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Antonio Torrijo, grullero de honor de los Amigos de Gallocanta: Antonio Torrijo, grullero de honor de los Amigos de Gallocanta:
Antonio Torrijo en el centro de interpretación de la Laguna de Gallocanta

Antonio Torrijo, grullero de honor de los Amigos de Gallocanta: "Las grullas se asustan menos cada año, la gente y los coches ya no les molestan tanto"

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José Luis Rubio

Antonio Torrijo es, posiblemente, una de las personas que más sabe de las grullas en nuestro país. Ese conocimiento es fruto de muchos años de apasionado seguimiento de estas aves migratorias por todo el mundo y, especialmente, en la Laguna de Gallocanta. El pasado sábado fue nombrado Grullero de Honor junto a Miguel Ángel Pueyo por la Asociación Amigos de Gallocanta en reconocimiento a su labor durante todos este tiempo. Torrijo tiene 55 años y es natural de Caminreal, en el Valle del Jiloca.

-¿Qué ha significado recibir el reconocimiento de Grullero de Honor? 
-Lo primero, ha sido una sorpresa porque no lo esperábamos. En teoría, como miembros de la Asociación no podíamos recibir el galardón de Grullero Mayor, pero se han inventado el título de Grullero de Honor, que no estaba contemplado. Ha sido una sorpresa y un agradecimiento por los compañeros.

-La Asociación Amigos de Gallocanta ha querido reconocer la dedicación de prácticamente toda una vida a las grullas.
-En estos años ha habido momentos muy mágicos. La grulla es un pájaro que da mucho de sí. Es un ave muy esbelta y muy gritona. El sonido es el primer contacto con ellas y llama mucho la atención. Pero como también es un ave muy viajera te permite conocer a gente de otros países a los que también que le gustan las grullas y así la extensión de amigos es brutal.

-¿Hasta dónde le han llevado las grullas?
-Lo más lejos que hemos llegado ha sido a Kazajistán, muy cerca de Volgogrado (Rusia).

-¿Alguno de esos animales que visitó en Kazajistán habría llegado hasta Gallocanta?
-Por lo que se lleva anillado parece que de esa zona no vienen.

Actividades

-¿Qué actividades desarrollan los miembros de la Asociación Amigos de Gallocanta?
-Durante el invierno hacemos seguimiento de grullas anilladas. Esa es la actividad más o menos propia. Pero también formamos parte del patronato del espacio protegido donde debatimos las líneas que debería llevar el espacio, porque hay gente de todo tipo y no todo el mundo está de acuerdo en todo.

-¿Cuáles deberían ser esas líneas maestras?
-Tal y como está el espacio, está bastante bien, pero se podría mejorar. Habría que montar algún observatorio más para la gente porque está viniendo bastante turismo y el observatorio en altura de La Reguera, que es el que más se utiliza, muchas veces está copado de gente. De cara al turismo, habría que potenciarlo un poco más dando más facilidades.

-Algunas personas han manifestado su temor a que el espectáculo de las grullas llegue a masificarse.
-Por lo que hemos visto, en otros países como en Suecia hay un museo de la naturaleza en el que hay una valla corrida tras la que las grullas están a solo 50 metros. Y aquello está petado de gente. Los suecos son menos gritones, son gente más silenciosa, pero a lo largo de los años hemos visto que cada vez se dejan acercar más. Las grullas se asustan menos cada año. Y aquí también. Igual la gente ya no les molesta tanto y se van habituando a la zona y a los coches. La masificación se puede llegar a hacer compatible, pero marcando unos límites.

-Y hay que compaginar, además, los intereses de los aficionados a las aves con otros como la agricultura.
-En esto, la masificación sí que traería un problema. Por ejemplo en los caminos agrícolas, donde si hay muchos coches, sobre todo en época de siembra, es un trastorno importante para los agricultores.

-Entonces, ¿el trastorno a los agricultores llegaría por los visitantes más que por los pájaros?
-A los agricultores les llega una subvención por la presencia de los pájaros y ahí hay un equilibrio. Lo que pierden en la economía familiar lo ganan por la subvención. Por eso se ha llegado a un equilibrio que, de momento, aguanta. Pero si van pasando muchos coches o alguno aparca en mitad de un camino, cuando llega el agricultor no puede pasar con el tractor y los aperos. Hay que evitar eso y que el visitante sepa que está en una zona que se dedica a otras cosas, no solo a ver grullas.

-¿Qué supone para la Asociación Amigos de Gallocanta la celebración del 25 aniversario de la Fiesta de las Grullas?¿Cómo ha cambiado la fiesta en este cuarto de siglo?
-El primer año no nos imaginábamos que íbamos a llegar a tanto. La fiesta sigue siendo igual que como se diseñó al principio, sigue siendo lo mismo. Se va a ver la salida de las grullas y a recogerlas y, luego, durante el día se hacen actos de todo tipo. Este año hemos hecho un paseo interpretativo del paisaje y patrimonio, se han hecho actividades para los más peques como la actuación del mago Asier o el Cajón de la Naturaleza. También se ha presentado un libro de flora, porque casi siempre se presenta algún libro de alguien de la zona. Si miras los programas de los primeros años verás que es básicamente lo mismo.

-¿Ha cambiado el tipo de visitante que viene a ver las grullas?
-Lo que ha cambiado en la gente es las percepción hacia la naturaleza. Al principio sí que había una fiesta, la de noviembre, a la que solían venir familias, y a la de febrero venía gente más joven. Ahora, cada vez más son más familias con niños.

 

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