Tomás Bosque en una actuación en 2023 en el Museo de Zaragoza.Chus Marchador
Tomás Bosque, cantautor de La Codoñera: “No sé dónde estaban hace cuarenta años los que ahora dan tanta guerra con el chapurriau”
El turolense acaba de publicar el disco ‘Tomás Bosque canta a Desideri Lombarte’, con diez temas en catalán
Casi 50 años después de sus dos primeros LP’s, que entraron de lleno en la corriente de la Nueva Canción Aragonesa en plena Transición, Tomás Bosque (La Codoñera, 1948) acaba de presentar su disco-libro Tomás Bosque canta a Desideri Lombarte, en el que propone 10 temas en catalán, entre los que hay ocho textos que escribió el poeta de Peñarroya.
-El proyecto ha tardado en salir más de lo previsto...
-Ya han pasado varios años desde que empezó a tomar formar. El libro disco iba a salir publicado con el Instituto de Estudios Turolenses. A Nacho Escuín le habían entusiasmado las canciones con los poemas de Desideri Lombarte, pero llegaron los cambios y todo se desinfló, me dijeron que no había presupuesto. Entonces presenté el proyecto a la Asociación Cultural Matarraña y les pareció buena idea. Después se sumaron otras instituciones como el Instituto del Bajo Cinca o la Comarca del Matarranya.
-¿A qué cree que se deben las reservas?
-No lo sé, pero mira... en el Matarraña y en todos los lados, con el catalán, hay gente que es normal pero también gente que no lo es. Ahora hay un montón de personas con 60 años que están todo el día dando guerra con el chapurriau. Me pregunto qué hacían cuando tenían 20. ¿Por qué no defendían entonces su lengua materna?
-Hábleme del nuevo disco...
-El disco está formado por dos canciones mías, que abren y cierran, y entremedio hay ocho poesías de Lombarte musicadas por mí. Yo espero que guste, porque pese a lo complejo que es grabar un disco está hecho con muchísimo cariño. Y es que la categoría de Desideri Lombarte es inmensa, fue un grandísimo poeta, y en solo diez años escribió muchísimo y muy bueno. Él trabajó mucho porque sabía que iba a morir pronto, por eso habla mucho de la muerte en la poesía, y habla de ella cara a cara.
-¿Tiene previsto girar con el disco en directo?
-La idea es presentarlo este domingo en Fraga, y también se habla del Centro Aragonés en Barcelona, o de Torre del Compte, pero ya veremos, que no lo tengo tan claro. Yo puedo componer tanto como hace 40 años, pero ir de aquí para allá, subirme a un escenario y cantar durante una hora y pico no es tan fácil, porque mis capacidades no son las de alguien de 30 años, así que me lo tomaré con calma y haré lo que pueda. Además ahora tienes que hacerlo tú todo, no hay dinero y contratar músicos es muy caro. En realidad estoy pensando más en grabar otros proyectos que en cantar en directo.
-No será más difícil que durante los setenta, ¿no?
-No sé qué te diga. Cuando grabé mi segundo disco en Madrid, (Tomás Bosque, 1978), Zafiro, que era la casa que publicaba a los cantautores, nos trataba muy bien. Para grabarlo la compañía llamó y pagó a catorce músicos de la Orquesta Nacional de España. Catorce. Les enseñabas la partitura, la estudiaban durante dos minutos y salía perfecta a la primera. Entonces funcionaban así las cosas, pero hoy en día nadie paga a catorce músicos profesionales para grabar. Y Zafiro me quiso lanzar a la fama, pero con la Transición en marcha y yo sin estudios oficiales, que no tenía, no me atreví. Muchos de mis compañeros aguantaron pero pasando muchas calamidades. Cuando La Bullonera no cantaba canciones protesta, guerreras, que era lo que la gente esperaba y quería, muchas personas le silbaban.
-¿Qué camino siguió cuando dejó la música?
-Pues monté una librería, pero como lo que me gustaba era la música, estudié en el Conservatorio de Teruel. Aún mantengo la amistad con el padre Muneta, que fue uno de mis profesores. Ya con mi título, trabajé una temporada en el Conservatorio de Huesca, pero no me atreví a presentarme a las oposiciones, así que monté una escuela de música en Zaragoza.
-Y aunque no ha grabado en 46 años, nunca ha dejado de componer...
-Nunca. Aunque la música que escribo es para orquesta, porque lo que a mí me gusta realmente es la música clásica. El rock o la música contemporánea se basa mucho en el ritmo, pero la música melódica es un esqueleto aparentemente sencillo, sin serlo, que hay que desarrollar.
-En ‘Tomás Bosque canta a Desideri Lombarte’ aparece su voz y guitarra, o hay más instrumentación?
-Hay más sonidos, teclados, varias guitarras... Pero son sonidos digitales y mezclados. Hoy en día absolutamente toda la música que escuchamos, desde discos hasta publicidad, se hace a través de un ordenador. Casi nadie mete a un músico de verdad en el estudio porque no puede pagarlo.
-Antes ha dicho que está pensando en grabar más temas...
-Sí, tengo una serie de composiciones desde hace años que he llamado Canciones de Zaragoza, pero no sé cuando saldrán adelante. Están hechas para ser cantadas por alguien joven, porque de hecho las escribí pensando en Plácido Domingo. Su abuela materna era de La Codoñera, aunque se marcharon a Zaragoza donde regentaron una fonda en El Tubo, donde nació el padre de Plácido. De hecho una de las canciones, María de Puerta Cinegia está dedicada a ella. También hay una dedicada al arte mudéjar de Teruel, que me parece interesantísimo. A ver si puede ver la luz.
-El proyecto ha tardado en salir más de lo previsto...
-Ya han pasado varios años desde que empezó a tomar formar. El libro disco iba a salir publicado con el Instituto de Estudios Turolenses. A Nacho Escuín le habían entusiasmado las canciones con los poemas de Desideri Lombarte, pero llegaron los cambios y todo se desinfló, me dijeron que no había presupuesto. Entonces presenté el proyecto a la Asociación Cultural Matarraña y les pareció buena idea. Después se sumaron otras instituciones como el Instituto del Bajo Cinca o la Comarca del Matarranya.
-¿A qué cree que se deben las reservas?
-No lo sé, pero mira... en el Matarraña y en todos los lados, con el catalán, hay gente que es normal pero también gente que no lo es. Ahora hay un montón de personas con 60 años que están todo el día dando guerra con el chapurriau. Me pregunto qué hacían cuando tenían 20. ¿Por qué no defendían entonces su lengua materna?
-Hábleme del nuevo disco...
-El disco está formado por dos canciones mías, que abren y cierran, y entremedio hay ocho poesías de Lombarte musicadas por mí. Yo espero que guste, porque pese a lo complejo que es grabar un disco está hecho con muchísimo cariño. Y es que la categoría de Desideri Lombarte es inmensa, fue un grandísimo poeta, y en solo diez años escribió muchísimo y muy bueno. Él trabajó mucho porque sabía que iba a morir pronto, por eso habla mucho de la muerte en la poesía, y habla de ella cara a cara.
-¿Tiene previsto girar con el disco en directo?
-La idea es presentarlo este domingo en Fraga, y también se habla del Centro Aragonés en Barcelona, o de Torre del Compte, pero ya veremos, que no lo tengo tan claro. Yo puedo componer tanto como hace 40 años, pero ir de aquí para allá, subirme a un escenario y cantar durante una hora y pico no es tan fácil, porque mis capacidades no son las de alguien de 30 años, así que me lo tomaré con calma y haré lo que pueda. Además ahora tienes que hacerlo tú todo, no hay dinero y contratar músicos es muy caro. En realidad estoy pensando más en grabar otros proyectos que en cantar en directo.
-No será más difícil que durante los setenta, ¿no?
-No sé qué te diga. Cuando grabé mi segundo disco en Madrid, (Tomás Bosque, 1978), Zafiro, que era la casa que publicaba a los cantautores, nos trataba muy bien. Para grabarlo la compañía llamó y pagó a catorce músicos de la Orquesta Nacional de España. Catorce. Les enseñabas la partitura, la estudiaban durante dos minutos y salía perfecta a la primera. Entonces funcionaban así las cosas, pero hoy en día nadie paga a catorce músicos profesionales para grabar. Y Zafiro me quiso lanzar a la fama, pero con la Transición en marcha y yo sin estudios oficiales, que no tenía, no me atreví. Muchos de mis compañeros aguantaron pero pasando muchas calamidades. Cuando La Bullonera no cantaba canciones protesta, guerreras, que era lo que la gente esperaba y quería, muchas personas le silbaban.
-¿Qué camino siguió cuando dejó la música?
-Pues monté una librería, pero como lo que me gustaba era la música, estudié en el Conservatorio de Teruel. Aún mantengo la amistad con el padre Muneta, que fue uno de mis profesores. Ya con mi título, trabajé una temporada en el Conservatorio de Huesca, pero no me atreví a presentarme a las oposiciones, así que monté una escuela de música en Zaragoza.
-Y aunque no ha grabado en 46 años, nunca ha dejado de componer...
-Nunca. Aunque la música que escribo es para orquesta, porque lo que a mí me gusta realmente es la música clásica. El rock o la música contemporánea se basa mucho en el ritmo, pero la música melódica es un esqueleto aparentemente sencillo, sin serlo, que hay que desarrollar.
-En ‘Tomás Bosque canta a Desideri Lombarte’ aparece su voz y guitarra, o hay más instrumentación?
-Hay más sonidos, teclados, varias guitarras... Pero son sonidos digitales y mezclados. Hoy en día absolutamente toda la música que escuchamos, desde discos hasta publicidad, se hace a través de un ordenador. Casi nadie mete a un músico de verdad en el estudio porque no puede pagarlo.
-Antes ha dicho que está pensando en grabar más temas...
-Sí, tengo una serie de composiciones desde hace años que he llamado Canciones de Zaragoza, pero no sé cuando saldrán adelante. Están hechas para ser cantadas por alguien joven, porque de hecho las escribí pensando en Plácido Domingo. Su abuela materna era de La Codoñera, aunque se marcharon a Zaragoza donde regentaron una fonda en El Tubo, donde nació el padre de Plácido. De hecho una de las canciones, María de Puerta Cinegia está dedicada a ella. También hay una dedicada al arte mudéjar de Teruel, que me parece interesantísimo. A ver si puede ver la luz.
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