Alejandro Fuertes y Juan Pelegrín presionan la salida del equipo rival. Edu Guillén
Los calamochinos se llevan la guerra en Jumaya para sellar la salvación (1-0)
Fonsi Nadales concede la victoria a los locales con un disparo certero desde los once metros
Más que un partido de fútbol, lo del domingo en Jumaya fue una guerra. Calamocha y Huesca B salieron al escenario con los cuchillos afilados y en muchos momentos rozaron el límite. Los oscenses se encargaron de poner el dominio en el juego, sin embargo, los calamochinos pusieron la eficacia de cara a puerta y la solidez defensiva. De esta manera, los locales fueron más listos para aprovechar sus oportunidades y, en los primeros instantes del juego, Fonsi Nadales consiguió darle la victoria los del Jiloca desde los once metros. Una victoria con la que sellan matemáticamente la permanencia.
El Huesca B comenzó muy serio el partido y en la primera bola que tocaron quisieron sorprender. El delantero visitante se marchó de la defensa y obligó a Calavia a emplearse al máximo para mandar esa pelota directamente a córner. Los calamochinos ya estaban avisados de que el equipo que tenían enfrente no marchaba segundo por nada, de manera que para sacar algo positivo los de Lagunas tendrían que exigirse al máximo.
Sin embargo, lejos de amedrantarse, los locales aceptaron el reto que les habían lanzado y lo mejoraron. En las dos siguientes jugadas, se aproximaron al área rival con peligro. El primer acercamiento no acabó en nada, pero en el segundo, un jugador calamochino fue trabado en el área y el árbitro pito penalti. Un penalti que Fonsi no perdonaría para poner por delante a los suyos.
En apenas 8 minutos de juego, ya había ocurrido mucho más que en otros partidos enteros. Los dos equipos estaban encendidos y la tensión era palpable, pero el Calamocha había sido más listo en esos primeros momentos locos y fue quien pudo sacar rédito de esta situación.
Los oscenses trataban de rehacerse y buscaban generar daño por los pasillos interiores, pero era imposible. Tocaban con desparpajo, pero, al llegar a tres cuartos de campo, sus ideas se difuminaban ante un Calamocha con una defensa de cinco muy bien plantada y con las líneas muy juntas. De esta manera, los oscenses se veían obligados a probar desde fuera del área, sin demasiada fortuna.
Al borde del descanso, los provenientes del norte aragonés tuvieron una muy clara desde el córner. Un doble remate sembró el miedo sobre la portería calamochina. Con un Unai Calavia ya vencido, apareció Oberé para, con la cabeza, sacar un balón en la misma línea de meta.
El dominio del juego era visitante, sin embargo los locales se habían puesto un chubasquero impermeable que no daba síntomas de flaqueza y que difícilmente iba a ser superado. Fruto de esto, la desesperación asoló a los visitantes, quienes comenzaron a imprimir un juego duro sobre el verde que sembraba la crispación entre el público local.
Justo a tiempo, el árbitro decretó el camino de los vestuarios para que los ánimos se rebajaran y no terminara de explotar la bomba de relojería que se estaba forjando sobre el verde.
Ya en la segunda parte, el guion no cambió. Las hostilidades en el juego se mantenían, y los oscenses conservaban la posesión sin demasiada eficacia. En estos segundos 45 minutos, los locales supieron aprovechar más las contras para generar peligro y a punto estuvieron de agrandar la ventaja, pero no anduvieron finos de cara a puerta.
En el tramo final, el área calamochina se convirtió en un caldero, sobre ella pasaron balones peligrosos, pero ninguno vio puerta. Además, tal y como se veía venir, la bomba explotó. Toda la intensidad reprimida acabó liberándose en forma de una melé de jugadores, que culminó con la expulsión del oscense Miguel Torguet. A partir de ahí, poco se jugó y, finalmente, los locales pudieron sujetar la victoria con la que sellan la permanencia.
El Huesca B comenzó muy serio el partido y en la primera bola que tocaron quisieron sorprender. El delantero visitante se marchó de la defensa y obligó a Calavia a emplearse al máximo para mandar esa pelota directamente a córner. Los calamochinos ya estaban avisados de que el equipo que tenían enfrente no marchaba segundo por nada, de manera que para sacar algo positivo los de Lagunas tendrían que exigirse al máximo.
Sin embargo, lejos de amedrantarse, los locales aceptaron el reto que les habían lanzado y lo mejoraron. En las dos siguientes jugadas, se aproximaron al área rival con peligro. El primer acercamiento no acabó en nada, pero en el segundo, un jugador calamochino fue trabado en el área y el árbitro pito penalti. Un penalti que Fonsi no perdonaría para poner por delante a los suyos.
En apenas 8 minutos de juego, ya había ocurrido mucho más que en otros partidos enteros. Los dos equipos estaban encendidos y la tensión era palpable, pero el Calamocha había sido más listo en esos primeros momentos locos y fue quien pudo sacar rédito de esta situación.
Los oscenses trataban de rehacerse y buscaban generar daño por los pasillos interiores, pero era imposible. Tocaban con desparpajo, pero, al llegar a tres cuartos de campo, sus ideas se difuminaban ante un Calamocha con una defensa de cinco muy bien plantada y con las líneas muy juntas. De esta manera, los oscenses se veían obligados a probar desde fuera del área, sin demasiada fortuna.
Al borde del descanso, los provenientes del norte aragonés tuvieron una muy clara desde el córner. Un doble remate sembró el miedo sobre la portería calamochina. Con un Unai Calavia ya vencido, apareció Oberé para, con la cabeza, sacar un balón en la misma línea de meta.
El dominio del juego era visitante, sin embargo los locales se habían puesto un chubasquero impermeable que no daba síntomas de flaqueza y que difícilmente iba a ser superado. Fruto de esto, la desesperación asoló a los visitantes, quienes comenzaron a imprimir un juego duro sobre el verde que sembraba la crispación entre el público local.
Justo a tiempo, el árbitro decretó el camino de los vestuarios para que los ánimos se rebajaran y no terminara de explotar la bomba de relojería que se estaba forjando sobre el verde.
Ya en la segunda parte, el guion no cambió. Las hostilidades en el juego se mantenían, y los oscenses conservaban la posesión sin demasiada eficacia. En estos segundos 45 minutos, los locales supieron aprovechar más las contras para generar peligro y a punto estuvieron de agrandar la ventaja, pero no anduvieron finos de cara a puerta.
En el tramo final, el área calamochina se convirtió en un caldero, sobre ella pasaron balones peligrosos, pero ninguno vio puerta. Además, tal y como se veía venir, la bomba explotó. Toda la intensidad reprimida acabó liberándose en forma de una melé de jugadores, que culminó con la expulsión del oscense Miguel Torguet. A partir de ahí, poco se jugó y, finalmente, los locales pudieron sujetar la victoria con la que sellan la permanencia.
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