

Si pudiéramos elegir, todos querríamos despedirnos de este mundo con una frase ingeniosa o una cita para la eternidad. Durante mucho tiempo, se dijo que las últimas palabras del célebre compositor Beethoven fueron “Aplaudid, amigos míos, la comedia ha terminado”. Por desgracia, la realidad fue menos poética y más trágica. El músico alemán, sentenciado por la cirrosis, recibió el regalo de 12 botellas de vino estando en su lecho de muerte. “Lástima, demasiado tarde” fue su lamento final.
¡Qué importante es llegar a tiempo a los sitios! Gracias a las recomendaciones vertidas en las redes sociales, me evito el disgusto de dejar pasar una serie de televisión que cuenta con todos los ingredientes para caer rendido a sus pies. Humor, intriga, un punto de partida ingenioso y un protagonista de los que merecen un club de fans. Ludwig —la referencia a Beethoven no era un capricho personal— es la última genialidad de la BBC que conjuga el espíritu de los grandes policiales clásicos y la mejor comedia británica. Una primera temporada de tan solo seis capítulos que pueden disfrutar en Movistar Plus+.
El rey de los crucigramas
John Taylor (David Mitchell) es un hombre solitario que se gana la vida diseñando pasatiempos y publicándolos bajo el seudónimo de Ludwig. No tiene televisión ni internet y apenas sale de casa, pero su rutina se ve interrumpida cuando su cuñada Lucy (Anna Maxwell Martin) le pide que viaje hasta Cambridge para encontrar a su hermano gemelo desaparecido; James es un exitoso inspector de policía que abandona a su familia sin explicación dejando tras de sí un reguero de pistas que hacen temer por su vida. Ante la insistencia de su cuñada y su sobrino, John se ve obligado a infiltrarse en la comisaria y suplantar la identidad de su hermano para intentar resolver el enigma de su ausencia. Por el camino, nuestro protagonista tendrá la oportunidad de aplicar su talento para los acertijos en el trabajo policial, descubriéndose como un detective absolutamente brillante.
Ludwig se suma a la moda del cozy crime, el misterio amable —sin violencia ni sangre a borbotones— que tiene en Miss Marple a su principal exponente. En la actualidad, el legado de Agatha Christie sigue vivo en las librerías gracias a éxitos editoriales como El club del crimen de los jueves de Richard Osman o las novelas de S.J. Bennett que convierten a Isabel II en la reina de las investigadoras. En televisión, programas como Solo asesinatos en el edificio, Poker face o Elsbeth recuperan al sabueso aficionado dispuesto a resolver un crimen con la única ayuda de su intelecto.
Ahora llega a nuestras pantallas Ludwig, una nueva vuelta de tuerca al detective disfuncional y extravagante que triunfó en series como Monk o Psych. John Taylor es un tipo huraño e introvertido que arrastra el peso de una infancia traumática: víctima de bullying en la escuela y con el estigma del abandono paterno en la niñez. La historia se repite y el protagonista, con un apego más que evidente a su cuñada, se embarca en una aventura que le cambia la vida por completo. Estamos ante un antihéroe a medio camino entre el teniente Colombo y el Sheldon Cooper de Big Band Theory, un peculiar investigador al que no le interesa el móvil del asesinato y que interpreta los crímenes como si fueran rompecabezas.
Por suerte, en Ludwig todas las piezas encajan a la perfección y quedan dispuestas sobre el tablero para una segunda temporada. Aplaudan fuerte, amigos, la comedia no ha hecho más que empezar.