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Banderas Banderas
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Víctor Guiu

Me encanta la acepción de bandera como tela. Sintética las más de las veces, de vivos colores o escudos inverosímiles. Pero una bandera también es un símbolo y un símbolo es una convención que un grupo, el que sea, considera representativo. Para considerarlo representativo tiene que haber detrás una serie de condicionantes, algún hecho utilizado políticamente, un creador de banderas que quiera perpetuarse, hasta concursos para diseñadores vexilológicos. Y por supuesto, en la mayor parte de las ocasiones, la convención se genera a través de la propaganda. La propaganda, la ideología, la bandera…

No podemos huir de nuestros símbolos. Al final nos hemos criado en un ambiente cargado de ellos. No debemos huir tampoco de reconocer que esos símbolos son creaciones humanas, como le ocurre a la religión. Y los humanos, adictos a caer siempre en la misma piedra, elevamos los símbolos por encima de nuestros propio ser.

Y todo esto al hilo de ver cómo se multiplican estas telas, estos trapos, estas identidades, estos productos en los cuales nos hemos convertido los humanos para mayor gracia de grandes empresas y comerciantes que comercian, en esta cuarta revolución industrial, con nosotros mismos: consumidores ávidos de comprar lo que sea, símbolos si hiciese falta, por qué no.

No hay lucha moderna que no acabe en bandera. Las creaciones humanas de las múltiples identidades de género, con sus decenas de banderitas, que para entenderlas necesitas un manual. Identidades-producto que aprovechan los de siempre mientras la “clase” se nos cae de las manos pues estamos inmersos en buscar nuestro producto-identidad. El propio movimiento rural se pone creativo y se monta otra película-trapo. Y así con todo. Grupo, nación, región, identidad. Compromiso con la religión identitaria. Múltiple y diverso para no ser nada.

Banderas. Banderas. Más banderas. Esta es mi bandera, ¿cuál es la tuya? Esa no me gusta, no eres yo, no soy tú, no somos nadie. A reñir se ha dicho. Banderas, todas incluso la mía son, como decía la canción del Loco “para quemar”.