Ingrid Tost Dalmau, escultora catalana: “El alabastro es especial, hasta que no estás dentro de la piedra no sabes lo que vas a encontrar”
Tras una residencia hace dos años, la artista regresó a Albalate durante el Simposio de Escultura del CidaComienza la actividad en el Simposio del Alabastro de Albalate
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La ilerdense Ingrid Tost Dalmau es una de las escultoras que han participado en el Simposio Internacional de Escultura en Alabastro organizado recientemente por el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro en Albalate. La autora de Zorra de Valpelosa califica de “satisfactorio” su segundo contacto como artista con la piedra blanca del Bajo Martín, y no descarta volver a colaborar o trabajar de nuevo con el centro de Albalate del Arzobispo.
-¿Cómo fue la experiencia de participar en el Simposio Internacional de Escultura en Alabastro de Albalate?
-La verdad es que muy bien, muy satisfactoria. Está muy bien organizado por Santiago (Martínez), Mariano (Pastor Bernad) y Noemí (Palacios Domènech), que eran los que se encargaban de que todo fuera bien. Los primeros días estuvimos desbastando la piedra y sacando el bloque en el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (Cida), y durante los últimos días, cuando estábamos con los acabados, trabajamos en la plaza de Albalate y venía bastante gente.
-¿Había trabajado ya la escultura en alabastro?
-Sí, porque hace dos años vine a un curso que también se hizo aquí en el Cida de Albalate, por eso ya conocía el centro.
-¿Y qué opina de esta piedra como materia prima para la escultura?
-A mí me gusta mucho. Tiene las características especiales de que es más blandito y traslúcido que me atraen. Quizá para algunos artistas puede tener de complejidad que puedes encontrarte con sorpresas en sus transparencias o en las vetas interiores. No es como el mármol o la arenisca, que son materiales más homogéneos, y hasta que no estás dentro de la piedra no sabes lo que te vas a encontrar, pero para mí eso no supone un problema grave. Y el hecho de que sea más blando te permite avanzar más rápido cuando estás cortando la piedra, aunque tienes que trabajarlo con más tacto. A la hora de golpear con la maceta y la escarpa hay que tener más cuidado porque de lo contrario puedes causar heridas a la piedra.
-¿Eso hace del alabastro una piedra más difícil de trabajar?
-Para algunos escultores quizá lo sea, pero para mí no. Simplemente tienes que trabajar de una forma diferente a como lo harías con otro tipo de piedra.
-Lo de no saber qué va a encontrarse hasta estar dentro de la piedra le ocurrió a usted, porque su idea era esculpir una ‘Zorra ártica’ que terminó siendo una ‘Zorra de Valpelosa’...
-¡Sí! Mi proyecto se titulaba Zorra ártica porque el alabastro es blanco. Pero ya desde que empecé a desbastarla vi que tenía una veta marrón. Entonces Mariano me contó que cuando fue a buscar el bloque a la zona de extracción y les dijo que iba a ser para una zorra ártica, le dijeron un poco de broma que más bien sería de Valpelosa, que es como se conoce la zona en la que se extrajo, y donde al parecer es característico ese veteado. Entonces decidí cambiarle el nombre a la escultura, y la verdad es que no me parece mal, porque eso la convierte en una pieza mucho más local, más ligada al territorio, y hasta le cogerán más cariño en la zona.
-La forma de esa ‘Zorra de Valpelosa’ es característica a la escultura que está haciendo actualmente...
-Yo antes me dedicaba más a la pintura, y hacía mucho figurativo. Desde que estoy más metida en la escultura sigo siendo figurativa aunque no me gusta el mero realismo como tal. Así que desplaza esa figuración hacia las formas más redondeadas. Estuve en un simposio en Suiza donde empecé ya a sugerir esas formas.
-Ha esculpido gatos, ahora un zorro... ¿Por qué animales?
-Siempre me ha gustado la naturaleza. Yo vivo en El Soleràs (Lleida), un pueblo más pequeño que Albalate, y estoy muy vinculada a ella. Paseaba por el monte y siempre veía caras de animales en las rocas, y siempre pensé que sería muy bonito esculpirlos.
-De hecho no hace mucho que se dedica a la escultura...
-No. Ya te digo que yo hasta ahora pintaba, pero en 2020 hice un curso para aprender a manejar la herramienta en Mollerusa, y desde entonces prácticamente solo me dedico a la escultura, y también a la restauración y conservación del patrimonio arquitectónico en piedra. Tengo la pintura un poco aparcada.
-¿Qué le atrae de la escultura sobre los pinceles, siendo que es más ‘incómoda’?
-Efectivamente, necesitas una infraestructura mayor para esculpir, pero me apasiona darle a la piedra una forma que tienes en la cabeza, y pensar que prácticamente va a quedarse así para siempre.
-¿Qué opina de los objetivos que tiene el Cida, en cuanto a potenciar el alabastro como materia prima entre los artistas? ¿Tiene posibilidades?
-Creo que trabaja en muy buena dirección, y con las ganas que le pone Santiago (Martínez) tiene muchas posibilidades de que tire para adelante y tenga futuro. Es cierto que está poco explotado el alabastro de la zona en el ámbito artístico, y aunque ya te digo que hay escultores que puede que vean su fragilidad como un inconveniente, es una piedra con muchísimas posibilidades. El único inconveniente serio que yo le encuentro es que no sirve para exteriores, porque el agua la ataca, pero por lo demás es un material muy adecuado y tiene sentido querer promocionarlo.
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