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Isabel Marco

¿Cuántas veces habremos achacado a la buena o mala suerte todo aquello que nos ocurre? Solemos echar balones fuera, como si nuestros actos no tuviesen ninguna consecuencia sobre nuestras vidas. Si bien es cierto que hay situaciones más proclives a pensar en la suerte como responsable, como que te toque la lotería, en realidad deberíamos darle las gracias al azar o a la probabilidad. Entonces, ¿existen la buena y la mala suerte?

Pocas personas habrá en el mundo que no se hayan agarrado alguna vez a un amuleto: los calcetines rojos, el ojo de la buena suerte, la cruz de Caravaca… Hay personas que lo usaban al enfrentarse a un examen, pero la suerte la tenía la persona que había estudiado, aunque siempre está la que nace estrellada y le preguntan justamente lo que se había mirado. A mí, sin embargo, en el último examen que hice en mi vida, me preguntaron lo único que me había dejado sin estudiar. ¿Será eso mala suerte?

Hay personas que buscan el amuleto para encontrar el amor, conjuros que rozan la brujería de película y que se suponen atraen a la persona deseada hasta tus brazos. Nadie dijo que fuera fácil pero, en cualquier caso no me parece justo intentar atraer a otra persona en contra de su voluntad. Mejor dejemos que llegue cuando tenga que llegar; eso sí, si estás esperando que llame a tu puerta, creo que la mala suerte te perseguirá para siempre. Habrá que salir a conocer los peces del mar, digo yo. Aunque igual me he quedado obsoleta, tal vez con el rollo este del Tinder y demás aplicaciones para ligar, la gente piensa en la buena o la mala suerte según cómo haya funcionado la cita exprés. Tendré que preguntar ya que es un mundo desconocido para mí. Soy de esas personas que tuvo la suerte de encontrar a su media naranja o, mejor dicho, que coincidí con esa persona de gustos y pensamientos afines y todavía sigue a mi lado. Alguna que otra coincidencia al principio y seguir alimentándonos después.

Y ahora me voy a poner algo escatológica. Se dice que debes comprarte un boleto de lotería si pisas una hez. Siempre pensé que pisar una mierda era tener muy mala suerte; aunque más bien es una falta de civismo por parte de la persona que la dejó ahí y, por otra parte, cierto despiste si la has pisado, porque verse se ven bastante bien. Pero es bien curioso que también se dice “mucha mierda” en el mundo del espectáculo. Ahora se equipara a desear suerte, pero en realidad se está deseando que acuda mucha gente. Tiene su origen en los siglos XV y XVI cuando la gente se desplazaba a caballo; si se vendían muchas entradas en la puerta del teatro se acumulaba mucha mierda de los caballos que esperaban a que sus dueños saliesen del teatro. A más caca de caballo, más personas había en el teatro.

También está la suerte del principiante, pero en realidad es cuestión de la motivación y el esfuerzo cuando se emprende algo nuevo. Resulta muy estimulante y por eso solemos emplearnos a fondo, también con la esperanza de que todo vaya bien.

No sé si serás de esas personas que creen en la buena y la mala suerte, si necesitas llevar un amuleto los días importantes de tu vida para creer que todo va a salir bien. Si crees que lo que te ocurre es cuestión de suerte y no por los esfuerzos que hagas, te de deseo que tengas mucha. Si por el contrario eres dueña de tus éxitos y fracasos, ánimo, es duro el camino, pero hay que aprender a disfrutar del ascenso, pues nunca sabemos si vamos a llegar a la cima. Yo veo en cada paso una recompensa, a veces tropiezo, hay días en las que lo tiro todo por la borda, pero no desisto. Hoy he roto tres vasos, ¿mala suerte? No, torpeza nada más. Mañana quizá solo rompa uno pero, por si acaso, me pondré los calcetines rojos.