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Trituradora humana Trituradora humana

Trituradora humana

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Ana I. Gracia

Del debate electoral de 2019 solo sobreviven Pedro Sánchez y Santiago Abascal. Ya no pintan nada ni Albert Rivera ni Pablo Casado ni Pablo Iglesias. De la nueva política que nació al calor del fuego del 15M ya solo quedan las brasas. Lo predijo el propio Pablo Iglesias en 2014: “En el momento en el que nos parezcamos a la casta, estamos muertos”. Jaque mate.

Una vez escuché a un parlamentario ya retirado que la política es una picadora de carne, una trituradora humana. Que cada año metido en harina es como trabajar en el campo una década. Que cualquier político con responsabilidad se echa una palada de años antes de soltar el mando.

Cayó Albert Rivera por el precipicio en noviembre de 2019, el día después del batacazo electoral. Aquel fue el principio del fin de Ciudadanos, que también se ha tragado ya el talento de Inés Arrimadas, la persona que plantó cara al independentismo y se hizo con 1,1 millón de votos en las elecciones de Cataluña en 2017. Casi nada. Begoña Villacís no se quería ir, a ella la han echado a patadas los ciudadanos de Madrid.

El tsunami del 28 de marzo ha tenido réplicas por toda España. La descomposición de la izquierda a la izquierda del PSOE ha hecho que Alberto Garzón se dé él mismo por amortizado. Fue un exdiputado naranja, Toni Roldán, quien le deseó un “feliz retorno a la vida”, y es que dejar de tener un cargo público dicen que es algo así como volver a despertar de un coma y recuperar la vida que tenías antes de meterte en política.

Dice que se va Ada Colau y el que se ha ido del todo es Miguel Ángel Revilla. Se fue Borja Sémper y volvió cuando lo llamó a filas Alberto Núñez Feijóo, que ha prometido irse si no gobierna el 23J. ¿Se lo creen? Salió Cayetana Álvarez de Toledo de la lista del PP por Barcelona pero reaparece en la de Madrid.

La pirueta mayor la ha dado Nacho Martín Blanco, que fue el portavoz de Ciudadanos en el Parlament de Cataluña y, tras romper el carné naranja, aparecerá como número 1 en la papeleta del PP por Barcelona. Si no te gustan mis principios… tengo otros.

Se fue Pablo Iglesias aunque no se calla ni debajo del agua. Quién le iba a decir que iba a ser Yolanda Díaz, a quien él mismo designó como su digna sucesora, la que iba a acabar con el podemismo. No ha querido Yolanda meter en su lista a Irene Montero ni a Pablo Echenique. Tampoco quiere hablar de ellos: ella mira hacia el futuro, que le den al pasado. Sumar, sumar… ejem.

La bases tiraron por la calle Ferraz abajo a Susana Díaz, pero volvió a las televisiones a impartir doctrina. Ahora habla como si ella no fuera la presidenta que perdió la Junta después de casi cuarenta años de gobiernos socialistas. Como si no hubiera contribuido a que el PSOE sufriera el mayor cisma orgánico que se recuerda en la historia reciente de un partido en España.

Pablo Casado lleva más de un año mudo, desde que le decapitó su propio partido, y ahora anda buscando que le den 100 millones de euros para impulsar un fondo de inversión de defensa. Algo más tiempo le costó despedirse de la política a Teodoro García Egea, que se ha reconvertido en experto en criptomonedas y ahora de política no habla ni aunque le pregunten.

Está por ver qué hará Javier Lambán y quiénes se marcharán a partir del 24 de julio. Lo más probable es que el PP no sume y necesite a Vox para gobernar. Entonces los barones, esos señores que mandan en las autonomías, pueden pedir a Pedro Sánchez que se abstenga por patriotismo, para hacer un cordón sanitario a la ultraderecha. Pero Pedro Sánchez volverá a entonar aquello del no es no que lo convirtió en el hombre más querido en el PSOE. Él se negará y entonces lo destituirán, mientras el gallego y los suyos ocupan La Moncloa, Sánchez volverá a recorrer España en su coche… para volver al punto de partida. ¿O tiene otro destino en mente?

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