Juan Pardo, junto a la cabeza del Dragón que saldrá el día 23 a la plaza en la representación del Vencimiento
Juan Pardo Gallego, jinete 'San Jorge' hasta 2023 en el Vencimiento del Dragón de Alcañiz: “El mérito no es mío sino de mi caballo, porque si él no valiera yo no habría sido San Jorge ”
Con su retirada de la representación por una lesión de rodilla, valora cómo ha vivido esta experienciaAlcañiz quiere conseguir el reconocimiento nacional para el Vencimiento del Dragón
El Día del Voto y el Vencimiento del Dragón, con más caballeros que nunca, llenan Alcañiz
Durante veinte años, Juan Pardo Gallego se ha vestido con el traje donde lucen las cuatro barras aragonesas y colocado la armadura para salir a representar a San Jorge en su enfrentamiento con el poderoso Dragón en la plaza de España de Alcañiz.
Han sido dos décadas en las que cada 23 de abril la concurrencia ha visto cómo manejaba a su caballo Lebrijano y lo arrimaba a un animal furibundo que se movía a un lado y otro dando coletazos. Y en las mismas veinte ocasiones Juan Pardo ha vencido al temible Dragón lanzándole un ramillete de flores. Ahora ha llegado el momento de la despedida: una lesión de rodilla y el paso del tiempo, la edad, le obligan a dejarlo. “Hay que dejar paso a la gente joven”, afirma.
-¿Veinte años de San Jorge han dado para muchas experiencias?
-Han sido veinte años, pero el resto del tiempo he estado en la tropa de jinetes. Solo en dos ocasiones no pude estar, porque trabajaba fuera.
-¿Qué se siente cuando se despide uno de un personaje que ha representado durante tanto tiempo?
-Se siente un poco de tristeza, porque me he retirado porque tengo fastidiada la rodilla, que me la tienen que operar y no me la operan. Estoy a base de pastillas y no lo paso bien. Duele dejarlo, porque he estado muchos años al pie del cañón, no solo como jinete y representando a San Jorge, sino que he herrado caballos, he ensayado y comido en mi huerta con los dragoneros y los jinetes... han sido unos años muy bonitos.
-Ha estado en la plaza de Alcañiz, pero también fuera llevando la representación a Zaragoza, por ejemplo.
-Sí, he estado en el Pignatelli, en Puerto Venecia con el caballo... en fin, es una vida de aventuras y de detalles muy bonitos, pero los años no pasan en balde, y ya tengo 70 años y hay que dejar sitio a la gente joven.
-¿Cómo se llama su caballo?
-Mi caballo se llama Lebrijano, aunque le llamamos Jano para los amigos.
-En un evento con tanta cantidad de gente como el del Vencimiento del Dragón de Alcañiz, ¿jinete y caballo han de ser uno solo, no es así?
-Siempre lo he dicho cuando me han entrevistado: el mérito no soy yo sino mi caballo. Si el caballo no me valiera ni saldría de jinete ni de San Jorge. Mi caballo es precioso, pero además es luchador y, si le digo que tire, él tira. En el Vencimiento del Dragón, si el caballo no se acerca al Dragón, la película no es bonita.
-¿Y un caballo así de valiente nace o se hace?
-Mi caballo es pura raza española de la yeguada militar de Zaragoza. Es un buen caballo que tiene unas elevaciones y unos gestos muy bonitos y, además, es valiente y no le tiene miedo a nada, le pasa como al dueño (risas). Si hay que ir a la guerra, pues se va.
-¿A qué puede tener un caballo miedo en esa plaza y en ese acto multitudinario?
-Hay caballos que cuando tienen la banda de música detrás y tienen al director de la misma moviendo los brazos se ponen muy nerviosos. Aunque parece que miren hacia adelante, siempre tienen un ojo mirando hacia atrás. Aparte de eso, el caballo es un animal salvaje y de manada, que está dirigida por un macho que es el más valiente de todos. Cuando los separas de la manada, se vienen un poco abajo, por eso el caballo que lleva a San Jorge es el que más complicaciones ha de tener, aunque en mi caso son tantos años que mi caballo ya no le tenía miedo a nada. Pero son muchos años y confianza.
-¿Y a los miles de personas que hay en la plaza?
-No, no es el caso de Lebrijano. He organizado algunos eventos en los que han participado cientos de niños y no ha habido ningún problema.
-¿Cuando le operen la rodilla volverá, aunque sea para actuar de tropa?
-No me importaría, pero hay que dejar paso a otras personas más jóvenes, como cuando uno se jubila.
-¿Qué es lo más complicado para el caballo en la representación de la plaza de España?
-Sin duda alguna, el Dragón, porque para el caballo es un bicho grande, extraño y al que el caballo no está acostumbrado porque se mueve mucho.
-¿Después de dos décadas qué se le ha pasado por la cabeza cuando ha decidido dejar paso y dar el relevo?
-Pues lo que he pensado es que me hago mayor, y eso duele mucho. Pero es ley de vida. Han sido veinte años muy bonitos, conviviendo con personas y viviendo el mundo del caballo a tope. Ha sido un orgullo, pero hay que ser realista y pensar que la vida pasa y que se va, aunque nos duela. Y cuando me operen de la rodilla, un tercer reto, volver a Santiago de Compostela.
Han sido dos décadas en las que cada 23 de abril la concurrencia ha visto cómo manejaba a su caballo Lebrijano y lo arrimaba a un animal furibundo que se movía a un lado y otro dando coletazos. Y en las mismas veinte ocasiones Juan Pardo ha vencido al temible Dragón lanzándole un ramillete de flores. Ahora ha llegado el momento de la despedida: una lesión de rodilla y el paso del tiempo, la edad, le obligan a dejarlo. “Hay que dejar paso a la gente joven”, afirma.
-¿Veinte años de San Jorge han dado para muchas experiencias?
-Han sido veinte años, pero el resto del tiempo he estado en la tropa de jinetes. Solo en dos ocasiones no pude estar, porque trabajaba fuera.
-¿Qué se siente cuando se despide uno de un personaje que ha representado durante tanto tiempo?
-Se siente un poco de tristeza, porque me he retirado porque tengo fastidiada la rodilla, que me la tienen que operar y no me la operan. Estoy a base de pastillas y no lo paso bien. Duele dejarlo, porque he estado muchos años al pie del cañón, no solo como jinete y representando a San Jorge, sino que he herrado caballos, he ensayado y comido en mi huerta con los dragoneros y los jinetes... han sido unos años muy bonitos.
-Ha estado en la plaza de Alcañiz, pero también fuera llevando la representación a Zaragoza, por ejemplo.
-Sí, he estado en el Pignatelli, en Puerto Venecia con el caballo... en fin, es una vida de aventuras y de detalles muy bonitos, pero los años no pasan en balde, y ya tengo 70 años y hay que dejar sitio a la gente joven.
-¿Cómo se llama su caballo?
-Mi caballo se llama Lebrijano, aunque le llamamos Jano para los amigos.
-En un evento con tanta cantidad de gente como el del Vencimiento del Dragón de Alcañiz, ¿jinete y caballo han de ser uno solo, no es así?
-Siempre lo he dicho cuando me han entrevistado: el mérito no soy yo sino mi caballo. Si el caballo no me valiera ni saldría de jinete ni de San Jorge. Mi caballo es precioso, pero además es luchador y, si le digo que tire, él tira. En el Vencimiento del Dragón, si el caballo no se acerca al Dragón, la película no es bonita.
-¿Y un caballo así de valiente nace o se hace?
-Mi caballo es pura raza española de la yeguada militar de Zaragoza. Es un buen caballo que tiene unas elevaciones y unos gestos muy bonitos y, además, es valiente y no le tiene miedo a nada, le pasa como al dueño (risas). Si hay que ir a la guerra, pues se va.
-¿A qué puede tener un caballo miedo en esa plaza y en ese acto multitudinario?
-Hay caballos que cuando tienen la banda de música detrás y tienen al director de la misma moviendo los brazos se ponen muy nerviosos. Aunque parece que miren hacia adelante, siempre tienen un ojo mirando hacia atrás. Aparte de eso, el caballo es un animal salvaje y de manada, que está dirigida por un macho que es el más valiente de todos. Cuando los separas de la manada, se vienen un poco abajo, por eso el caballo que lleva a San Jorge es el que más complicaciones ha de tener, aunque en mi caso son tantos años que mi caballo ya no le tenía miedo a nada. Pero son muchos años y confianza.
-¿Y a los miles de personas que hay en la plaza?
-No, no es el caso de Lebrijano. He organizado algunos eventos en los que han participado cientos de niños y no ha habido ningún problema.
-¿Cuando le operen la rodilla volverá, aunque sea para actuar de tropa?
-No me importaría, pero hay que dejar paso a otras personas más jóvenes, como cuando uno se jubila.
-¿Qué es lo más complicado para el caballo en la representación de la plaza de España?
-Sin duda alguna, el Dragón, porque para el caballo es un bicho grande, extraño y al que el caballo no está acostumbrado porque se mueve mucho.
-¿Después de dos décadas qué se le ha pasado por la cabeza cuando ha decidido dejar paso y dar el relevo?
-Pues lo que he pensado es que me hago mayor, y eso duele mucho. Pero es ley de vida. Han sido veinte años muy bonitos, conviviendo con personas y viviendo el mundo del caballo a tope. Ha sido un orgullo, pero hay que ser realista y pensar que la vida pasa y que se va, aunque nos duela. Y cuando me operen de la rodilla, un tercer reto, volver a Santiago de Compostela.
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