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Di la verdad Di la verdad
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Isabel Marco
-El tribunal llama a declarar a Sofía Mendieta. 

Sofía se levanta y, sin dejar de mirar sus zapatos, camina acompañada hasta una mesa con un micrófono. Se sienta en la silla de madera todavía fría y levanta la mirada. Delante tiene a varias personas vestidas de negro que le miran intentando parecer afables, ella reconoce a Marina, la psicóloga y a Sandra, la abogada de su madre. Está nerviosa como cuando tiene examen de matemáticas, además este curso se le está haciendo muy cuesta arriba, pues no consigue concentrarse para estudiar y en clase le cuesta comprender las cosas.
 
Sofía está en quinto de primaria y las cosas se están poniendo complicadas; todo empezó el curso pasado. Lo que ocurrió es el motivo por el cual ella está hoy ahí sentada delante de esas personas extrañas. Bajo la mesa, Sofía arruga entre sus manos la falda con la que su madre le ha vestido hoy, debe de ser un día importante porque no suele ponerse faldas, solo los días importantes. 

En su cabeza escucha un zumbido y unas voces lejanas, al principio no las oye, no las escucha, pero después se da cuenta de que están diciendo su nombre. Su madre, la psicóloga y la abogada ya le han explicado lo que iba a pasar hoy, hoy va a tener que contar lo que ocurrió el año pasado y Sofía se siente muy mal. 

Ya le han dicho que ella no ha hecho nada malo, pero aún así siente una vergüenza terrible y una ansiedad que le oprime las tripas.

-Sofía, ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas agua?

 -La voz del juez suena ahora fuerte y nítida.

-Estoy bien. Sus palabras resuenan por toda la sala por efecto del micrófono que tiene delante.

-Cuéntame Sofía, ¿en qué curso estás?

-En quinto de primaria.

-¿Te gusta? ¿Te llevas bien con tus compañeros?

-Sí... bueno... es que desde el año pasado no saco muy buenas notas...

-¿Y eso es un problema para ti? 

-Sí claro, no quiero que mi madre se enfade y a mí también me gusta aprobar los exámenes.

-¿Vives sola con tu madre?

-Ahora vivimos con mi abuela.

-¿Y antes?

-Con el novio de mi mamá.

-¿Te gustaba vivir con el novio de tu mamá?

-No mucho. 

-¿Por qué? 

Sofía mira a Marina, que le asiente con la cabeza, y a sus manos apretadas, y una lágrima resbala por su mejilla mojando la tela de la falda.

-No era bueno conmigo. Él me decía que sí, pero no es verdad.

-¿Cuándo no era bueno contigo?

-Cuando me tenía que cuidar mientras mi madre estaba trabajando.

-¿Puedes contarnos algo de lo que te hizo mientras tenía que cuidarte?

-Me dejó embarazada.

No sé si será así, pero no puedo dejar de pensar en el infierno que ha vivido esta niña de diez años hasta que ese hombre la ha dejado embarazada. 

Ese hombre aprovechaba su situación de autoridad y soledad de la niña para violarla. 

¿Cuántas veces ocurriría? ¿Cuántas veces más tiene que ocurrir para darnos cuenta de que en nuestra sociedad hay algo que no funciona bien cuando se droga a mujeres para violarlas o se viola a niñas que se quedan a cargo de hombres? 

No son casos aislados, no es algo que se te vaya de las manos. 

Hay que poner un freno ya a la cultura de la violación y el primer paso es admitir de una vez que existe y que nos afecta, estamos cubiertos de esa mierda hasta las cejas.