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Lucía López Marco, veterinaria y escritora: Lucía López Marco, veterinaria y escritora:
Lucía López Marco, con el nuevo libro que acaba de editar con Prames

Lucía López Marco, veterinaria y escritora: "El consumidor tiene en la cesta de la compra una gran herramienta para frenar el cambio climático"

"La administración pone muchas trabas para que la juventud se instale en el medio rural, eso debe cambiar"
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Cruz Aguilar

Lucía López Marco es una veterinaria de Zaragoza que vive en un pequeño pueblo de Huesca y que pone en valor la vida en el medio rural a través de su blog, mallata.com. Ahora parte de esos artículos que cuelga en la red han sido recopilados en un libro, editado por Prames y que lleva por título Haciendo mallata. Recopilatorio de relatos trashumantes.

-Usted es muy activa en su blog. ¿Por qué decide a pasar algunos de los relatos a papel?
-El formato blog no le llega a mucha gente, el papel sí. Por otro lado, todo lo que se publica en la red es muy efímero, tiene vida ese día y dos o tres días más, sin embargo en el papel está siempre ahí para consultarlo. Hay artículos que están en el blog que tienen sentido más allá de la semana en la que se publican e incluirlos en el libro es una forma de mantenerlos vivos más tiempo.

-¿Qué es una mallata?
-Es un refugio en el que los pastores de ganadería extensiva tradicional solían refugiarse en las noches de verano. Recogían el ganado con una malla para que no se escaparan, de ahí mallata, y ellos se alojaban en el interior. En aragonés fer mallata se ha mantenido como expresión de pasar la noche fuera, aunque no duermas en una mallata. Yo ahora invito a pasar la noche en estas páginas para acercarse más al medio rural.

-¿Qué ha priorizado a la hora de seleccionar los relatos?
-He intentado que fuesen  atemporales, que contasen algo interesante muy vinculado a la etnografía, al territorio, dar a conocer a personas que hacen cosas muy interesantes y he incluido alguno que no estaba como uno dedicado a Teruel que se titula Luchando contra molinos de viento.

-¿Hace referencia al despliegue de renovables o a lo quijotesco que es resistir en el medio rural?
-Es la historia de una chica que  deja su vida en la ciudad para hacerse pastora en un pueblo, pero no le daban permiso para montar su explotación  en las tierras familiares porque están a menos de un kilómetro de distancia de las ruinas del castillo de Monforte de Moyuela. Ella no consigue una evaluación favorable de impacto ambiental y se busca montar la explotación en otro lugar, sin usar esos campos para pastos, pero luego el Inaga da el visto bueno a poner aerogeneradores. Hablo de esas incongruencias, esas actividades que llevan toda la vida desarrollándose en el territorio tienen impacto según la administración y otras que son megaparques, no lo tienen.

Machismo

-En alguno de los relatos habla del machismo inherente al medio rural. ¿Por qué hay más que en el medio urbano?
-No sé si hay más o menos, lo que sí que es verdad es que en el medio rural es todo más patentes, en la ciudad se camufla más.

-Habla en su libro de cómo los medios de comunicación mostramos a las mujeres ganaderas y agricultoras como si fueran algo exótico. ¿No cree que darles visibilidad puede servir de ejemplo para otras?
-Sí, hay que darles visibilidad, porque siempre sirve de ejemplo pero  hay grandes medios que sacan a las mujeres en días muy concretos y como si fuesen algo extraño. Desde medios nacionales ponen el foco en las mujeres ganaderas como si fueran algo raro, cuando hay muchas que se dedican a ello.

-La “infección del virus del éxodo rural” es otro de los temas que incluye en ‘Haciendo Mallata’, y lamenta la inacción de las administraciones. El artículo es de hace casi ocho años, de 2015. ¿Ha cambiado algo la situación en este tiempo?
-Sobre todo la visión que tiene la sociedad sobre el medio rural, ha cambiado mucho en muy poco tiempo, pero a nivel de administración sigue poniendo muchas trabas para que la población se instale en el medio rural. Se va avanzando, hay interés pero queda mucho por hacer, falta mucho por facilitar que la gente joven se mude al medio rural.

-¿La visión de la sociedad ha cambiado para bien o para mal?
-Para bien, antes era raro que la gente volviera y si se quedara a vivir y los que lo hacían eran como fracasados, creo que eso se ha superado ya.

-En su libro alerta del cambio climático. ¿Podemos hacer algo como personas individuales para frenarlo?
-Podemos hacer mucho, entre otras cosas consumir productos locales y de temporada porque es una forma de activar la economía circular que tanto se predica ahora. La clave está en pequeñas acciones, en depender menos de combustibles fósiles, pero como personas tenemos una herramienta muy potente que es la cesta de la compra y cambiando nuestros hábitos a la hora de comprar podemos hacer mucho.

-Es muy crítica con la ganadería industrial pero la de pequeña escala es insuficiente para mantener a la población mundial que, por otra parte, no podría asumir sus precios. Hay una dicotomía entre lo que está bien ambientalmente y lo que podemos permitirnos.
-Hay que reducir el consumo de carne inevitablemente, de cara al cambio climático y por nuestros hábitos saludables. Si conseguimos menos y es de ganadería extensiva no se nota tanto en el bolsillo. El coste ambiental de la ganadería industrial es muy grande y la carne que se produce se exporta, aquí solo nos queda el purín. Hay que apoyar el cambio hacia lo extensivo y fomentar el traspaso hacia gente que no sea de la propia familia.

 

 

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