Manuel Alcalá el pasado Viernes Santo junto al paso en la prisión de Teruel
Manuel Alcalá, jefe de peana de la Hermandad de Jesús Atado a la Columna: “En las hermandades tienes que tener sentimiento y compromiso, porque si no, no hacemos nada”
“Subir la calle San Francisco con el paso es cuestión de mentalizarse y sacar fuerzas, porque esa cuesta mata”
Manuel Alcalá es jefe de peana de la Hermandad de Jesús Atado a la Columna y Nuestra Señora de la Esperanza, cuya procesión del Viernes Santo es la más madrugadora de todas las que se celebran en Teruel, y su recorrido requiere de un esfuerzo adicional de los peaneros por las cuestas que tiene que subir de regreso de la prisión.
-¿Cuántos años lleva como jefe de peana?
-Desde el año 1990. Con la Virgen de la Esperanza fue hasta el año 2014, que me pasé de jefe de peana a Jesús Atado a la Columna. En la hermandad llevo desde el año 1984.
-¿Qué le animó a hacerlo?
-Fue por mediación de amigos, entré, me gustó y seguí en esto. Me gusta porque haces amigos, pasas unos ratos muy buenos, otros no tan buenos, y estoy dentro de la junta también, y ahí vamos resistiendo.
-¿Siempre ha sido costalero?
-Sí, siempre he sido costalero. Esto una vez lo prueba uno le gusta, hay que meterse para comprobarlo.
-En cambio cuesta conseguir que haya renovación de gente.
-Ahora mismo sí, la juventud no se implica mucho, pero vamos, de momento vamos insistiendo y vamos tirando para adelante.
-¿Qué les diría a los jóvenes para que se incorporaran y que cada año no pase lo mismo?
-A los jóvenes les diría que se impliquen en la Semana Santa, donde hay padres e hijos. Yo tengo la suerte de tener mis hijos aquí, que es un orgullo para mí también tenerlos participando y que sigan mi trayectoria, igual que muchos hijos de compañeros que tengo aquí están siguiéndolo, pero animaría a los jóvenes a que se interesen un poco más por esto y probarlo, a ver si vamos captando personal.
-Además es muy importante para la ciudad, ¿no?
-La Semana Santa es muy importante para Teruel, porque aquí estamos nuestros hermanos, pero nos juntamos con otras cofradías y acabamos como si fuéramos familia. Esto es lo que implica los valores de todas las personas que participamos en esto.
-¿Qué valores son esos?
-Lo primero mucho trabajo, y luego sentimiento, tienes que tener sentimiento, porque si no, no hacemos nada, sentimiento y compromiso.
-¿Cómo se vive el momento de las procesiones?
-Emocionalmente a veces a mí, durante la procesión, me saltan las lágrimas. Lo primero que hay es mucho respeto a lo que se lleva encima. Luego cada uno tiene sus sentimientos, pero más o menos es el amor que tenemos por los compañeros y por lo que llevamos encima.
-Sus hijos siguen la tradición, ¿cómo se lo ha transmitido?
-Les dije que tenían que probar ellos, y aquí siguen todos. Se metieron, probaron y aquí los tengo a los dos.
-¿Hace falta alguna preparación física los días previos?
-Lo que hay que estar es en buena forma física. A los nuevos que entran se les aconseja y se ponen como uno más. Siempre les digo que se dejen llevar y enseguida cogen la marcha. Es así como funciona esto.
-Ustedes salen muy temprano, se pasa frío...
-Este año aún se ha aguantado, pero otros ha hecho más.
-Y aun así salen con ganas.
-Sí, toda la vida, para la hermandad, la de la mañana a la prisión es la procesión principal que tenemos y esto no lo podemos dejar. Para nosotros es la procesión más bonita que tenemos.
-¿Cómo llevan lo del regreso, cuando hay que subir la calle San Francisco, que es lo más duro por lo empinada que está? ¿De dónde sacan esa fuerza?
-Subir la calle San Francisco con el paso es una cuestión de mentalizarse de que si hemos bajado podemos subir y sacar fuerzas de donde no hay a veces, porque es duro; la cuesta aquella mata, porque terminas San Francisco y coges la calle Nueva hasta arriba para llegar a la plaza del Torico. Eso es criminal, pero eso es mentalizarse. Y hay que hacerlo rápido, paradas las justas y para arribar. El bajar ya te cuesta menos, pero hay que parar más veces.
-Se ha podido recuperar por fin la Semana Santa de forma totalmente normal tras la pandemia, me imagino que con mucho recuerdo de los que no están, ¿no?
-Pues sí. Hemos tenido aquí después de la pandemia compañeros que ya no han podido salir porque se han encontrado mal o por circunstancias de que también ha habido mucho miedo, porque aquí tenemos que ir muy pegados. Me acuerdo después de la pandemia, cuando salimos ya, que tuvimos que hacerlo todos con mascarilla y hubo mucha gente reacia que no quería hacerlo por miedo, pero ahora gracias a Dios hemos vuelto a la normalidad.
-Con la mascarilla sería complicado hacerlo, ¿no?
-Muy mal, muy mal, para respirar, cuando se encierra aquí todo el personal de los que van adentro, porque los que van fuera no, pero los que van dentro van bastante peor.
-¿Después de la procesión cómo se recuperan del esfuerzo realizado?
-Después de la procesión vamos todos a almorzar de buena armonía y allí vamos hablando de las anécdotas de las que pasan siempre. Almorzar todos juntos, es la fisioterapia que tenemos nosotros, ahí se nos olvidan ya todas las penas y los dolores.
-¿Cuántos años lleva como jefe de peana?
-Desde el año 1990. Con la Virgen de la Esperanza fue hasta el año 2014, que me pasé de jefe de peana a Jesús Atado a la Columna. En la hermandad llevo desde el año 1984.
-¿Qué le animó a hacerlo?
-Fue por mediación de amigos, entré, me gustó y seguí en esto. Me gusta porque haces amigos, pasas unos ratos muy buenos, otros no tan buenos, y estoy dentro de la junta también, y ahí vamos resistiendo.
-¿Siempre ha sido costalero?
-Sí, siempre he sido costalero. Esto una vez lo prueba uno le gusta, hay que meterse para comprobarlo.
-En cambio cuesta conseguir que haya renovación de gente.
-Ahora mismo sí, la juventud no se implica mucho, pero vamos, de momento vamos insistiendo y vamos tirando para adelante.
-¿Qué les diría a los jóvenes para que se incorporaran y que cada año no pase lo mismo?
-A los jóvenes les diría que se impliquen en la Semana Santa, donde hay padres e hijos. Yo tengo la suerte de tener mis hijos aquí, que es un orgullo para mí también tenerlos participando y que sigan mi trayectoria, igual que muchos hijos de compañeros que tengo aquí están siguiéndolo, pero animaría a los jóvenes a que se interesen un poco más por esto y probarlo, a ver si vamos captando personal.
-Además es muy importante para la ciudad, ¿no?
-La Semana Santa es muy importante para Teruel, porque aquí estamos nuestros hermanos, pero nos juntamos con otras cofradías y acabamos como si fuéramos familia. Esto es lo que implica los valores de todas las personas que participamos en esto.
-¿Qué valores son esos?
-Lo primero mucho trabajo, y luego sentimiento, tienes que tener sentimiento, porque si no, no hacemos nada, sentimiento y compromiso.
-¿Cómo se vive el momento de las procesiones?
-Emocionalmente a veces a mí, durante la procesión, me saltan las lágrimas. Lo primero que hay es mucho respeto a lo que se lleva encima. Luego cada uno tiene sus sentimientos, pero más o menos es el amor que tenemos por los compañeros y por lo que llevamos encima.
-Sus hijos siguen la tradición, ¿cómo se lo ha transmitido?
-Les dije que tenían que probar ellos, y aquí siguen todos. Se metieron, probaron y aquí los tengo a los dos.
-¿Hace falta alguna preparación física los días previos?
-Lo que hay que estar es en buena forma física. A los nuevos que entran se les aconseja y se ponen como uno más. Siempre les digo que se dejen llevar y enseguida cogen la marcha. Es así como funciona esto.
-Ustedes salen muy temprano, se pasa frío...
-Este año aún se ha aguantado, pero otros ha hecho más.
-Y aun así salen con ganas.
-Sí, toda la vida, para la hermandad, la de la mañana a la prisión es la procesión principal que tenemos y esto no lo podemos dejar. Para nosotros es la procesión más bonita que tenemos.
-¿Cómo llevan lo del regreso, cuando hay que subir la calle San Francisco, que es lo más duro por lo empinada que está? ¿De dónde sacan esa fuerza?
-Subir la calle San Francisco con el paso es una cuestión de mentalizarse de que si hemos bajado podemos subir y sacar fuerzas de donde no hay a veces, porque es duro; la cuesta aquella mata, porque terminas San Francisco y coges la calle Nueva hasta arriba para llegar a la plaza del Torico. Eso es criminal, pero eso es mentalizarse. Y hay que hacerlo rápido, paradas las justas y para arribar. El bajar ya te cuesta menos, pero hay que parar más veces.
-Se ha podido recuperar por fin la Semana Santa de forma totalmente normal tras la pandemia, me imagino que con mucho recuerdo de los que no están, ¿no?
-Pues sí. Hemos tenido aquí después de la pandemia compañeros que ya no han podido salir porque se han encontrado mal o por circunstancias de que también ha habido mucho miedo, porque aquí tenemos que ir muy pegados. Me acuerdo después de la pandemia, cuando salimos ya, que tuvimos que hacerlo todos con mascarilla y hubo mucha gente reacia que no quería hacerlo por miedo, pero ahora gracias a Dios hemos vuelto a la normalidad.
-Con la mascarilla sería complicado hacerlo, ¿no?
-Muy mal, muy mal, para respirar, cuando se encierra aquí todo el personal de los que van adentro, porque los que van fuera no, pero los que van dentro van bastante peor.
-¿Después de la procesión cómo se recuperan del esfuerzo realizado?
-Después de la procesión vamos todos a almorzar de buena armonía y allí vamos hablando de las anécdotas de las que pasan siempre. Almorzar todos juntos, es la fisioterapia que tenemos nosotros, ahí se nos olvidan ya todas las penas y los dolores.
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