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Dormir caliente, comer caliente Dormir caliente, comer caliente

Dormir caliente, comer caliente

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Ana I. Gracia

“Chavales, tengo una pregunta muy seria. Si tú vienes de una buena familia, tus padres tienen dinero, te dan tu paga, te compran tus cosas, tu chándal, no sé, tus mierdas, no te falta de nada... ¿por qué dejas el instituto?”.

El autor de este misil al corazón de toda una generación, la suya, es un zagal que responde a Nano Jr., tiene 22 años, medio cuerpo tatuado, y un mensaje crudo y aleccionador, que ha despertado una oleada de admiración.

Nano Jr procede de una familia humilde que necesita de su trabajo para cubrir las necesidades más básicas. El chaval trabajar desde los 16 años para echar una mano en casa y encadena hasta dos ocupaciones diarias para poder ingresar más perras en su casa.

En un mundo donde la mayoría de los jóvenes no aprecia cuánto vale el dinero, Nano Jr les mete el dedo en el ojo, recordándoles que nada es gratis y que cuesta una barbaridad ganar un salario. Jóvenes, tatúense la siguiente frase, que es una verdad como una catedral: “Es el dinero que te dan tus padres, que ellos sí se lo trabajan de verdad”.

También reflexiona Nano sobre por qué hay adolescentes que prefieren meterse en una espiral de vicios y mala vida en lugar de aprovechar el trampolín que supone haber nacido y crecido en una casa con todo pagado y con la ayuda de unos padres que se pueden permitir que estudies lo que quieras donde desees.

“¿Por qué el dinero que te dan tus padres te lo gastas en porros, en beber, en fiestas, en mierdas?". "¿Por qué, si no te falta de nada, haces como si fueras de barrio, primo? No vayas de lo que no eres porque no sabes lo dura que es esta vida en verdad”. Pues eso… cuántos padres replican estas frases en los oídos de sus hijos día tras día y por un oído les entra...

La advertencia es tan perfecta que impresiona escucharla de la voz de un imberbe que no alcanza la mayoría de edad. ¿Cómo alguien con oportunidades de futuro puede preferir arrastrarse por una vida sin objetivos, sin respeto hacia su familia, sin perspectivas de futuro? No lo entiende Nano ni lo entiendo yo.

El zagal se revuelve contra todas aquellas criaturas con paga semanal que dicen que pertenecen “a la calle” porque fuman porros en el parque. Le fastidia que ‘mole’ hacerse pasar por un sector de población con verdaderas necesidades para subsistir, un estamento social del que desearían salir corriendo aquellos que de verdad pertenecen a él. Calle es o, al menos, debería ser, “cuidar a tu familia. Calle es sacar a tu familia pálante”. Palabra de Dios Nano.

Su discurso se vuelve especialmente lacrimógeno cuando detalla su día a día. “Vengo de una familia humilde y estoy con dos trabajos matándome a trabajar, ¿para qué? Por ejemplo, el otro día le faltan unas zapatillas a mi hermana y, pum, fui y se las compré.

¿En casa falta aceite? Pues compro una botella grande de aceite”. (...) “Y aquí estoy, intentando sacar a mi familia adelante porque es lo que toca”. (...) “Llevo desde los 16 años trabajando y a mi familia no le va a faltar de nada nunca”.

Su testimonio estremece cuando hace ver a esos miles de chavales que no tiene aprietos económicos la suerte que tienen de poder dormir en una casa caliente, con agua caliente y comida caliente.

Un lujo diario del que pocas veces, por no decir ninguna, nos sentimos agradecidos. “Vosotros, que tenéis la suerte de que podéis vivir tranquilos, tener una juventud más tranquila y hacer las cosas bien, estáis dando disgustos a vuestros padres y os creéis calle”.

La claridad del aviso, acompañado de la imagen de un adolescente que habla como un padre, ha sido clave para el éxito de su reproducción.

El mensaje ha sido reenviado por decenas de miles de personas que han querido que sus hijos, sus primos, sus hermanos escuchen verdades como puños de la boca de un joven luchador. A ver si por fin aprecian lo afortunados que son. Lo afortunados que somos.

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