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Prestémonos más atención Prestémonos más atención

Prestémonos más atención

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Isabel Marco

Llevas tu vida completamente normal (cada persona con su normalidad, claro) y, de repente un día te das cuenta de que te has hecho mayor. Eso que dicen de que los años de los hijos pasan muy rápido no es verdaderamente así, lo que ocurre es que percibimos que nuestros años pasan cada vez más rápido. Yo creo que es porque tenemos más tiempo vivido que el que nos queda por vivir, y esa sensación de tener mucho vivido hace que los años parezcan cada vez más cortos.

Las sensaciones son de mucho vértigo y más, cuando pienso en la gente mayor que me rodea y que me acompaña en mi vida. Es inevitable hacernos mayores y ¡gracias que nos vamos haciendo mayores!, eso significa que vivimos y eso hay que celebrarlo.

Lo difícil es mantener el espíritu arriba cuando el cuerpo está de bajón, sobre todo cuando ese cuerpo ha sido un cuerpo fuerte siempre y, de repente, deja de serlo. Hay mucha gente mayor que está sola o que vive sin atender a las necesidades de su salud mental. La soledad de los mayores, hay veces que están solos a pesar de estar acompañados y viven en soledad el miedo a hacerse mayores y dejar de funcionar como lo hacían antes. Es complicado sentir que no puedes hacer lo que antes no te costaba.

Creo que, si realmente es cierto que vivimos en el “estado del bienestar”, este bienestar no debería ser solamente económico, este bienestar debería ser extensible a todas las facetas del ser humano. Si estamos bien a nivel económico seremos personas afortunadas, porque hoy por hoy tampoco nos lo asegura nadie; pero este estado de bienestar se supone que te ayuda, con diferentes medidas, a superar baches en la carrera profesional y laboral. Siendo así, también deberíamos estar cubiertos en lo sanitario (crucemos los dedos para que no desaparezca nuestra bien querida sanidad pública) y, además, deberíamos incluir en lo sanitario, no solo la salud del cuerpo, sino también la salud mental.

Este tema se está abriendo paso en las conversaciones habituales gracias a los casos de las personas que se dedican profesionalmente al deporte; han roto una lanza y han dicho en determinados momentos de sus carreras que tenían que parar, que la presión les estaba anulando como personas y como deportistas y así no se puede ni rendir ni vivir.

Estas historias han facilitado que se le de más importancia a la salud mental. Sin embargo, también hemos sido testigos de cómo en los realities televisivos, se ha infravalorado la salud mental de sus concursantes y se les ha echado en cara que eso de renunciar por no estar bien a nivel emocional no tiene sentido. Pues sí, amigas y amigos, a veces la cabeza necesita un descanso, a veces necesita un apoyo, un empuje, a veces necesita que le quitemos los complejos para que la vida sea realmente de calidad. Las personas mayores tienen la mentalidad de que eso de cuidarse la salud mental, que eso de tener que ir al psicólogo o al psiquiatra, es de personas que están muy mal de la cabeza, solo es cosa de locas y locos. Pero debemos de cambiar ese chip y alentar a la gente que lo necesita a recibir apoyo moral, también a esas personas mayores que nos acompañan y que vemos alicaídas.

También habría que hacer una llamada a la medicina general, esos médicos y médicas de cabecera que muchas veces ven pasar por la consulta a la misma persona y le dicen: no le pasa nada, váyase a casa. O le dan el placebo del caminar, paracetamol y mucha agua. Si esa persona está yendo a consulta y no le pasa “nada”, a lo mejor está pidiendo ayuda por un malestar físico que refleja un malestar emocional oculto. Prestemos más atención a estos matices, prestémonos más atención.