Nacho Escuín, escritor: "Me gusta la novela de 'estado', que reflexiona sobre el papel que ocupamos en el mundo"
El autor turolense se mete en terrenos del thriller y el género negro en su último libro, 'La mentira del cazador'Tras una larga trayectoria poética con títulos como El libro de Oriana, El azul y lo lejano, Profundidades o Huir verano, y ensayística como Aquellos maravillosos años: la huella de los 90 en la cooltura contemporánea o Vivir para leer. Breve guía de la literatura española en 101 obras, Nacho Escuín (Teruel, 1981) acaba de publicar su segunda novela tras Los papeles de Bruselas (Bala Perdida).
En La mentira del cazador (Ediciones Eolas) el turolense se mete en terrenos propios de la novela negra sin abandonar la vocación ensayística, como le es propio a los buenos ejemplos del género.
-'La mentira del cazador' es una novela, quizá un ensayo, y seguramente también tiene algo de poesía...
-Tiene algo de poesía y de ensayo, efectivamente. Como novelista tengo una especificidad, y es que yo hago novelas de estado, que son aquellas en las que el protagonista, de algún modo, reflexiona sobre cómo se encuentra, sobre cómo está y cómo se relaciona con el resto del mundo. Así que sí tiene algo de ensayístico, de reflexión profunda, porque la narración está ubicada en circunstancias humanas que llegan a ser complejas, sin llegar al límite aún cuando estás en un proceso de depresión. Ya lo hice en Los papeles de Bruselas y aquí quería volver a hacerlo, seguir explorando esa vía. De hecho podría decirse, en algún sentido, que La mentira del cazador es una especie de precuela de Los papeles de Bruselas.
-Una novela es ante todo una historia. ¿Qué historia cuenta en su último libro?
-Cuento la situación a la que se enfrenta una persona que ha decidido aislarse del mundo, por algo que ha ocurrido. En ese aislamiento tratará de encontrarse a sí mismo, reencontrarse con el silencio y utilizarlo para reflexionar sobre su posición en el mundo y sobre lo que somos. A partir de esa situación empieza una trama sobre un posible asesinato que ha sucedido en el lugar geográfico donde ubico la narración, y que irá precipitando la acción.
-¿Se trata de una ubicación rural?
-No exactamente. No es un pueblo, sino una especie de aldea de cazadores, algo que se da mucho en esos lugares donde hay pequeños núcleos de chalets donde solo van los cazadores los fines de semana. Es ahí donde se desarrolla toda la acción.
Asesinato
-¿Tiene algo de thriller, por aquello del asesinato?
-Algo. Tiene ese origen que identificamos con thriller, con la novela negra, pero sobre todo mi intención es que no fue solo un thriller. Quería que fuera una novela negra pero algo más, que no se quedara solamente ahí.
-¿Por qué ha elegido esa ambientación a caballo entre lo rural y lo urbano?
-Sobre todo porque es una ambientación rural y real. He convivido en espacios así, los conozco, y me apetecía mucho salir a ese espacio, salir de la ciudad. Reconozco que siempre he escrito desde la ciudad, he sido muy urbanita en eso. Me han obsesionado mucho las ciudades y quería algo más cercano a lo rural; perder la vista en el monte, ver los animales cómo aparecen por la noche, estudiar cómo es su comportamiento, la forma en la que te estudian a ti también, cómo se quedan parados hasta que saben que pueden moverse con seguridad. La novedad realmente reflexiona sobre eso... alguien que decide quedarse quieto hasta que está completamente seguro que se puede volver a mover sin peligro.
-¿Su tono es amargo, desesperanzador? ¿Busca generar ese tipo de sentimientos?
-Tiene un tono amargo y trato de generar cierta sensación de agobio. Ese espacio en el que se encierra no deja de ser una especie de autocondena que se ha impuesto el protagonista, e intento que el lector pueda alcanzar esa sensación de angustia que siente a través de las páginas del libro.
-La literatura es casi siempre, para el escritor, un acto de redención, de expiación o de exorcismo... ¿Es su caso?
-La mentira del cazador es una novela muy importante para mí. La escribí justo durante los últimos meses de mi anterior etapa vital, cuando todavía me dedicaba a la política y regresaba a la vida civil. Y desde luego que tiene algo de exorcismo de miedos y, precisamente, de comportamientos. De vez en cuando hay que observar a tu alrededor, estarse quieto y vigilar, y esperar al momento apropiado en el que sabes, o intuyes, que puedes volver a moverte sin que te peguen un tiro.
-¿Ha vivido esa sensación?
-Absolutamente (risas). Y es un poco la metáfora de todo esto.
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