persona con una seguridad abrumadora cuando nunca lo he sido. Pero creo que ha llegado el momento de permitirme ser todo lo que puedo ser, de mostrar al mundo todo lo que puedo hacer.

Ahora llega la otra cara de la moneda, soy capaz de hacerlo bien, soy capaz de alcanzar mis metas; pero no debo ponerme objetivos inalcanzables o flagelarme si en algún momento me equivoco porque también tengo que permitirme equivocarme. Sobretodo tengo que dejar de escuchar esos mensajes del demonio. Creo que necesito un exorcista.