

Dashiell Hammett tuvo muchos empleos antes de convertirse en escritor. Fue agente de bolsa, maquinista ferroviario, investigador en la mítica agencia Pinkerton e, incluso, guionista en el Hollywood clásico, pero ha pasado a la historia por ser el gran padre del noir. Le bastaron 5 novelas y 65 relatos cortos para asentar las bases del hard boiled y crear el arquetipo del detective privado que ha llegado hasta nuestros días. En palabras de Raymond Chandler, otra de las vacas sagradas del género, Hammett “sacó el asesinato del jarrón veneciano y lo arrojó a las calles”. Pervirtió los misterios de salón de té ingleses, apartó a un lado a los cerebrales Sherlock Holmes y Poirot, y transformó la narrativa policíaca llevándola a un terreno más crudo y realista.
De todos sus héroes literarios, Sam Spade fue el más popular. Protagonista de El halcón maltés, el personaje se hizo legendario gracias a la adaptación cinematográfica que John Huston y Humphrey Bogart filmaron de la novela en 1941. El actor quedaría ligado para siempre a la figura del detective duro y cínico, y su rostro se convertiría en el símbolo del cine negro.
84 años después de la obra maestra de Huston, llega a Filmin Monsieur Spade. Una miniserie que ofrece una reinvención del icónico investigador, interpretado esta vez por el actor británico Clive Owen.
Ocho años más tarde, Spade es un viudo que vive retirado en la mansión que le legó su difunta esposa y llena su tiempo paseando por el pueblo y nadando desnudo en su piscina. Ya no estamos ante el rudo investigador que viste sombrero y gabardina; aquí vemos a un tipo al que la edad no perdona, que acude al médico, se somete a exámenes de próstata e intenta dejar de fumar. No obstante, su tranquila existencia se ve amenazada cuando seis monjas aparecen brutalmente asesinadas en el convento del pueblo. El crimen coincide con el regreso a la localidad de un viejo adversario de Spade y con la aparición de un niño autista con habilidades especiales. Todo ello hará que el protagonista desempolve su instinto de sabueso y vuelva a la acción una vez más.
Estamos ante una aventura inédita del detective creado por Hammett. En lugar de adaptar alguno de los relatos protagonizados por Spade, los responsables de la serie, Scott Frank (que también dirige los 6 episodios) y Tom Fontana, optan por filmar un pastiche centrado en el ocaso del héroe. Hay toques de humor en esa desacralización del original hammettiano -cada vez que intenta chapurrear en francés o cuando despotrica contra la absurda idea de mandar hombres a la luna- y también algún guiño a sus anteriores casos -Teresa es la hija de Brigid O’Shaughnessy, la femme fatale que aparecía en El halcón maltés-. La modernización del personaje pasa por convertirlo en una versión menos agresiva que la interpretada por Bogart y más acorde con la época descafeinada en que vivimos. El colmo del blanqueamiento es ver al Spade de Clive Owen sin arma y compartiendo tertulia amistosa con una monja.
Con todo, Monsieur Spade tiene las suficientes agallas para satisfacer a cualquier amante del cine negro y nos recuerda que el tiempo pasa para todos, incluso para los tipos más duros. Que cunda el ejemplo de Sam: tal vez vaya siendo hora de revisar nuestra próstata.
De todos sus héroes literarios, Sam Spade fue el más popular. Protagonista de El halcón maltés, el personaje se hizo legendario gracias a la adaptación cinematográfica que John Huston y Humphrey Bogart filmaron de la novela en 1941. El actor quedaría ligado para siempre a la figura del detective duro y cínico, y su rostro se convertiría en el símbolo del cine negro.
84 años después de la obra maestra de Huston, llega a Filmin Monsieur Spade. Una miniserie que ofrece una reinvención del icónico investigador, interpretado esta vez por el actor británico Clive Owen.
El crepúsculo de un mito
Estamos en 1955 y el escenario habitual de las novelas de Hammett ha cambiado. Spade se ha desplazado de San Francisco hasta una pequeña localidad del sur de Francia para acompañar a una niña llamada Teresa a reencontrarse con su padre. Sin embargo, lo que empieza como un simple viaje por negocios se convierte en algo distinto cuando el detective conoce a una mujer rica y elegante de la que se enamora perdidamente.Ocho años más tarde, Spade es un viudo que vive retirado en la mansión que le legó su difunta esposa y llena su tiempo paseando por el pueblo y nadando desnudo en su piscina. Ya no estamos ante el rudo investigador que viste sombrero y gabardina; aquí vemos a un tipo al que la edad no perdona, que acude al médico, se somete a exámenes de próstata e intenta dejar de fumar. No obstante, su tranquila existencia se ve amenazada cuando seis monjas aparecen brutalmente asesinadas en el convento del pueblo. El crimen coincide con el regreso a la localidad de un viejo adversario de Spade y con la aparición de un niño autista con habilidades especiales. Todo ello hará que el protagonista desempolve su instinto de sabueso y vuelva a la acción una vez más.
Estamos ante una aventura inédita del detective creado por Hammett. En lugar de adaptar alguno de los relatos protagonizados por Spade, los responsables de la serie, Scott Frank (que también dirige los 6 episodios) y Tom Fontana, optan por filmar un pastiche centrado en el ocaso del héroe. Hay toques de humor en esa desacralización del original hammettiano -cada vez que intenta chapurrear en francés o cuando despotrica contra la absurda idea de mandar hombres a la luna- y también algún guiño a sus anteriores casos -Teresa es la hija de Brigid O’Shaughnessy, la femme fatale que aparecía en El halcón maltés-. La modernización del personaje pasa por convertirlo en una versión menos agresiva que la interpretada por Bogart y más acorde con la época descafeinada en que vivimos. El colmo del blanqueamiento es ver al Spade de Clive Owen sin arma y compartiendo tertulia amistosa con una monja.
Con todo, Monsieur Spade tiene las suficientes agallas para satisfacer a cualquier amante del cine negro y nos recuerda que el tiempo pasa para todos, incluso para los tipos más duros. Que cunda el ejemplo de Sam: tal vez vaya siendo hora de revisar nuestra próstata.