Isaac Rosa: "La lectura debe ser un acto de resistencia contra todo lo que nos empuja a vivir apresuradamente"
El escritor extremeño Isaac Rosa inauguró a finales de la semana pasada el Salón del Libro ENDEI norte de Calamocha con un discurso en el que analizaba qué ha ocurrido con los hábitos de lectura durante la pandemia y qué conclusiones podemos sacar de ello. De esto no hemos salido mejores, como nos propusimos, pero al menos hemos salido más lectores.
-Es paradojico que el mundo del libro, en crisis permanente, haya salido reforzado de este último envite, ¿no?
-Han sido dos años especialmente buenos para el sector. Por primeravez una crisis le ha caído bien al mundo del libro, mientras que para el resto de sectores culturales ha sido un desastre. Parte de lo que ha ocurrido es que hemos necesitado leer más para buscar cosas que nos ayudaran a superar la incertidumbre. A los que nos dedicamos al libro nos gusta mucho ese concepto del libro como refugio. Pero realmente lo que ha pasado es que hemos leído más porque tuvimos tiempo. De pronto sacamos de nuestra vida todo lo que nos impide leer habitualmente. Me pregunto si la lectura puede ser a partir de ahora una forma de resistencia contra todo aquello que nos empuja a vivir apresuradamente y nos impide leer. Porque vivir tan rápido y tan corriendo no es vivir.
-¿Qué cree que ocurrirá a partir de ahora?
-Hoy por hoy se mantiene, por lo que a mí me dicen los libreros. Las ferias del libro de 2022 y la Navidad fueron espectaculares, porque además la gente necesitaba la presencialidad. Este año imagino que algo se reducirá, porque ya hacemos más vida social, trabajamos más y gastamos más dinero en otras cosas, y entiendo que se resentirá. Pero muchos de los que se han reenganchado a la lectura van a quedarse.
-Durante los meses de pandemia también se recrudeció el debate entre libro digital y libro físico... ¿qué opina?
-Mucho gurú tecnológico decía hace diez años que el libro electrónico iba a arrasar con el papel. Hubo un par de Navidades en las que regalamos como locos un montón de ebooks, muchos de los cuales se quedaron luego en un cajon. Parecía que se iba a imponer, con el fantasma además de la piratería, pero no ha ocurrido. Hay un mercado de libro electrónico que está ahí, con su cuota, hay un nuevo mercado de audiolibro que también se hace su espacio, pero el libro convencional, tradicional, el de papel, sigue siendo la primera opción para la mayoría de los lectores.
Libro electrónico
-Para ustedes los escritores, ¿el libro electrónico supone alguna merma en los ingresos, más allá de la piratería?
-En realidad no. Lo que ocurre es que el libro electrónico supone para nosotros una parte de ingresos pequeña. No porque te quite ingresos, sino porque se venden pocas novelas electrónicas en proporción con el papel y además el precio del ebook es más bajo. Sin embargo el porcentaje de ingreso por venta para el autor es mayor en el formato electrónico; si en papel te llevas el 10% o el 6% si es edición de bolsillo, en ebook te puedes llevar un 25%, lo que sucede es que es sobre una cantidad menor. En general creo que la parte de ingresos para el novelista por libros electrónicos es tan pequeña que no tiene gran repercusión en sus ingresos. El ebook se ha abierto más mercado en otro tipo de libros, como el libro técnico, académico y libro de consulta. Ahí creo que tiene más sentido y está desplazando realmente al papel. Yo me mudé hace un par de años, tenía una enciclopedia y ya no me la cogían ni al peso casi, ni en colegios ni en bibliotecas.
-En Calamocha presentaba libro, que además lleva por título 'Lugar seguro', algo de lo que hemos hablado antes...
-Es una novela que habla del futuro, de un futuro muy cercano porque los acontecimientos recientes, posteriores a su escritura, lo han acelerado. En la portada aparece un hongo nuclear pero está escrita antes de que conociéramos la amenaza rusa en la guerra de Ucrania. El narrador es un vendedor de búnkeres y la novela mira al futuro que había desaparecido con la pandemia, que hemos recuperado ahora pero que sigue ensombrecido con la guerra, la crisis climática, la incertidumbre... El futuro se ha convertido en un territorio de miedo, y todos los discursos que se proyectan sobre él son en clave apocalíptica. En este sentido esta novela mira al futuro intentando salirse del carril distópico, proponiendo un futuro que, sin ser utópico, es antidistópico y abre ventanas a la mejora.
-¿La historia de la literatura hablará en el futuro de un nuevo ismo, de un 'pandemismo', para situar la novela de este inicio de la década de los 20 del siglo XXI, marcada por la covid?
-Para quienes no tenemos memoria personal de ninguna guerra o gran cataclismo, esto ha sido lo más parecido a lo que podrían haber sido las guerras mundiales o civil, salvando las distancias. También es verdad que en solo tres años empezamos a olvidarlo, o recordamos solo lo anecdótico, casi lo divertido. Pero creo que, durante un par de generaciones al menos, quedará como una marca en el tiempo que condicionará una parte de la creación cultural, más allá de toda la literatura pandémica y pospandémica que está saliendo. Creo que como experiencia traumática y colectiva sí que dejará su marca en la sociedad y en la cultura.
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