

Una niña de once años se ha suicidado en Estados Unidos por el acoso recibido por parte de sus compañeros. La niña, de origen latino, recibía amenazas de sus compañeros que le decían que la iban a deportar a ella y a toda su familia. Amenazas constantes que generaban en ella un miedo atroz. La niña estaba recibiendo atención y orientación psicológica en el centro escolar, pero no se les había notificado nada a sus padres. Unos padres que se enteraron de la situación después del suicidio.
En este caso se han mezclado el bullying y el racismo. La polémica está servida en unos tiempos en los que se respira mucha tensión a causa de las políticas xenófobas del gobierno de Trump. Desde que Trump es de nuevo el presidente de los Estados Unidos, desde que este señor tiene el altavoz de los medios, se ha incrementado notablemente el odio hacia el diferente. Los discursos racistas de Trump han dado la vuelta al mundo, es de sobras conocido su odio hacia la población extranjera y su empeño en cerrar las fronteras para evitar que no entren extranjeros en su país. Me parece que es algo tarde para intentar mantener la pureza de la sangre a estas alturas de la historia después de invasiones y demás barbaries sufridas a lo largo de los siglos.
Los discursos de odio hacia las personas migrantes del señor Trump nos parecen lejanos y, cuanto más lejanos, pues menos importancia se les da. Pero no es algo de lo que estemos libres en España. Dentro de nuestras fronteras también hay un creciente discurso racista y xenófobo; lo que no sé es si la gente tenía esos pensamientos y se los callaba por vergüenza o se han generado a través de tanto animarlos desde determinados partidos políticos con una fuerte ideología de extrema derecha que los difunde con palabras de odio y miedo.
Supongo que son las dos cosas; hay personas que escondían esas ideas porque hasta hace unos años daba vergüenza decir que se era racista y xenófoba y, ahora, como hay un discurso creciente en esta línea ya no da tanta vergüenza decir que los que vienen de fuera roban, violan, nos quitan el trabajo y se alimentan de las subvenciones del gobierno.
Además, están esos nuevos racistas y xenófobos, en su mayoría adolescentes y jóvenes, que viven su momento de rebelión antisistema, pero en el tiempo presente se hace desde una perspectiva que va en contra de los derechos humanos.
Por desgracia se les ha dado mucho altavoz en los medios tradicionales y ahora ya sabemos que también gozan del beneplácito de los algoritmos de las grandes redes sociales y se extienden como una gran mancha de aceite.
No sé cuánto vamos a tardar en darnos cuenta de que con malas artes están ganando mucho terreno, engañando y apropiándose de palabras como libertad y de conceptos como libertad de expresión.
Nos hemos olvidado de estudiar nuestra historia reciente y estamos cayendo en los mismos trucos que usaron en los años treinta los primeros fascismos para convencer a la población de sus ideas. Ahora no es el nacionalsocialismo, ahora es un fuerte neoliberalismo el que nos amenaza con su odio. No sé en qué punto estaréis vosotras, pero yo no paso por ese aro. Ahora bien, no sé si tengo que empezar a temblar o apuntarme a clases de defensa personal, y no por miedo a los migrantes, sino por miedo a esos que antes reconocíamos por sus cabezas rapadas y sus bombers verdes. Ahora es más complicado, se han mezclado entre la gente, están camuflados, a veces incluso parecen hombres buenos. Poned mucha atención.
En este caso se han mezclado el bullying y el racismo. La polémica está servida en unos tiempos en los que se respira mucha tensión a causa de las políticas xenófobas del gobierno de Trump. Desde que Trump es de nuevo el presidente de los Estados Unidos, desde que este señor tiene el altavoz de los medios, se ha incrementado notablemente el odio hacia el diferente. Los discursos racistas de Trump han dado la vuelta al mundo, es de sobras conocido su odio hacia la población extranjera y su empeño en cerrar las fronteras para evitar que no entren extranjeros en su país. Me parece que es algo tarde para intentar mantener la pureza de la sangre a estas alturas de la historia después de invasiones y demás barbaries sufridas a lo largo de los siglos.
Los discursos de odio hacia las personas migrantes del señor Trump nos parecen lejanos y, cuanto más lejanos, pues menos importancia se les da. Pero no es algo de lo que estemos libres en España. Dentro de nuestras fronteras también hay un creciente discurso racista y xenófobo; lo que no sé es si la gente tenía esos pensamientos y se los callaba por vergüenza o se han generado a través de tanto animarlos desde determinados partidos políticos con una fuerte ideología de extrema derecha que los difunde con palabras de odio y miedo.
Supongo que son las dos cosas; hay personas que escondían esas ideas porque hasta hace unos años daba vergüenza decir que se era racista y xenófoba y, ahora, como hay un discurso creciente en esta línea ya no da tanta vergüenza decir que los que vienen de fuera roban, violan, nos quitan el trabajo y se alimentan de las subvenciones del gobierno.
Además, están esos nuevos racistas y xenófobos, en su mayoría adolescentes y jóvenes, que viven su momento de rebelión antisistema, pero en el tiempo presente se hace desde una perspectiva que va en contra de los derechos humanos.
Por desgracia se les ha dado mucho altavoz en los medios tradicionales y ahora ya sabemos que también gozan del beneplácito de los algoritmos de las grandes redes sociales y se extienden como una gran mancha de aceite.
No sé cuánto vamos a tardar en darnos cuenta de que con malas artes están ganando mucho terreno, engañando y apropiándose de palabras como libertad y de conceptos como libertad de expresión.
Nos hemos olvidado de estudiar nuestra historia reciente y estamos cayendo en los mismos trucos que usaron en los años treinta los primeros fascismos para convencer a la población de sus ideas. Ahora no es el nacionalsocialismo, ahora es un fuerte neoliberalismo el que nos amenaza con su odio. No sé en qué punto estaréis vosotras, pero yo no paso por ese aro. Ahora bien, no sé si tengo que empezar a temblar o apuntarme a clases de defensa personal, y no por miedo a los migrantes, sino por miedo a esos que antes reconocíamos por sus cabezas rapadas y sus bombers verdes. Ahora es más complicado, se han mezclado entre la gente, están camuflados, a veces incluso parecen hombres buenos. Poned mucha atención.