El mago y presentador, Mirko Callaci, en uno de sus espectáculos. Divertia
Mirko Callaci, mago: “La magia ayuda a seguir creyendo, es volver a la niñez”
El argentino presenta este sábado en Calamocha su espectáculo 'Volver a conectar'
Mirko Callaci es el responsable de que hoy, en Calamocha, nada parezca imposible. O al menos eso es lo que hace creer a todo el público cada vez que presenta su espectáculo Volver a conectar -que este sábado estrena en esta localidad turolense-. El ilusionista argentino, cuando era un niño, conoció en una plaza de Buenos Aires a un anciano que vendía trucos de magia. Él no sabía que esta pequeña anécdota cambiaría su vida. Esos mismos trucos fueron los que despertaron su pasión por convertirse en mago y ahora, este genio de lo imposible puede presumir de haber recorrido medio planeta exhibiendo al mundo sus shows fantásticos, marcados por la originalidad, sencillez y emoción.
Su entusiasmo por hacer creer a los demás que existe una dimensión diferente a la conocida le ha llevado a recibir numerosos galardones, entre los que destacan el León de Oro de las Vegas, La medalla de Oro a la originalidad, La Varita de Oro en Montecarlo, el premio Dragón de Plata en Pekín o incluso el reconocido premio Mandrake D’Or que otorga la Academia Francesa de Ilusionistas en París, entre muchos otros.
Después de haber recorrido los mejores cabarets del mundo y los escenarios de Argentina, Singapur, Las Vegas, Lisboa e incluso China- donde ha pasado los últimos diez años-, Mirko Callaci tiene un nuevo destino: La comarca del Jiloca, donde sorprenderá a todos los vecinos con su show tecnológico. Un espectáculo en el que, con ayuda del público, el mago demostrará que un Ipad puede ser la mejor de las varitas mágicas.
-Ha creado usted un espectáculo que se llama Volver a conectar y en el que las nuevas tecnologías tienen un papel protagonista, ¿Que mensaje quiere lanzar?
-Este espectáculo consiste en mezclar la magia tradicional con la tecnología, en el show uso Ipads, los teléfonos de los espectadores, una pantalla en la que retransmitimos lo que hacemos en el escenario, también habrá un video en el que también pasarán anécdotas... Es un show muy interactivo en el que adapto las nuevas herramientas que tenemos al mundo de la magia.
-Viene a Calamocha, sabe que esta tierra lucha por sobrevivir a la despoblación. Los magos tenéis por costumbre hacer desaparecer a las personas, ¿No podría invertir el truco y aquí hacerlas aparecer?
-Estaría genial, desde luego. Podríamos intentarlo. No sé por qué se va la gente si esta provincia tiene un patrimonio interesantísimo. Yo tenía muchas ganas de poder actuar aquí.
-¿Quién fue el/la ‘culpable’ de su pasión por la magia?
-Fue un anciano que hacía un truco de magia en una plaza de Buenos Aires. Cuando era pequeño, yo iba a jugar ahí porque había malabaristas y muchos otros espectáculos para ver. De repente, apareció ese señor mayor vendiendo trucos, materiales de magia, cerillas, cartones… Yo le empecé a comprar lo que él tenía en su puesto y cada semana iba a verle hasta que conseguí adquirir los ocho sets de ‘cómo hacerse mago’. Yo estaba súper ilusionado y le pregunté que cómo podía continuar y él me dijo: ‘tú ya eres mago’. Años después volví a Argentina y fui a esa misma plaza, me lo encontré y fue muy graciosa su reacción. Yo le dije que él me había vendido trucos hace muchos años y que quería darle las gracias porque por él me había hecho mago y había ganado varios premios. Él solo me miró y me preguntó: ‘¿Eres policía?’ No me quiso escuchar, pensaba que todo se trataba de una especie de cámara oculta.
-Pero en Argentina no existe una escuela de magia como Hogwarts, ¿Dónde se formó?
-En aquella época, en Argentina, había un club de magos, pero, al final, uno se tenía que hacer autodidacta. Yo leía muchos libros de magia que encontraba en la Biblioteca Nacional y, después, superé el examen de ingreso para formar parte de este club de magos. A partir de ahí, me rodeé de personas que compartían mi pasión por la magia e intercambiábamos secretos, trucos, juegos, ideas… Así es como yo me formé. Después yo conocí a Ricardo Rocao, -Fantasio, como era conocido artísticamente-, me dijo: ‘para poder vivir de la magia y poder cumplir tu sueño -que era trabajar en el cabaret Crazy Horse de París- tienes que tener un espectáculo propio con el que poder competir con diferentes magos. Así fue como mi meta se forjó en esa época.
-¿Y cómo consiguió lograr finalmente esa meta?
-Monté un espectáculo propio, competí en Argentina y gané el primer premio de Buenos Aires, ahí conseguí una beca para competir en el Congreso Nacional de España, en el que también gané el primer premio. A partir de ahí, fue una sucesión de competiciones alrededor del mundo, gané en el León de Oro de Las Vegas; La Varita de Oro de Mónaco del Festival de Montecarlo, que me lo entregó el Príncipe Rainiero; en Holanda también obtuve un premio... Fui viajando hasta que un día recibí una llamada de la dueña del Crazy Horse de París, me dijo que me había visto en un programa de televisión y que le gustaría que trabajara con ella. Yo no me lo podía creer, pero ahí fue cuando cumplí mi sueño de llevar mi espectáculo a la capital francesa.
-Luego su carrera desembocó en China...
-Sí, después de eso me fui a China por un contrato televisivo y en este país pasé los últimos diez años de mi vida, hasta que comenzó la pandemia y me vine a España.
-¿Qué va a traer a Calamocha que haya aprendido en este país?
-Estos diez años en China han cambiado mi manera de concebir el espectáculo, pero luego, llegó la pandemia y mi perspectiva volvió a dar un giro de 180 grados. Todo era online y esto cambió mi visión, por eso, ahora, en Calamocha, apuesto por un espectáculo interactivo usando la herramienta tecnológica y tratando de volver a conectar con las personas. Ahora estamos todo el día unidos a base de pantallas, pero yo lo que quiero es volver a conectar con la esencia de que somos seres sociables y necesitamos esa conexión con nosotros mismos y con el prójimo. No quiero hacer un espectáculo basado únicamente en lo que aprendí estos diez años en China, pero sí que voy a presentar dentro del espectáculo un mini acto en el que hago referencia a un filósofo chino que decía: ‘una flor no piensa en competir con las flores que tiene a su lado, simplemente florece’. Me parece que esa es una de las claves del éxito.
-¿La magia en estos tiempos ayuda a evadirse de esta realidad tan trágica que nos ha tocado vivir?
-Sí, la magia es la reina de las artes. La magia ayuda a seguir creyendo, a seguir apostando por la ilusión. En definitiva, es una vuelta a la niñez.
-¿Usted, alguna vez, de pequeño, se imaginó que podría llegar a vivir de la magia?
-No, ni de pequeño ni cuando empecé en esto, que ya era más mayor, pero la experiencia, el aprendizaje, nunca dejar de ensayar, de reunirme con otros magos, y sobre todo, de ponerle ganas hicieron que lo pudiera lograr. En España hay muy buenos magos, yo me encontré con Juan Tamariz en 2001, que fue la primera vez que vine a España a competir, y él me felicitó por haber ganado. A partir de ahí, yo fui a verle a muchos espectáculos y me llevó muy bien con muchos ilusionistas españoles.
-¿Cuál es el secreto para que un mago haya triunfado desde tan joven?
-Es difícil saberlo, no quiero ser hipócrita y decir que fue por arte de magia. Yo tenía un sueño, le puse empeño, me visualicé siendo mago y no paré hasta conseguirlo. La clave de todo es ensayar, conocer gente y esforzarse. A partir de ahí, uno va madurando y aunque nadie tiene una bola de cristal para saber si va a triunfar, con perseverancia y ganas, todo se consigue.
-Pero, en estos tiempos, ¿Se puede vivir de la magia?
-La respuesta correcta sería decir que no, no es fácil. La pandemia, de hecho, hizo que muchas personas que intentaban vivir de la magia, lo dejaran. El mundo artístico ha sido muy golpeado.
-¿Anima a usted a la juventud a que se sumerja en este mundo y trabaje en este sector?
-Sí, eso sí. Es difícil este mundo pero con esfuerzo todo se consigue y les animo a todos los niños y jóvenes que les guste la magia a que lo intenten y le pongan ganas, porque, al final, nunca se sabe. Además, la magia puede también abrir puertas para otros muchos negocios.
-¿Cuánto tiempo le lleva preparar cada espectáculo?
-Depende. Hay actos que te pueden llevar una vida entera, y otros que en dos semanas lo puedes conseguir. En general, como mínimo, un año.
-Y ahora, ¿Cuáles son sus planes para el futuro?
-¿Cuándo es el futuro? Ahora es todo muy incierto, no quiero planear qué podría hacer de aquí a dos años. Que todo fluya, tengo planes y cosas escritas, pero se pueden cancelar y que surjan otras nuevas. No tengo más planes que seguir aprendiendo, reinventándome y seguir conectado al mundo de la magia.
Su entusiasmo por hacer creer a los demás que existe una dimensión diferente a la conocida le ha llevado a recibir numerosos galardones, entre los que destacan el León de Oro de las Vegas, La medalla de Oro a la originalidad, La Varita de Oro en Montecarlo, el premio Dragón de Plata en Pekín o incluso el reconocido premio Mandrake D’Or que otorga la Academia Francesa de Ilusionistas en París, entre muchos otros.
Después de haber recorrido los mejores cabarets del mundo y los escenarios de Argentina, Singapur, Las Vegas, Lisboa e incluso China- donde ha pasado los últimos diez años-, Mirko Callaci tiene un nuevo destino: La comarca del Jiloca, donde sorprenderá a todos los vecinos con su show tecnológico. Un espectáculo en el que, con ayuda del público, el mago demostrará que un Ipad puede ser la mejor de las varitas mágicas.
-Ha creado usted un espectáculo que se llama Volver a conectar y en el que las nuevas tecnologías tienen un papel protagonista, ¿Que mensaje quiere lanzar?
-Este espectáculo consiste en mezclar la magia tradicional con la tecnología, en el show uso Ipads, los teléfonos de los espectadores, una pantalla en la que retransmitimos lo que hacemos en el escenario, también habrá un video en el que también pasarán anécdotas... Es un show muy interactivo en el que adapto las nuevas herramientas que tenemos al mundo de la magia.
-Viene a Calamocha, sabe que esta tierra lucha por sobrevivir a la despoblación. Los magos tenéis por costumbre hacer desaparecer a las personas, ¿No podría invertir el truco y aquí hacerlas aparecer?
-Estaría genial, desde luego. Podríamos intentarlo. No sé por qué se va la gente si esta provincia tiene un patrimonio interesantísimo. Yo tenía muchas ganas de poder actuar aquí.
-¿Quién fue el/la ‘culpable’ de su pasión por la magia?
-Fue un anciano que hacía un truco de magia en una plaza de Buenos Aires. Cuando era pequeño, yo iba a jugar ahí porque había malabaristas y muchos otros espectáculos para ver. De repente, apareció ese señor mayor vendiendo trucos, materiales de magia, cerillas, cartones… Yo le empecé a comprar lo que él tenía en su puesto y cada semana iba a verle hasta que conseguí adquirir los ocho sets de ‘cómo hacerse mago’. Yo estaba súper ilusionado y le pregunté que cómo podía continuar y él me dijo: ‘tú ya eres mago’. Años después volví a Argentina y fui a esa misma plaza, me lo encontré y fue muy graciosa su reacción. Yo le dije que él me había vendido trucos hace muchos años y que quería darle las gracias porque por él me había hecho mago y había ganado varios premios. Él solo me miró y me preguntó: ‘¿Eres policía?’ No me quiso escuchar, pensaba que todo se trataba de una especie de cámara oculta.
-Pero en Argentina no existe una escuela de magia como Hogwarts, ¿Dónde se formó?
-En aquella época, en Argentina, había un club de magos, pero, al final, uno se tenía que hacer autodidacta. Yo leía muchos libros de magia que encontraba en la Biblioteca Nacional y, después, superé el examen de ingreso para formar parte de este club de magos. A partir de ahí, me rodeé de personas que compartían mi pasión por la magia e intercambiábamos secretos, trucos, juegos, ideas… Así es como yo me formé. Después yo conocí a Ricardo Rocao, -Fantasio, como era conocido artísticamente-, me dijo: ‘para poder vivir de la magia y poder cumplir tu sueño -que era trabajar en el cabaret Crazy Horse de París- tienes que tener un espectáculo propio con el que poder competir con diferentes magos. Así fue como mi meta se forjó en esa época.
-¿Y cómo consiguió lograr finalmente esa meta?
-Monté un espectáculo propio, competí en Argentina y gané el primer premio de Buenos Aires, ahí conseguí una beca para competir en el Congreso Nacional de España, en el que también gané el primer premio. A partir de ahí, fue una sucesión de competiciones alrededor del mundo, gané en el León de Oro de Las Vegas; La Varita de Oro de Mónaco del Festival de Montecarlo, que me lo entregó el Príncipe Rainiero; en Holanda también obtuve un premio... Fui viajando hasta que un día recibí una llamada de la dueña del Crazy Horse de París, me dijo que me había visto en un programa de televisión y que le gustaría que trabajara con ella. Yo no me lo podía creer, pero ahí fue cuando cumplí mi sueño de llevar mi espectáculo a la capital francesa.
-Luego su carrera desembocó en China...
-Sí, después de eso me fui a China por un contrato televisivo y en este país pasé los últimos diez años de mi vida, hasta que comenzó la pandemia y me vine a España.
-¿Qué va a traer a Calamocha que haya aprendido en este país?
-Estos diez años en China han cambiado mi manera de concebir el espectáculo, pero luego, llegó la pandemia y mi perspectiva volvió a dar un giro de 180 grados. Todo era online y esto cambió mi visión, por eso, ahora, en Calamocha, apuesto por un espectáculo interactivo usando la herramienta tecnológica y tratando de volver a conectar con las personas. Ahora estamos todo el día unidos a base de pantallas, pero yo lo que quiero es volver a conectar con la esencia de que somos seres sociables y necesitamos esa conexión con nosotros mismos y con el prójimo. No quiero hacer un espectáculo basado únicamente en lo que aprendí estos diez años en China, pero sí que voy a presentar dentro del espectáculo un mini acto en el que hago referencia a un filósofo chino que decía: ‘una flor no piensa en competir con las flores que tiene a su lado, simplemente florece’. Me parece que esa es una de las claves del éxito.
-¿La magia en estos tiempos ayuda a evadirse de esta realidad tan trágica que nos ha tocado vivir?
-Sí, la magia es la reina de las artes. La magia ayuda a seguir creyendo, a seguir apostando por la ilusión. En definitiva, es una vuelta a la niñez.
-¿Usted, alguna vez, de pequeño, se imaginó que podría llegar a vivir de la magia?
-No, ni de pequeño ni cuando empecé en esto, que ya era más mayor, pero la experiencia, el aprendizaje, nunca dejar de ensayar, de reunirme con otros magos, y sobre todo, de ponerle ganas hicieron que lo pudiera lograr. En España hay muy buenos magos, yo me encontré con Juan Tamariz en 2001, que fue la primera vez que vine a España a competir, y él me felicitó por haber ganado. A partir de ahí, yo fui a verle a muchos espectáculos y me llevó muy bien con muchos ilusionistas españoles.
-¿Cuál es el secreto para que un mago haya triunfado desde tan joven?
-Es difícil saberlo, no quiero ser hipócrita y decir que fue por arte de magia. Yo tenía un sueño, le puse empeño, me visualicé siendo mago y no paré hasta conseguirlo. La clave de todo es ensayar, conocer gente y esforzarse. A partir de ahí, uno va madurando y aunque nadie tiene una bola de cristal para saber si va a triunfar, con perseverancia y ganas, todo se consigue.
-Pero, en estos tiempos, ¿Se puede vivir de la magia?
-La respuesta correcta sería decir que no, no es fácil. La pandemia, de hecho, hizo que muchas personas que intentaban vivir de la magia, lo dejaran. El mundo artístico ha sido muy golpeado.
-¿Anima a usted a la juventud a que se sumerja en este mundo y trabaje en este sector?
-Sí, eso sí. Es difícil este mundo pero con esfuerzo todo se consigue y les animo a todos los niños y jóvenes que les guste la magia a que lo intenten y le pongan ganas, porque, al final, nunca se sabe. Además, la magia puede también abrir puertas para otros muchos negocios.
-¿Cuánto tiempo le lleva preparar cada espectáculo?
-Depende. Hay actos que te pueden llevar una vida entera, y otros que en dos semanas lo puedes conseguir. En general, como mínimo, un año.
-Y ahora, ¿Cuáles son sus planes para el futuro?
-¿Cuándo es el futuro? Ahora es todo muy incierto, no quiero planear qué podría hacer de aquí a dos años. Que todo fluya, tengo planes y cosas escritas, pero se pueden cancelar y que surjan otras nuevas. No tengo más planes que seguir aprendiendo, reinventándome y seguir conectado al mundo de la magia.
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