

José Vicente Solaz, panadero y pastelero: "En Los Cerezos hay pan todos los días del año y hago tartas y turrones para toda la zona"
"Coloco por las tardes una bolsa de pan con barras y un monedero para que, quien coja una, eche un euro"José Vicente Solaz Moliner tiene 55 años y lleva 30 al frente de la panadería de Los Cerezos. Comenzó el negocio cuando se trasladó desde Valencia a esta pedanía de Manzanera, de donde es su mujer y su madre. En los primeros años le ayudó su esposa, aunque ya hace una quincena que empezó a contratar personal porque no daba abasto. En la gala celebrada en diciembre de la Asociación de Empresarios de Gúdar-Javalambre recibió una Mención Especial por su trayectoria laboral y el mantenimiento del oficio de panadería.
-¿Qué le motivó a emprender en Los Cerezos?
-Lo monté porque en Los Cerezos no había panadería, había cerrado años atrás. Me vine de Valencia y había trabajado durante 6 o 7 años de panadero y pastelero y nos decidimos a montar algo en verano, como una sucursal para vender el pan que se hacía en los alrededores. Al tercer año ya nos lanzamos a poner en marcha el obrador. Empezamos con un horno muy chiquitín y fuimos ampliando hasta este año, que vamos a cumplir 30 con el negocio. Es un horno de gasoil porque al trabajar yo solo tuve que buscar el equilibrio entre dar un buen servicio y la comodidad.
-¿Entre su clientela se encuentran solamente los vecinos de Los Cerezos?
-Nos hemos hecho un referente en toda la comarca porque, como trabajé de pastelero, hago pasteles y turrones y viene gente de los alrededores a comprar.
-¿Su pan sólo se vende allí o hay algún sitio más?
-Llevo a Torrijas porque se quedó sin panadería y a varios negocios de hostelería.
-¿Es un trabajo duro?
-Mucho. Este año lo dejo porque no cierro ningún día al año, sólo en Navidad y en Año Nuevo. Me voy a retirar, pero he encontrado unos chicos que van a seguir con el negocio. Se lo va a quedar un matrimonio que buscaban un cambio en su vida, pero seguirán con la misma línea.
-¿A qué se va a dedicar?
-A mi vida personal, que estos años he renunciado a ella.
Lo más complicado
-¿Qué es lo más complicado del negocio de la panadería?
-Al trabajar todos los días renuncias a tu vida personal. Todo esto lo he podido mantener gracias al apoyo de mi mujer, que es la que más ha sufrido esta profesión. Mis hijos ya son mayores y están trabajando y no quieren seguir con el negocio.
-¿Se va con la satisfacción de haber encontrado relevo?
-Por supuesto, es la condición que me puse a mi mismo. Yo no iba a cerrar la puerta hasta que encontrara a alguien. Son muchos años y no estaba dispuesto a bajar la persiana y que esto se quedara sin nada, porque cuando se cierra luego es muy difícil volver a abrirla. Además aquí se vive mucho del turismo y le haría
-¿Estas navidades han sido las últimas en las que se han comido sus turrones?
-El mío sí, pero estos chicos van a intentar conservar algunas de las cosas que yo hacía. En estos negocios que funcionan con el turismo te tienes que mover con cosas de temporada. Cada época del año tienes que tener un referente para vender y que las cuentas salgan, porque con el pan diario de un pueblo como Los Cerezos no salen. Eso es una traba y otra es a nivel de administración. Tener trabajadores es una complicación a nivel administrativo para un negocio pequeño. Yo fui contratando ya hace quince años porque sólo no podía y estoy muy agradecido a todas las mujeres que han trabajado conmigo, también a la clientela y, sobre todo, a mi familia.
-Los empresarios le premiaron por su trayectoria laboral y el mantenimiento del oficio de panadería. ¿Qué ha supuesto este reconocimiento?
-Muy agradecido porque viene de la gente que tienes a tu alrededor, que siempre me ha ayudado mucho. Me sentí muy arropado, fue una sorpresa, me llevaron engañado y me lo dieron sin esperarlo. Es un premio para mí pero también para mi familia y para las trabajadoras que he tenido en todos estos años.
-¿Cuál es el producto que más gustaba de los que hacía?
-El turrón gusta mucho, sólo con venta directa vendo 1.500 pastillas cada año. También he trabajado mucho la pastelería, porque por la zona no había, tartas de cumpleaños, de comunión... El pan no ha sido un referente de mi negocio, más bien hemos dado un servicio, porque yo sí que hago pan todos los días del año y tengo incluso un monedero rústico de autoservicio, una bolsa que dejo con barras de pan por la tarde y la gente echa un euro y se lleva la barra de pan a la hora que quiere.
-¿Siempre le cuadran las cuentas de ese autoservicio?
-Bueno… eso no siempre, pero la gente que llega tarde siempre tiene una barra para la cena, o los domingos, que cerramos antes, no dejamos a nadie sin servicio.