Cuando le pregunté a mi hija qué quería que le regaláramos a su padre por su cumpleaños la respuesta me sorprendió, primero porque su respuesta fue clara y sin pensarla mucho (todavía no tiene los cuatro años) y segundo porque me pareció el mejor regalo que le podíamos hacer. Ella decidió que le iba a regalar a su padre un telescopio.
Cómo ha llegado mi hija a la idea de este regalo es algo que se me escapa, pero lo que sí sé es que es uno de los mejores regalos que se le puede hacer a alguien que vive en la provincia de Teruel.
Cuando era más jovencita me encantaba ir al lugar más alto del pueblo donde no había farolas, para contemplar, acogida por la oscuridad, el espectáculo que se nos regalaba cada noche, en algún momento llegué a sentir algo parecido al vértigo, pues la majestuosidad del firmamento era abrumadora.
Ahora que está tan de moda la meditación y el mindfulness (estar atento de manera consciente e intencional a lo que hacemos en el momento presente, sin juzgar, apegarse, o rechazar en alguna forma la experiencia), las personas van en busca de lugares para ayudarles a encontrar el silencio mental que tanto necesitan, y nosotros, sin tener que ir a ningún sitio, tenemos la mejor meditación que se pueda desear, solo levantando la cabeza y admirando lo que está ahí desde siempre.
Nuestro entorno ofrece además la singularidad del silencio, solo a veces roto por el ladrido de algún perro o los diferentes sonidos de la naturaleza por la noche. Todo ello favorece la contemplación, al menos para mí, es un momento en el que solo tenemos que dejarnos llevar por la belleza, observando y disfrutando, nada más. Un momento en el que la mente puede llegar a conectar con pensamientos más elevados por la pura contemplación y el descanso del ruido de nuestros pensamientos diarios.
Me he dado cuenta de que toda la provincia tiene relación con las estrellas, hasta la ciudad de Teruel tiene en la historia de su creación una estrella, la estrella mudéjar, también llamada estrella tartésica, que representa un sol radiante con ocho rayos.
Siempre he admirado el cielo de Burbáguena, como si ese pedazo que veía cada noche fuera una parte más del pueblo. No conozco mucho más de lo que se ve a simple vista, pero recogiendo información para este artículo he descubierto un término que me ha encantado y es que hay personas que hacen “astroturismo”, es decir, turismo para ver las estrellas.
Y me he encontrado con una sorpresa, la provincia de Teruel es uno de los mejores destinos de astroturismo en España, e incluso está muy bien considerada a nivel internacional.
Es una de las provincias con más certificados Starligth de España. La Fundación Starligth acredita aquellos espacios que poseen una excelente calidad de cielo y que representan un ejemplo de protección y conservación. De esta manera aúnan ciencia y turismo, y eso me parece una idea genial.
Así me he encontrado con ofertas variadas de algunas comarcas de Teruel en relación al turismo de estrellas: Ruta de las Constelaciones en Gúdar Javalambre, Berrea y Estrellas en la Comarca Sierra de Albarracín, Silencio y estrellas en el Monasterio de El Olivar en Estercuel, y Geología y Estrellas en las Cuencas Mineras.
Para mí ha sido toda una sorpresa, quizás cuando hayamos utilizado el famoso telescopio, que mi hija ya ha decidido que va a ser para toda la familia, queramos aprender más cosas y nos decidamos a ser “astroturistas”, recorriendo así todos los lugares de la provincia de una manera diferente a la ya típica ruta gastronómica, además engorda mucho menos.
Valorar cada uno de los aspectos de la provincia pasa por conocer todos los tesoros que tenemos, y como siempre digo, no hay mal que por bien no venga, puede que seamos una población escasa, pero eso también facilita que haya menos contaminación lumínica y ambiental. Estoy deseando probar el telescopio y ver todavía con más nitidez este manto maravilloso que nos recubre con su luz.