Síguenos
Isabel Marco

Cuando tienes un hijo o una hija pequeños comienzas a plantearte cosas, a preocuparte con una mayor intensidad. Noticias de abusos, de pornografía infantil, de la vulnerabilidad ante los ataques a través de internet o redes sociales que sufren los y las adolescentes… Todo asusta.

Así que lo que intentas es prevenir en la medida de lo posible. Yo intento armar a mi hijo con las herramientas para que, si desgraciadamente tuviera que lidiar con una situación así, supiera cómo enfrentarse a ella de la mejor manera. O eso creo que estoy haciendo.

Cuando son pequeños les condicionamos sin darnos cuenta, nuestros comentarios más absurdos pueden calar, así que el primer paso es mirarnos a nosotros mismos y ver qué situaciones, costumbres y actitudes cotidianas pueden estar haciendo a los niños y niñas vulnerables ante esas situaciones.

Lo primero que me viene a la cabeza son conductas y costumbres adquiridas de generación en generación.

Una de ellas es pedir besos a cambio de cosas: cuando se les da la propina, cuando se les ofrece un caramelo, cuando se les da algún regalo… De primeras parece una actitud muy normal, habitual, pero lo que les estamos enseñando es que hay que besar cuando nos dan y ofrecen algo, que para que les den un regalo hay que dar un beso.

Si la persona que lo hace es cercana… parece que no hay peligro (y aquí podría abrir un enorme paréntesis, recordemos que los abusos a menores vienen, en muchos casos, de una persona cercana; pero ese es otro tema en el que no voy a meterme hoy). Ahora pensemos en cómo podría empezar una situación de abusos: Dame un beso y te doy este caramelo, haz esto y te doy este regalo… Así que lo mejor es dejar que los niños y las niñas besen cuando quieran besar, enseñarles que el beso sea algo que no se da a cambio de nada.

La idea la tenemos clara, pero es muy difícil comunicarla al resto del mundo con el que convivimos, así que muchas veces nos encontramos con situaciones incómodas con conocidos que ofrecen un regalo, por ejemplo para el cumpleaños, y a continuación solicitan el beso o no sueltan el regalo hasta que no le dan el beso. ¿Qué hacemos entonces?

Yo digo en voz alta: los besos no se dan a cambio de nada. Probablemente esa persona no se haya planteado todo esto nunca y lo entenderá al instante en cuanto se lo expliquemos, pero si por el contrario se ofende… hay que mantenerse firme sin entrar en conflictos pero sin ceder, lo primero es lo primero.

Otra situación muy común que no hace otra cosa que sexualizar a los niños y a las niñas es preguntarles si tienen novia o novio.  No es adecuado por muy simpático o gracioso que resulte el comentario. A priori, parece algo inocente, un piropo que en algunas ocasiones insinúa que es muy guapo o guapa; pero no es conveniente.

Primero porque generalmente no saben qué decir, no lo entienden porque todavía no comprenden eso de estar enamorado y todavía están muy lejos de lo que puede sentirse en la adolescencia. Al preguntarlo, se está reforzando esa idea de tener novio o novia a edades muy tempranas, lo cual es un grave error.

Estas situaciones pueden desembocar en confusiones y frustración y les aboca en numerosos casos a la sexualización.  Podríamos estar empujando a los niños y a las niñas sin darnos cuenta a buscar algo que en realidad no quieren, para la que no están preparados y, hoy en día con el rápido acceso a las redes… da un poco de miedo.

Reforcemos el amor familiar con los padres y los abuelos, y dejemos el amor romántico para cuando tenga que llegar. Los amigos y las amigas tienen que ser precisamente eso: amigos y amigas. Nada más.

Ahora que soy madre, vivo con el miedo constante al mundo, no quiero que él tenga miedo, quiero que esté preparado.