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Nati Cañada, pintora de Oliete: Nati Cañada, pintora de Oliete:
Nati Cañada, según la ilustradora turolense Elena Castillo. E.C.

Nati Cañada, pintora de Oliete: "Las mujeres hemos tenido menos tiempo y energía para dedicar a nuestra profesión"

La turolense, una de las grandes retratistas españolas, mantiene intacta su impronta creativa tras más de 50 años
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La artista nacida en Oliete Nati Cañada ha pintado hasta ahora alrededor de unos 5.000 retratos, desde Juan Carlos I a Michael Jackson, pasando por Cela, Gabriel García Márquez, Plácido Domingo, Benedicto XVI, Antón García Abril o El Litri. Para ella el talento es sinónimo de horas, horas y horas de estudio y trabajo y sostiene que, aunque ser mujer no le ha cerrado ninguna puerta, el tiempo y la energía que históricamente han tenido que dedicar ellas a la crianza y al hogar las ha colocado en desventaja con respecto a ellos.

-¿Se considera una pionera?
-No estoy segura... Pionero es el que hace por primera vez algo que nadie ha hecho, y no sé si es el caso. Lo que sí soy es una gran trabajadora.

-No es la primera pintora de la historia, desde luego... pero no sé si han competido en igualdad de condiciones con los hombres. ¿Usted qué opina?
-En Washington está el Museo Nacional de Mujeres Artistas, donde hay cuadros de muchísimas mujeres, y otras obras de arte creadas solo por mujeres. Allí hay piezas de Sofonisba Anguissola, que  fue la primera gran pintora, para el Rey Felipe II.

-Pero los referentes universales, Goya, Picasso, Van Gogh, Rembrandt, Velázquez, Miguel Ángel... son todo hombres.
-Sí, es verdad que las mujeres fueron menos reconocidas. En parte creo que es porque las mujeres no hemos podido dedicar el mismo tiempo y energía a nuestras profesiones como los hombres, ya que parte de él iba a las tareas que se nos atribuían, además de la maternidad. A mí me gusta mucho esa frase de que cuanto más tiempo estudio más suerte tengo en los exámenes. Y nosotras llevamos mucho retraso, en horas dedicadas, con respecto a los hombres. Afortunadamente hoy en día el hombre también está implicado en la atención a los niños o a la casa, pero hasta hace poco eso caía exclusivamente sobre la mujer, y consumía un tiempo que se lo tenías que quitar a tu profesión, fuera la pintura o cualquier otra cosa.

-¿En su caso la maternidad le impidió pintar durante alguna época de su vida?
-En absoluto, y eso que no lo tuve fácil porque he tenido cuatro hijos. Pero yo he dado a luz por la tarde y a la mañana siguiente he pintado. He tenido la suerte de tener una profesión que no depende de jefes, horarios ni oficinas, y es maravilloso poder tener tu estudio y trabajar en casa. Es verdad que la maternidad, que por cierto es maravillosa, me quitó tiempo y energía para pintar, como a cualquier mujer, pero no permití que me impidiera pintar, no quise tener que parar.

-Pero el estado mental y la relajación debe de ser fundamental para un artista...
-No te creas. Yo acabo de terminar un mural de cuatro metros de largo por dos y medio de alto con 17 mártires retratados, procedentes de fotografías muy antiguas y dañadas que había que recomponer. Te puedo asegurar que eso es muy gratificante pero nada relajante, y sin embargo estoy muy satisfecha con el resultado de la obra.

-¿Ha tenido dificultades ante galeristas o comisarios por ser mujer?
-En absoluto. En ese sentido supongo que he tenido bastante suerte con respecto a otras mujeres, pero yo tengo que decir que en ese sentido nunca he sufrido tratos discriminatorios. Me he tenido que reivindicar como pintora en el mismo sentido que pueda hacerlo un hombre, con una producción adecuada y acertada, pero no he tenido que reivindicarme como mujer pintora.

Punto de vista personal

-¿Ni siquiera estando bajo el paraguas de un pintor como su padre, Alejandro Cañada?
-No. Me costó salir de su sombra pero desde un punto de vista personal y creativo. En mis primeros años en Bellas Artes y pintando en el estudio de mi padre, en Zaragoza, lógicamente estaba muy influenciada por su forma de pintar. Y cuando marché a Madrid y salí de su influencia de repente cambié por completo mi trabajo y corté todas las amarras. Y lo hice de una forma inconsciente, no por rebelarme contra mi padre sino por ese proceso normal de evolución que existe en las personas. Por eso en una exposición retrospectiva que hice 50 años después de empezar a pintar -exposición que pudo verse en el Museo de Teruel en 2014- denominaba mi primera etapa Formación y Deformación, porque primero aprendí y luego cambié todo eso que había aprendido para que saliera la pintora que realmente llevaba dentro.

-¿Usted cree que hombres y mujeres se acercan a la pintura desde perspectivas diferentes? ¿Existe una pintura hecha por mujeres y otra por hombres?
-No. Pero hay gente que lo cree, y algunos cuadros míos, con elementos más oscuros o más duros de lo habitual han sido tomados por cuadros pintados por hombres. Pero te aseguro que un cuadro nunca es el reflejo del sexo del pintor, sino más bien de su talante y su estado. Los cuadros no son pintados por hombres o mujeres, sino por personas, personas románticas, duras, tristes u optimistas.

-¿Y del otro lado del lienzo se perciben diferencias? De sus retratos siempre se ha dicho que son reflejos del alma más que de la figura... ¿se distingue el alma femenina de la masculina a la hora de pintarla?
-Tampoco. He pintado mujeres que irradiaban una fuerza arrolladora y hombres tremendamente dulces y delicados... Así que la respuesta es casi la misma; no se pintan hombres ni mujeres, sino personas.

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