Una historia de más de tres siglos narrada desde la óptica de David Pellicer
El realizador firma ‘La recuperación del martinete de cobre de Calamocha’El público pudo verlo por primera vez el pasado 8 de septiembre en la primera edición de la jornada Entre Lanas y Lañas, aunque el estreno oficial tendrá lugar en el Cine de Calamocha y está todavía por conocerse su fecha. Se trata del último documental de David Pellicer, producido por El Molino Audiovisual: se titula La recuperación del martinete de cobre de Calamocha y repasa la historia de una instalación hidráulica que entre finales del XVII y el siglo XIX convirtió la localidad en un centro metalúrgico frecuentado por comerciantes de Aragón y el sur de Francia.
Como todas las producciones que firma Pellicer, responsable entre otros trabajos de la serie de reportajes de viajes Carretera y Manta, el filme no solo incide en la historia y la documentación que se conserva sobre el martinete, sino también en la parte vivencial que supone para los calamochinos. Nadie lo ha conocido funcionando, ya que su actividad y la de la fábrica de jabones que albergó después cesó hace más de un siglo, pero los restos que recuperó Lure Arqueología y que desde hace un año se han convertido en un espacio musealizado han sido escenario de juegos de numerosos calamochinos.
Tres partes diferenciadas
El documental se estructura en tres partes diferenciadas, que explica el propio David Pellicer: “La primera parte nos introduce en por qué está ese martinete en Calamocha. Cuenta la historia de los caldereros franceses, y de quien lo puso en marcha”. “Después el documental cambia de ritmo”, explica el realizador, “y hablamos de su decadencia”. Según Pellicer “esta es la parte triste de la película, por culpa de la preindustrialización del mundo rural este tipo de instalaciones e ingenios hidráulicos dejaron de ser rentables y viables, igual que los molinos harineros o los batanes textiles, que poco a poco fueron desapareciendo”.
El último tercio del documental -que tiene una duración total de 21 minutos- repasa el proceso por el cual se encontró, comenzó a recuperarse y finalmente se reconstruyó un martinete prácticamente idéntico al que existió hace algo más de 300 años. Isabel Moragriega, técnico del Ayuntamiento de Calamocha y miembro de la Fundación San Roque, explica que por la documentación y los restos del cárcavo donde en tiempos estaba la rueda de molino que movía el martinete “se sabía que allí había existido esta instalación, pero en la actualidad era una ruina total”.
Pilar Edo realizó las primeras catas arqueológicas, y ante las buenas perspectivas se licitó un proyecto de excavación y restauración, financiado con Fondos FITE, que obtuvo la empresa Lure Arqueología. Esa última parte del documento explica cómo se desarrollaron las excavaciones, como se reconstruyó la instalación muy fielmente, gracias a que se encontraron restos clave como la piedra original sobre la que se sustentaba el yunque, o la base del muro de la antigua forja, también el proceso de musealización que ha transformado este espacio en pequeño pero valioso centro de interpretación. Este se integra dentro del Parque Etnológico del Puente Romano de Calamocha -nombre que recibe este espacio de la ribera del Jiloca, pese a que el puente cercano es de factura medieval-, e incluye también el antiguo Lavadero de Lanas.
En el documental aparece el testimonio de algunas de las personas que han vivido el proceso en primera persona, desde la arqueóloga Pilar Edo hasta Emilio Benedicto, miembro de la Fundación San Roque y una de las personas que mejor ha estudiado la historia del martinete; o de la arqueóloga Lourdes López al artista Cristian Salazar, profesionales de Lure Arqueología responsables de la excavación, recuperación y musealización del martinete de cobre.
En lo formal La recuperación del martinete de cobre de Calamocha muestra alguno de los elementos característicos de las producciones escritas y dirigidas por David Pellicer. Por un lado no rueda imágenes de ficción, con actores que hubieran ayudado a conocer el funcionamiento del ingenio metalúrgico. “Prefiero sugerir que mostrar explícitamente a través de escenas de ficción. Intento trasladar al espectador en el tiempo de forma más implícita, a través de elementos como el fuego, por ejemplo, que evoca a las antiguas fraguas, o de la música”.
Tampoco utiliza voz en off. “No me gusta que un señor narrador te cuente la historia que estás viendo”, admite el calamochino. “Como espectador me gustan los documentales en los que la propia historia y las personas que forman parte de ella son quienes te hablan”.
De hecho en todos sus proyectos David Pellicer pone en marcha una forma de trabajar bastante peculiar. En lugar de escribir el guion y comenzar a rodar, que es lo habitual, el turolense parte de una idea muy básica sobre lo que quiere conseguir, se lanza a grabar planos y entrevistas con los protagonistas, “y a partir de lo que me cuentan, de la historia que surge en esas conversaciones improvisadas, confecciono el guion, grabo más escenas si es necesario y comienzo el montaje”. Pellicer admite que eso hace que la historia en ocasiones sea sorprendente incluso para él mismo. “Porque a veces tienes una idea preconcebida de por dónde crees que irá el documental, pero después una frase de alguien, un comentario al que en principio no diste importancia, se convierte en la clave sobre la que gira todo lo demás”.
Algo más que archivo
En este caso sucedió algo parecido, porque La recuperación del martinete de cobre de Calamocha surgió como un encargo del Ayuntamiento a El Molino Audiovisual, empresa que dirige Sergio Martínez, que asumió David Pellicer. “En principio el encargo sencillamente era grabar imagenes para documentar la excavación y la restauración. Lo que se pretendía era tener un montón de imágenes en bruto en el archivo, sin más”.
Pero Pellicer se dio cuenta pronto de que el material daba para más. “Me di cuenta que con parte de ese material y entrevistando a los protagonistas se podía hacer algo mucho más dinámico, que interesara al público en general”. El realizador presentó un montaje previo y el Ayuntamiento de Calamocha dio luz verde.
Además de su proyección en la primera edición de las Jornadas Lanas y Lañas, que pretenden divulgar los antiguos oficios que se desarrollaron en el valle del Jiloca, y de sus estreno oficial cuya fecha está todavía pendiente, el documental girará por diferentes festivales de cine sobre arqueología, fundamentalmente a lo largo de 2025. Entre las citas de este tipo a las que apunta La recuperación del martinete de cobre de Calamocha está el Festival Internacional de Cine Arqueológico del Bidasoa, tres festivales similares en Italia y en otros puntos de Europa como Burdeos, Bruselas o Split.
Especialmente interesado en los viajes y en el patrimonio de los lugares que visita, tanto el material como el inmaterial, a través de cuentos y leyendas locales, uno de los proyectos cinematográficos más conocidos de David Pellicer es la serie Carretera y Manta, que recorre numerosos pueblos y enclaves de la provincia de Teruel a través de un formato de programa de TV titulado Voy de pueblo en pueblo, “contando las historias que normalmente no salen en las guías de viajes, y haciéndolo de un modo distinto”. David Pellicer tiene dos temporadas grabadas, producidas por El Molino Audiovisual y financiadas por la Diputación Provincial de Teruel, que se han emitido en una treintena de emisoras de TV locales a través de Grupo Cadena Media, como TV Fraga, Popular Murcia TVR, Calamocha TV, Andorra TV, TeleVigo o TeleToledo. Actualmente está a la espera de conseguir financiación para rodar la tercera temporada del programa. Esos programas de televisión también están disponibles a través de los perfiles de Instagram y Youtube del realizador. Algunos vídeos cortos en Instagram han alcanzado 600.000 visualizaciones.
David Pellicer también colaboró con el cineasta navarro Patxi Uriz, ganador del Goya 2016 al Mejor Cortometraje Documental -Hijos de la tierra-, en el documental Tráeme una palabra, que grabó en 2021 en Oliete, Huesa del Común, Libros, Lechago, San Agustín, Guadalaviar y El Castellar, contando la historia del proyecto cultural y literario Mi Pueblo Lee, que este año recibió el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.
David Pellicer también tiene terminado La pasión de un pueblo, un documental sobre la Semana Santa en Alcorisa que encargó su Ayuntamiento y que sin embargo todavía no se ha podido estrenar, pese a que lleva ya algún tiempo terminado.
En la actualidad, David Pellicer compagina su trabajo diario en El Molino Audiovisual de Calamocha con un proyecto personal en el que pretende aparcar por un tiempo el patrimonio arquitectónico y las leyendas, dos de los temas que más le interesan, y centrarse en la denuncia social. Este documental está todavía en una fase muy embrionaria de elaboración, y pretende ser el proyecto más ambicioso de los que hasta ahora ha emprendido Pellicer.
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