Síguenos
Movilidad sostenible Movilidad sostenible
Imagen de wirestock en Freepik

Movilidad sostenible

banner click 236 banner 236
Víctor Guiu
En estos tiempos dulces marcados de objetivos viejos para plazos nuevos, tira más cualquier costodia a la que apellides sostenible que dos carretas. Esta encrucijada, que ya vivimos en Río, en Kyoto, en las agendas 21;  distribuidas todas ellas en amplios documentos participativos que engruesan el olvidado archivo de papeles de comarcas y ayuntamientos, dibuja una nueva sonrisa buenista en los gobiernos de cien estados… lo menos.

En nuestro país, el gobierno mucho progresista, mucho ecologista y mucho “mucho”, ha decidido que la movilidad en el medio rural es insostenible. Tanto tractor, tanta cosechadora, tanta moto, tanto coche… que a todos sitios acudimos con él. Que vayan andando por el pueblo. ¿Y de pueblo a pueblo? ¿Y del pueblo a la ciudad para hacer papeles, sr. Presidente de algo? Pues andando también, todos junticos. Amén, Jesús. 

Eso sí, para que la movilidad en las almendras centrales y tortas de roscón sean sostenibles comeremos molinos por los siglos de los siglos. “¿Que no apuestas por este modelo de desarrollo sostenible y energía limpia? ¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Que destrozan el paisaje y no sé qué cojones de pajaricos y patrimonios? A lo que te pasa es que eres mucho insostenible y mucho cazurro y no estás en la onda. ¡Válgame Dios! Encima no quieres descarbonizar”. Súbete al coche, perdón, al carro de la descarbonización. “Adiós al coche particular, malgastador, y de paso te jodes. Además te quitamos las paradas de buses y cualquier otra parada o transporte imaginario que se te ocurra. No lloréis, minúsculos ciudadanos de segunda, si eso súbete en el andén secreto con el número 9¾ y descubre la magia y los unicornios. Tenéis suerte de vivir allí, ¿no? Pues aporta, idiota, aporta la cuota de las autopistas de hidrógeno para los benditos dueños y capullos de occidente”.

Y digo yo, algo suplen las comarcas moviendo a la gente a centros de salud, pero el desastre es mucho mayúsculo y estamos ya hasta el culo de los enemas que, cíclicamente, nos receta el ministerio mucho sostenible y de transición mucho ecológica de turno. Nada de los fondos buitres, de las burbujas, de los resultados contra la despoblación, de la afrenta irreparable con aquel Natura 2000 que suponíamos era para mantener la biodiversidad decadente de nuestro tiempo. La banca siempre gana. Europa y Madrid nos han vendido. ¿Hay alguien ahí?