Regreso al futuro... otra vez

La confirmación de las bajas de Carmona y Facu, a las que previsiblemente sigue la de Nacho Castillo en busca de su camino hacia la Ponferradina, convertirá la pretemporada del CD Teruel en su regreso a Segunda RFEF en la mayor reconstrucción vivida por el equipo mudéjar en su historia reciente. Sólo Cabetas queda de la generación que ha paseado el nombre de la ciudad y de la provincia en categoría nacional de fútbol, tanto el pasado curso en Primera RFEF como en las dos campañas anteriores en Segunda Federación. Sobrevive el zaragozano, como también fue el defensa uno de los escasos supervivientes de la anterior gran reconversión del equipo.

Porque no es la primera vez que el Teruel se ve obligado a reinventarse; en realidad, desde que el club acertó a ampliar sus miras desde la Tercera aragonesa hacia las divisiones superiores, la inestabilidad de sus plantillas ha sido una constante que en los últimos años se enmascaraba guardando su columna vertebral. Los Taliby, Aparicio, Romero, Cabetas y Julen que dieron el salto desde Tercera han visto pasar en estos cuatro años a más de medio centenar de compañeros en todas las posiciones del terreno de juego. Para su estreno en Primera Federación en la temporada finalizada hace poco más de un mes, el CD Teruel incorporó a un total de quince nuevos futbolistas.
 

Eso sí, lo de este mercado de verano tiene pocos precedentes, ninguno cuantitativamente tan intenso. La anterior gran remodelación del equipo se vivió justo en los meses previos a la pandemia de coronavirus, coincidiendo con el último descenso del conjunto rojillo, desde la ya desaparecida Segunda División B hasta el grupo aragonés de Tercera División. Esa temporada 2019-2020 comenzaría con apenas tres supervivientes, tres defensores, Cabetas, José Durán y Diego Crespo. Para esa temporada de regreso a Tercera se incorporaron un total de 22 novedades, de entre las que empezarían a destacar los primeros de entre los nombres clave del Teruel de los últimos años. Aquella campaña llegaron Julen, Aparicio y Borja Romero, además de Víctor Bravo, volante zurdo entonces, posteriormente entrenador del equipo.

Fue ese año de vuelta al fútbol aragonés el que sentó las bases de la época dorada del club mudéjar, que repetiría un curso más en Tercera incorporando ya a Taliby y echando mano de nombres que estarían después en Segunda RFEF como Barrero, Kevin Lacruz, Redolar, Carlos Javier o Héctor Otín. Dos años que cimentaron el Teruel que acaba de demolerse, cuyas dos temporadas siguientes en Segunda RFEF le sirvieron para añadir todo el resto de los ingredientes que permitieron a la ciudad disfrutar del fútbol semiprofesional.

Bloques bianuales

Lo que demuestra que la planificación de los proyectos deportivos tiene su plasmación óptima en intervalos de dos en dos años, que son los que han edificado el último gran CD Teruel. Su director deportivo, Quique García, recordaba en la presentación del entrenador Unai Mendia que, en efecto, lo de este año no es la primera vez que sucede a las puertas de Pinilla, y que se trata de “hacer las cosas bien” para sentar nuevas bases de cara al futuro.

Igual que hace un lustro un descenso permitió encofrar el Teruel más exitoso de su historia, se trata de que otra pérdida de categoría pueda tener el mismo efecto. Para eso, eso sí, convendrá tener en cuenta algunas variables diferenciales: esta vez el descenso es hacia otra categoría nacional, con equipos de menos nombre que el Dépor, pero sí con campeones de sus autonomías con costumbre de ganar en Segunda RFEF, como el Tudelano, el Calahorra, los de Logroño o los filiales.