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Elena Gómez

Las relaciones humanas son complejas. Cuando alguien nos importa mucho, nos esforzamos en que todo vaya bien y, sin embargo, ese compromiso no siempre nos es devuelto en la medida que deseamos. Todos hemos expresado en alguna ocasión que no hacemos las cosas para que se nos agradezcan, pero cuando no vemos reconocidos nuestros desvelos, nos sentimos heridos.

Como dice el refrán, “Es de bien nacidos, ser agradecidos”, por lo que pienso que cuesta muy poco demostrar en ocasiones nuestra sincera gratitud a esas personas que se desviven por nosotros. Cuando llegan los desencuentros y las discusiones, es mejor recordar que, al menos, no todo ha sido en balde.

Me considero una persona extremadamente sensible, me gusta cuidar los detalles y espero lo mismo de los demás. A veces, esto supone una gran decepción porque, aunque soy consciente de que no todos vemos las cosas del mismo modo, nuestras expectativas son difíciles de controlar. Y sé que está fatal pensar todo el tiempo, cuando una relación se ha roto, que no habríamos hecho tanto por la otra persona de haber sabido el desenlace, pero a quién no le gusta regodearse en sus propias miserias de vez en cuando...

A lo largo de la vida se van sumando afectos, mientras otros se alejan. Decir adiós es, quizá, una de las cosas más difíciles para mí, por lo que procuro no olvidar que durante un tiempo esas personas me aportaron mucho y se esforzaron por verme feliz. Es una forma de mantener el vínculo, aunque algunos piensen que no es sano. No sabemos lo que nos deparará el destino y guardar rencor no entra nunca en mis planes.

A pesar de todo, sufro mucho cuando alguien me guarda un rencor tan destructor que no le permite recordar mi empeño por evitar el fiasco. Siempre procuro ser la mejor, pero si alguna vez no es suficiente, me habría gustado mantener tendidos algunos puentes para un diálogo abierto y maduro. Por eso les voy a dar un consejo: digan más veces “gracias”, “te quiero” y “lo siento”. Es una bonita forma de tener la conciencia tranquila y dormir a pierna suelta.

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