

María Redón, truficultora de Sarrión: “La truficultura era un mundo de hombres en el que la mujer se ha abierto camino con esfuerzo”
“Me alegra que en el calendario Pioneras esté el sector de la trufa, porque en él siempre ha habido mujeres”María Redón lleva medio siglo, toda una vida casi, en el mundo de la trufa. A lo largo de todo este tiempo se ha enfrentado a muchos retos, uno de ellos y no sencillo, abrirse camino, junto con otras mujeres, en un mundo casi exclusivo de hombres. El papel femenino en el sector ha evolucionado mucho y ahora hay manos femeninas en todos los estamentos, desde la búsqueda en campo a la comercialización o la investigación. Ahora María Redón es la mujer que representa el mes de septiembre del Calendario Pioneras que ha editado la Diputación de Teruel y que ha ilustrado Elena Castillo.
-¿Qué papel han jugado las mujeres en este sector?
-Pues hemos estado ahí desde siempre, aunque muchas veces en la sombra. Yo llevo más de 50 años con la trufa, desde que me casé con Daniel, y al principio no se nos valoraba. Se daba por hecho que era el hombre quien trabajaba, y la mujer quedaba detrás sin reconocimiento. Ha habido muchas truficultoras en situaciones similares aunque, con la incorporación de nuevas generaciones, la situación ha cambiado bastante. Pero los comienzos fueron muy duros.
-Su marido se iba fuera durante la semana para buscar trufa en montes de otras provincias. ¿Cómo era su día a día?
-Sí, Daniel se marchaba los domingos o los lunes temprano y no volvía hasta el viernes por la noche. Mientras tanto, yo me ocupaba de la casa, de los hijos, de los animales y de cualquier problema que surgiera. Era difícil porque no había móviles, y muchas veces pasaba la semana entera sin poder comunicarme con él. Si no llamaba desde una cabina telefónica, no había forma de contacto.
-¿Cómo cambió su papel cuando dieron el salto al cultivo?
-Fue un cambio enorme. Vimos que las truferas naturales estaban desapareciendo, así que decidimos ir a Francia a conocer sus plantaciones y aprender de su experiencia. Al volver, comenzamos a desarrollar nuestro propio vivero y las plantaciones. En mi caso, pasaba el día entero en el vivero trabajando. Fue un paso clave para el futuro de la truficultura en nuestra zona.
-¿Qué le pareció que la incluyeran en el calendario de Pioneras?
-Me pareció muy bien, y más siendo mujer. Bueno, en realidad todo el calendario está dedicado a mujeres, pero me alegra mucho y me satisface que se hayan acordado del mundo de la trufa, un sector en el que ha habido muchas mujeres desde siempre pero que muchas veces han pasado desapercibidas.
-¿Está satisfecha con el reconocimiento?
-Sí, por supuesto, los calendarios me parecen una gran iniciativa y nos hemos ganado estar en ellos. La truficultura siempre fue un mundo de hombres y nosotras hemos tenido que abrirnos camino con mucho esfuerzo. Cuando empezamos en 1992, la mujer ya se estaba incorporando a muchos campos, pero el mundo rural seguía siendo muy machista. Recuerdo que, en las ferias, si mi marido no estaba en el stand, muchos hombres no querían que yo les explicara nada.
-¿Cómo logró cambiarlo?
-Fue un proceso largo. Durante dos o tres años notaba que los hombres no confiaban en mí para darles información sobre la trufa. Hasta que un día decidí plantarme, vino un joven interesado en hacer una plantación y le expliqué yo. Al terminar nuestra conversación, me dijo que no pensaba que supiera tanto sobre esto, pero yo si vendo algo, tengo que saber de lo que hablo. A partir de ahí, poco a poco, los hombres fueron aceptando que las mujeres también entendemos de truficultura. Ahora tengo muchos clientes y amigos que me valoran mucho como profesional, incluso más que algunas mujeres.
-¿Se ha sentido más respaldada por los hombres que por las mujeres?
-Sí, sí, he encontrado más apoyo en ellos.
-Con todo este trabajo, ¿cree que han abierto el camino para la siguiente generación?
-Sin duda. Ahora hay muchas mujeres jóvenes en la truficultura, como mis hijas o las hijas de otros compañeros. Para ellas ha sido más fácil, porque ya hemos allanado el camino.
-¿También ha cambiado la sociedad en este tiempo?
-Sí, las mujeres somos vistas de otra manera. Además, el trabajo en plantación es más accesible que el del monte, que es muy duro, pasaban toda la semana fuera de casa. A los hombres les costó aceptar que las mujeres podíamos buscar trufas como ellos, pero al final lo han entendido.
-Sus hijas también son truficultoras. ¿Cómo vive esa continuidad generacional?
-Sí, y me enorgullece mucho. Es una prueba de que todo este esfuerzo ha valido la pena.
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