Miles de personas cruzan la frontera y pisan suelo español. Llegan procedentes de Marruecos, lugar al que muchos de ellos han regresado en apenas unas horas. ¿Qué ha pasado? Me pregunto, ¿por qué ahora? Busco, entre las palabras de aquellos compañeros a los que considero expertos en estas cuestiones y que viven estos momentos en primera persona, alguna respuesta.
Es un tema complejo, según escucho y leo. Aquellos que más saben, o así lo considero yo, no nos conceden la respuesta definitiva y absoluta que andábamos buscando. Se muestran prudentes. Como siempre. Mientras, otros muchos esperan, azuzados por el calor de un micro abierto o el piloto rojo sobre la cámara, su turno de palabra. Ayer tocaba economía y deportes, hoy geopolítica internacional y cuestiones migratorias. No están en Melilla o Ceuta, pero ello no es impedimento, pues tienen mucho que decir y muchos culpables que señalar. Como siempre.
Del periodista siempre se espera la sapiencia general, el conocer de todo un poco. Desde luego ayuda, pero no es, en absoluto, un requisito indispensable. El periodista requiere de mucho menos: el simple, pero esquivo, don de saber escuchar para comprender y contar, tanto aquello que sucede como la opinión de quienes saben, asumiendo que la suya propia no vale más que la de cualquier mortal.
Pese a la resultona y brillante reputación que le acompaña, no es este un oficio de lo más complejo. Sí se le complica, no obstante, a estos minoritarios pero ruidosos polivalentes del saber, expertos en todo de orejas tapiadas, incapaces de escuchar nada más allá de sus propias opiniones. Dicen que el arma del periodista es la pregunta, pero ¿para qué iba a lanzar cuestión alguna quien nació con todas las respuestas tatuadas en la frente? Desde luego, alguno cuenta con espacio de sobra para que le quepan todas con holgura.
Hay quienes, aterrorizados por ver la libertad con la que opinan estos maestros del saber sobre temas tan complejos y delicados, señalan al intrusismo, quejosos de ver ejercer a periodistas sin titulación. En mi opinión, periodista es quien ejerce como tal y así lo define su trabajo, pues hay tantos malos ejemplos sin carrera universitaria como graduados. Es, simplemente, la condena de aquel convencido de saberlo todo, pues para él jamás habrá frontera que valga. Ni física, ni moral.