Celia Santos, escritora: “Nunca se ha reconocido la importancia social, política y económica de las emigrantes”
‘El país del atardecer dorado’ evoca el Plan Marta, que llevó a casi 800 españolas a Australia en los años 60Celia Santos (Bergara, 1972) rememora en su cuarta novela, El país del atardecer dorado (Ediciones B), el Plan Marta orquestado entre los gobiernos de Australia y de España, que puso a la Comisión Episcopal de Migraciones al frente del reclutamiento de jóvenes católicas y solteras. Casi 800 españolas, entre ellas varias turolenses, emigraron a las antípodas entre 1960 y 1963 con el propósito de trabajar y enviar dinero a casa sin saber que el verdadero propósito era casarlas con compatriotas que trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar para poblar el país.
-¿Porqué ha ambientado su novela en el Plan Marta?
-La mayoría de las historias de la literatura y el cine vienen por casualidad. Así me llegó el documental El avión de las novias, que habla de este Plan Marta para llevar mujeres a Australia y me pareció un tema interesante.
-El plan se llevó a cabo entre 1960 y 1963. ¿Ha sido fácil documentarse?
-No hay mucha documentación porque es un episodio que se ha mantenido oculto. Se ha hablado poco o nada de ello y no ha habido referencias en la literatura y el cine, pero tampoco en las noticias. En aquel entonces, salían los anuncios en el periódico pero nada más porque el plan tenía un punto macabro, y nadie se enorgullecería de llevarlo a cabo aunque se disfrazara como ofertas de trabajo.
-¿Ha sido a través de su novela como muchas personas han conocido aquel episodio?
-Sí. Muchos lectores no sabían que todo esto había pasado y se sorprenden de que, hace poco más de 60 años, mandaran a Australia para casarse a españolas, pero también a italianas.
-¿Es verdad que muchas de ellas no sabían a lo que iban?
-No, ninguna. A finales de los años 50 y principios de los 60, España estaba sumida en una crisis económica terrible y en muchas zonas pasaban hambre. Las mujeres buscaban cualquier resquicio para llevar un sueldo a casa y aportar un desahogo económico a sus padres y hermanos. En este caso, no sabían adónde llegaban. Era un continente desconocido, al otro lado del mundo, en el que no había nada y en el que iban a lugares remotos para servir como criadas a los dueños de las plantaciones. No había fiestas ni bailes y el único entretenimiento y la única forma de socializar, como aparece en la novela, era juntarse los domingos para ir a misa y comer. La Iglesia Católica irlandesa, española y australiana trataba de suplir así las carencias para que se pudieran juntar y procrear. Un poco distópico...
- ¿Cuántas se quedaron allí?
-Casi todas porque volver era muy difícil. Iban con el billete de avión pagado y un permiso de residencia vinculado a un contrato de trabajo. El viaje costaba 45.000 pesetas y ellas recibían 5.000 al mes, que era 4 veces más de lo que ganaban en España, y lo mandaban a sus familias. Además, se casaron enseguida, quizá por ese sentimiento de abandono y de tristeza. Cuando llegaban a Melbourne, había expediciones de españoles e italianos que las iban a recibir y organizaban una comida y guateque de los que salían emparejados. En muchos casos, las italianas iban casadas por poderes con hombres que no habían visto en su vida.
-¿Había mujeres turolenses entre quienes emigraron?
-De hecho, El avión de las novias recoge el testimonio de alguna de ellas, que recuerda como cuando volvió a Teruel todo le parecía bonito pero viejo. A mediados del siglo XIX y principios del XX hubo un importante flujo de vascos y asturianos, pero en los años 50 reclamaban más hombres para trabajar, aunque querían una Australia blanca. Por eso, cuando el Gobierno español les ofreció canarios con experiencia en la zafra dijeron que eran muy morenos y que mejor fueran vascos, asturianos y gallegos. Por entonces, es Australia tan sólo había una mujer por cada 11 hombres y por eso se organizaron operaciones como el Plan Marta, y con posterioridad, llegaron familias.
-El personaje de Elisa, la protagonista de la novela, ¿está inspirado en alguna de aquellas mujeres?
-No, todos los personajes son totalmente ficticios todos los personajes. El más real es Tere Errasti, basada en una familia vasca con otro apellido que llegó a Australia a finales del siglo XIX y que fueron azucareros.
-¿Es cierto, como ocurre en el su libro, que desaparecían trabajadores en las fincas?
-Eso es ficción, pero sí que es cierto que en los años 50 y 60 preferían como trabajadores a los españoles antes que a los italianos. Y no era porque trabajaran mejor o fueran más fuertes, sino porque llegaban de una dictadura y estaban acostumbrados al caciquismo. Italia era una república con una cultura del sindicalismo y la reivindicación de los derechos de los trabajadores, por lo que los italianos se revelaban ante las condiciones de trabajo y los españoles no porque aquí estaban casi peor.
-’La maleta de Ana’, ‘Más rápida que la vida’, ‘La niña de Rusia’... Todas sus novelas cuentan historias de mujeres...
-Hay muchas historias en general protagonizadas por mujeres que se desconocen y mi propósito es darlas a conocer, sacarlas a la luz, y que los jóvenes y no tan jóvenes conozcan los sacrificios que hicieron y la importancia social, política y económica que tuvieron para España y que no se ha reconocido nunca.