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Juan Pardo, San Jorge en el Vencimiento del Dragón de Alcañiz: “El caballo ve al dragón como un mostruo y le tienes que hacer ver que no es así” Juan Pardo, San Jorge en el Vencimiento del Dragón de Alcañiz: “El caballo ve al dragón como un mostruo y le tienes que hacer ver que no es así”
Juan Pardo volverá a interpretar a San Jorge en el Vencimiento de Alcañiz

Juan Pardo, San Jorge en el Vencimiento del Dragón de Alcañiz: “El caballo ve al dragón como un mostruo y le tienes que hacer ver que no es así”

“Me siento muy orgulloso de interpretar a San Jorge y la gente por la calle me llama más así que por mi nombre”
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Javier Gascó
Con más de 40 años de pasión desenfrenada por los caballos, Juan Pardo volverá a enfundarse la vestimenta de San Jorge para derrotar al Dragón este domingo en la plaza España de Alcañiz. Su amor por el mundo ecuestre se refleja en las palabras de amor y admiración con las que define el minucioso trabajo que debe realizar el caballo para poder hacer frente al enorme monstruo que simboliza el mal en la representación.

-A pesar del cambio de día, imagino que las ganas permanecen intactas, ¿no?

-Sí. Uno lo echa en falta, son muchos años metido en el ajo. Soy casi uno de los impulsores. Desde el primer Vencimiento del Dragón estoy ahí. Los dos primeros años salí de soldado porque una chica hacía de San Jorge. Luego cogí las riendas y empecé a hacerlo yo. Únicamente me he saltado los años que se lo he cedido a otros jinetes porque el caballo les respondía mejor. A mis 68 años y desde 2015 con dudas ya no soy un San Jorge joven, pero ahí seguimos.

-¿Quién es más importante, el jinete o el caballo?

-El mérito lo debe tener siempre el caballo porque al final es él el que no puede tener miedo de enfrentarse al dragón. Hay que ensayar mucho porque los animales son animales y tienen sus miedos. Por otra parte es un evento muy bonito para los que estamos vinculados al mundo ecuestre.

-¿Cuál es el truco para que salga bien?

-Los animales siguen a un líder y si ven que este tiene miedo, ellos no van a tirar hacia delante. Un caballo tiene que saber hasta dónde puede llegar, pero si tiene miedo el jinete tiene que demostrarle que él es su protector. Es su líder y tiene que ganarse su confianza. Es un proceso lento y hace falta constancia para darle a entender que el dragón no se va a comer a nadie. Bajas una vez, lo acaricias, ejecutas tú la acción, lo pasas del ramal, vuelves a montar y así hasta que el caballo pierde el miedo.

-Suena complicado, ya que cada caballo es diferente.

-Yo he tenido dos caballos y cada uno tenía sus características, pero al final conociéndolos se consigue el objetivo. El caballo ve al dragón como un monstruo pero le tienes que hacer entender que no es así. Mi caballo de ahora cada vez que ve al dragón se acaba saludando con él, ya ni se inmuta. En 2015 regresé tras un parón. Hacía tres años que mi caballo no veía al dragón. Teníamos dudas porque otro caballo se había desbocado en el segundo ensayo en la plaza. Si llega a haber público podía haber sido una desgracia. El mío llegó y estuvo tranquilo.

-Además del caballo, el jinete también tiene mérito. ¿Qué supone interpretar a San Jorge?

-Me siento muy orgulloso. Intento guardar todas las fotos que me han hecho a lo largo de los años. Pienso que los que vengan por detrás, mis hijos y mis nietos, podrán verme en el caballo en medio de la plaza y me enorgullece una barbaridad. Además, la gente por la calle ya me llama más San Jorge que por mi nombre original.

-¿Cuál es el momento más especial de toda la representación?

-El mejor momento es el último día cuando termina. El corazón te late a una velocidad que no es normal y es una mezcla entre satisfacción de que todo ha salido bien, o medianamente bien, y liberación. Yo voy muy nervioso, con el corazón encogido. El día del Vencimiento ya no es un ensayo, ya no hay vuelta atrás en caso de que algo salga mal. Sales un poco encogido, pero luego te liberas de todo y dices “Ay, qué bien”. El orgullo cuando acabas lo reconocen hasta los caballos, que suben satisfechos por lo que han hecho.

-Su amor por los caballos se aprecia desde la distancia. ¿Cuántos años de contacto con los animales hay tras esa pasión?

-Toda la vida me han gustado. Desde hace casi cuarenta años tengo caballos. Cuando empecé solo tenían caballo tres personas en Alcañiz. Iniciamos el ciclo y movimos el hilo y desde entonces nunca han faltado caballos para ningún evento. Hemos ido al Camino de Santiago, varias veces a Caspe, participamos en todas las actividades que requieren caballos. Yo soy el que inició la cultura del caballo en Alcañiz.

-¿Qué se necesita para tener un caballo?

-Lo primero es un espacio en el que puedas tener una cuadra y un trocito de bancal para que el animal pueda salir, tumbarse, pegar cuatro brincos...Tener caballos no es tan complicado, simplemente hay que quererlo. Hoy en día ese mundo está de capa caída. Está desapareciendo mucho la tradición porque tiene un coste. Yo no diría que tener un caballo sea caro, pero es un gasto extra que la gente se quiere evitar. Un pupilaje (estancia y cuidados básicos) cuesta unos 160 euros al mes. No es un gasto excesivo, pero con ese dinero puedes pagar la factura de la luz. En Alcañiz han desaparecido muchos de los caballos que habían antes. Solo espero que esta tradición no se pierda y el mundo del caballo vuelva a crecer.



 

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