Víctor Bravo conversa con Aparicio desde la banda durante la primera parte del encuentro. Ismael Ramón
Luces y sombras en un equipo que volvió a parecerse al de comienzo de temporada
El bloque de Víctor Bravo da una nueva lección de solidez defensiva, pero suspende en la parcela ofensiva
El partido ante la SD Tarazona era una oportunidad para dar un golpe encima de la mesa y empezar a sumar de tres en tres. Sin embargo, el CD Teruel se centró más en defender que en atacar y terminó sumando un punto que, sin ser malo, sirve de bien poco. En el derbi, el bloque de Víctor Bravo se asemejó al de principio de temporada, ya que sacó a relucir sobre el nuevo tapete del Municipal de Tarazona su mejor versión defensiva, pero cometió un sinfín de errores más allá del centro del campo. Aún así, los tres puntos pudieron venirse para Teruel después de que Nacho Castillo tuviese la ocasión más clara del encuentro, pero un defensor local evitase el tanto con la cara y sobre la línea de gol. Aunque Víctor Bravo se marchó contento de Tarazona, su equipo sigue siendo una amalgama de luces y sombras.
El planteamiento inicial del técnico funcionó más por la calidad de Nacho Castillo, que es capaz de convertir cualquier jugada en una ocasión de peligro, que por la distribución de las piezas sobre el terreno de juego. Una vez más, Víctor Bravo estuvo muy acertado con su propuesta defensiva pero no tuvo tanto acierto con su plan para hacer daño en campo contrario. Aparicio y Villa estuvieron demasiado perdidos en las bandas, Gabarre se encontró completamente solo hasta que Buenacasa entró para echarle un cable y los dos hombres del centro del campo hicieron mucho más trabajo de destrucción que de construcción, ya que el juego ofensivo de los turolenses se centró en despejar balones e intentar robar para salir con velocidad.
Así pues, el equipo apenas pasó apuros haciendo lo que mejor sabe: defender. La línea de atrás cumplió a la perfección, con una dupla de centrales muy contundente y otros dos laterales que trabajaron mucho más corriendo hacia detrás que haciéndolo hacia delante. Arnau Gaixas sudó de lo lindo, pero aprobó con nota y acabó exhausto a pesar de los numerosos resbalones que pudieron costarle más de un susto.
A nivel defensivo, Tena y Facu García también estuvieron muy acertados. Los dos pivotes son pura contundencia y sus robos fueron providenciales para tratar de construir varios contragolpes que, sin embargo, nunca llegaron a tener éxito.
Las sombras llegaron en la zona de tres cuartos, donde ninguno de los atacantes tuvo su día. Nacho Castillo fue de lo mejor en ataque, a pesar de desempeñar un rol distinto al que suele acostumbrar. Su sustitución para dar entrada a Buenacasa en el minuto 56 tras recibir un duro golpe supuso el adiós definitivo al control del balón por parte de la entidad turolense.
Villa y Aparicio, cada uno por una banda, tampoco fueron la solución ante los problemas de acierto del CD Teruel en la zona de ataque. Ni Gabarre, ni Buenacasa, ni Alastuey, ni Borja Martínez.
En reiteradas ocasiones, Víctor Bravo ha reclamado la aparición de un jugador diferencial que se eche al equipo a la espalda, pero al técnico zaragozano sigue sin llegarle esa pieza que pueda marcar el desarrollo de un partido. Y así, todas las probaturas son insuficientes. En el primer tiempo, el equipo turolense tuvo la más clara, no la aprovechó y desde ese momento el partido pasó a ser un clínic a nivel defensivo, pero un nuevo desastre a nivel ofensivo.
La evolución en el ataque turolense que el cuerpo técnico parecía haber conseguido durante las últimas semanas volvió a quedar en nada ante un rival que propuso algo más con balón, pero que tampoco anda sobrado de punch. De hecho, Taliby solo tuvo que intervenir en una ocasión. Los dos equipos lucieron mucho más a la hora de defender que de atacar. Algo que hace entender que el encuentro acabase con resultado gafas.
El planteamiento inicial del técnico funcionó más por la calidad de Nacho Castillo, que es capaz de convertir cualquier jugada en una ocasión de peligro, que por la distribución de las piezas sobre el terreno de juego. Una vez más, Víctor Bravo estuvo muy acertado con su propuesta defensiva pero no tuvo tanto acierto con su plan para hacer daño en campo contrario. Aparicio y Villa estuvieron demasiado perdidos en las bandas, Gabarre se encontró completamente solo hasta que Buenacasa entró para echarle un cable y los dos hombres del centro del campo hicieron mucho más trabajo de destrucción que de construcción, ya que el juego ofensivo de los turolenses se centró en despejar balones e intentar robar para salir con velocidad.
Así pues, el equipo apenas pasó apuros haciendo lo que mejor sabe: defender. La línea de atrás cumplió a la perfección, con una dupla de centrales muy contundente y otros dos laterales que trabajaron mucho más corriendo hacia detrás que haciéndolo hacia delante. Arnau Gaixas sudó de lo lindo, pero aprobó con nota y acabó exhausto a pesar de los numerosos resbalones que pudieron costarle más de un susto.
A nivel defensivo, Tena y Facu García también estuvieron muy acertados. Los dos pivotes son pura contundencia y sus robos fueron providenciales para tratar de construir varios contragolpes que, sin embargo, nunca llegaron a tener éxito.
Las sombras llegaron en la zona de tres cuartos, donde ninguno de los atacantes tuvo su día. Nacho Castillo fue de lo mejor en ataque, a pesar de desempeñar un rol distinto al que suele acostumbrar. Su sustitución para dar entrada a Buenacasa en el minuto 56 tras recibir un duro golpe supuso el adiós definitivo al control del balón por parte de la entidad turolense.
Villa y Aparicio, cada uno por una banda, tampoco fueron la solución ante los problemas de acierto del CD Teruel en la zona de ataque. Ni Gabarre, ni Buenacasa, ni Alastuey, ni Borja Martínez.
En reiteradas ocasiones, Víctor Bravo ha reclamado la aparición de un jugador diferencial que se eche al equipo a la espalda, pero al técnico zaragozano sigue sin llegarle esa pieza que pueda marcar el desarrollo de un partido. Y así, todas las probaturas son insuficientes. En el primer tiempo, el equipo turolense tuvo la más clara, no la aprovechó y desde ese momento el partido pasó a ser un clínic a nivel defensivo, pero un nuevo desastre a nivel ofensivo.
La evolución en el ataque turolense que el cuerpo técnico parecía haber conseguido durante las últimas semanas volvió a quedar en nada ante un rival que propuso algo más con balón, pero que tampoco anda sobrado de punch. De hecho, Taliby solo tuvo que intervenir en una ocasión. Los dos equipos lucieron mucho más a la hora de defender que de atacar. Algo que hace entender que el encuentro acabase con resultado gafas.
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