Javier Benito, periodista y escritor: "La bondad es una opción que puedes elegir incluso en las circunstancias más extremas"
Ha publicado 'El carcelero' (Prames), sobre la peripecia vital de su abuelo, nacido en MontalbánEl periodista zaragozano Javier Benito es autor de El carcelero, un libro publicado por Prames en el que narra la peripecia vital de su abuelo, el funcionario de prisiones montalbino Manuel Joaquín Hueso Argente. Su trayectoria permite a Benito trazar un recorrido humano a través de buena parte de la historia reciente de España, que tiene como tema central la bondad del ser humano incluso en las circunstancias más extremas.
-¿Qué tiene de biografía, de ensayo o de novela su libro?
-Hay quién lo ha definido como novela y no me parece mal, pero creo que el término que mejor lo describe es el de crónica periodística, por la mezcla de géneros que ofrece, y porque por mi formación de periodista es donde más cómodo me encuentro. Mi intención era contar la historia de mi abuelo y situarla en su contexto histórico. Hay episodios en los que cuento con poquísima documentación y tengo que recurrir a la recreación, quizá donde más entra la ficción. Otros momentos son muy descriptivos, acercándose al ensayo, y otros son más analíticos en los que doy mis puntos de vista personales sobre determinados asuntos.
-¿De dónde parte toda la documentación que ha utilizado para escribir ‘El carcelero’?
-De muchas fuentes a las que he acudido con diferente suerte. La documentación coincidió con la pandemia y no me permitió desplazarme a algunos sitios, aunque a través de internet conseguí mucha información en archivos nacionales, que completaban los testimonios personales que ya tenía sobre mi abuelo a través de mi madre o de mis tíos. Ha sido una labor de años, hasta que llegó el momento en el que, por un parón profesional como periodista, tuve el tiempo necesario para asumir el resto de la investigación y plasmarla en el tipo de historia que yo buscaba, que funde la historia de mi abuelo con su propio contexto.
-¿A qué se refiere?
-No quería que se quedara simplemente en la historia de un señor que fue mi abuelo. Su recorrido vital fue desde la guerra de Filipinas hasta la posguerra española de los años 40, pasando por la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera, la II República o la Guerra Civil en el contexto nacional, además de las dos guerras mundiales o la pandemia de 1918 en el contexto internacional. Esta historia me sirve para hablar sobre muchos sucesos y aspectos en los que tuvo o no participación directa, y creo que tiene la virtud de hacer un recorrido por la historia contemporánea de España hasta prácticamente la Transición.
El protagonista
-Hábleme de Manuel Joaquín Hueso Argente, su abuelo y protagonista de esta historia.
-Nació en Montalbán el 24 de diciembre de 1876 y murió en ese mismo pueblo el 1 de mayo de 1948. Con 21 años estuvo dos años y medio en la guerra de Filipinas, donde lo apresaron en la peor de las condiciones posibles, ya que lo arrojaron a los cerdos para que fuera devorado. Consiguió escapar de milagro y, tras muchas vicisitudes logró regresar a Montalbán, donde por paradojas del destino acabó aprobando una oposición a funcionario de prisiones. Esa experiencia del inframundo en Filipinas le marcó tanto que debió de adquirir una especie de compromiso vital para mantener siempre y a toda costa el respeto y la dignidad de los presos a su cargo. Eso no lo contó él, lógicamente, sino que es una conclusión a la que llego al repasar su vida. Siempre lo hizo, hasta el punto de que en una ocasión fueron los propios presos a su cargo los que le salvaron de morir fusilado. Por eso esta historia puede parecer una paradoja, porque es el relato sobre un carcelero, pero en realidad es el de una persona comprometido con el respeto a los demás, lo que anima a hacer una reflexión a favor de la paz lo que no está nada mal en estos tiempos tan agitados que corren. La bondad es una opción incluso en las circunstancias más difíciles.
-¿Qué episodio fue ese que cuenta?
-A mi abuelo el inicio de la guerra le pilló destinado como funcionario de prisiones en Caspe. Pensaba que sería un destino tranquilo y fue un infierno, porque fue centro neurálgico de las grandes pulsiones iniciales de la guerra, con el triunfo inicial de la sublevación merced al tristemente conocido capitán José Negrete, y después de la llegada de las milicias anarquistas y comunistas que pararon el triunfo sublevado en Aragón. El caso es que cuando llegaron las columnas republicanas a Caspe, le exigieron a mi abuelo que liberase a dirigentes izquierdistas que había encarcelado a Negrete. Él ya había tenido alguna experiencia anterior al respecto, y sabía que la evasión de presos podía constituir incluso delito, por lo que le dijo al militar que no podía soltarlos. Entonces lo encañonaron y solamente la intervención de los propios presos republicanos impidieron que muriese fusilado.
-Tendría que adaptarse a numerosas realidades diferentes...
-No le quedó otra. Pero tengo testimonios directos de familiares de personas presas que estuvieron a su cargo, ya con el franquismo, y para mi satisfacción y orgullo solo contaban bendiciones de él. Por eso digo que el relato en realidad redunda en una historia de respeto hacia el ser humano, incluso en unas circunstancias tan difíciles como las que tuvo que vivir él.