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Retornamos Retornamos
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Isabel Marco

Uno de los recuerdos que tengo de mi infancia es el de acompañar a mi abuelo Pascual a devolver los cascos de las botellas de la gaseosa e incluso a rellenar el sifón. También recuerdo hacer cola con la lechera en la mano para ir a comprar leche. Después se abandonaron estas prácticas porque llegaron los cómodos envases de plástico de un solo uso. Y nos lo tomamos al pie de la letra sin cuestionarnos nada. Lo gastamos, lo tiramos y punto. No pensábamos qué ocurría con esos envases una vez que los depositábamos en la basura, en la normal y corriente porque, al principio no existía eso del reciclaje. La brillante idea de emplear el material más resistente y menos biodegradable para un solo uso, no sé de quién fue, pero la verdad es que si lo piensas fríamente, muy inteligente no es. Desde el punto económico a corto o medio plazo sí, esas personas serán de oro pero; desde el punto de vista real, con los pies en la Madre Tierra, esa idea es una completa locura.

Antes se usaba el vidrio y se retornaba. Sí, es un material pesado y frágil, pero ¿cuántos envases se usaban son ese sistema? Es cierto que antes bebíamos agua del grifo y ahora muchísima gente consume agua embotellada. Si cada persona consumimos alrededor de litro y medio al día, con una media de tres personas por hogar, se pueden gastar alrededor de tres botellas en cada casa, si a eso le añadimos el film que envuelve la fruta, el de las galletas y un largo etc, resulta que cada persona producimos al día alrededor de un kilo de basura plástica. Unos tres kilos al día por hogar; eso es mucho plástico.

En casa tratamos de reducir el consumo de plástico de un solo uso: comprar los productos que no van envasados de uno en uno dentro de su caja, usar porta-bocatas o fiambreras, emplear botellas reutilizables, llevar una bolsa a la compra, reutilizar las bolsas de plástico que siempre hay por casa... pequeñas cosas que hacen que nuestra bolsa de basura plástica no pese esos tres kilos cada día pero, aún así, siempre se consume muchísimo plástico, aunque no quieras siempre te llevas algo a casa.

Hace unos días recibía con alegría la noticia de que España se va a convertir en uno de esos cincuenta países del mundo que va a implantar un sistema de envases retornables, SDDR, como cuando antes nuestras abuelas y abuelos reciclaban sin saberlo. Por cada envase pagas unos diez o veinte céntimos que recuperas al retornarlos. La medida se va a implantar en dos años porque se ha comprobado que solo hemos llegado a reciclar el 41% de los plásticos cuando el objetivo era el 70%. Actualmente, Ecoembes se encarga de la gestión de los envases de los contenedores amarillo y azul sin ánimo de lucro. Sus accionistas son envasadores como Danone, Campofrío, Nestlè y la filial de Coca-cola y Pepsi en España; fabricantes de PET y Tetra Pak y comerciantes como Alcampo, Carrefour, Mercadona y El Corte Inglés. Greenpeace considera que es “un monopolio formado por las principales marcas contaminantes de plástico" y ha demostrado que, aunque cobra por todos los envases que hay en el mercado, sólo gestiona los de los contenedores amarillo y azul; la gestión de los demás la pagamos con impuestos cuando en realidad ya está pagada. Me da que pensar que eso de que es sin ánimo de lucro es algo relativo. Cuanto más plástico consumimos más dinero gana, no soluciona la invasión de plásticos y tienen un interés de perpetuación del negocio y de las empresas que lo conforman. No le interesa el sistema que se va a implantar porque sus accionistas no están dispuestas a pagar lo que cuesta recuperar todos los envases que ellas mismas ponen a la venta, como les exige la ley. Yo sin embargo estoy saltando de alegría.