El CD Teruel logra un triunfo fundamental ante el Real Unión (2-1) para seguir en la pelea por la salvación
Los de abajo tampoco fallan: victorias de Tarazona, Sabadell y SestaoLa “carrera de fondo” de la que habla Raúl Jardiel al referirse a esta compleja Primera RFEF está salpicada de obstáculos de todo tipo. En las dos anteriores jornadas, dos filiales, Barcelona Atlètic y Real Sociedad B, exigieron al CD Teruel ponerse ropa de etiqueta para tratar de igualar con pie fino el fútbol de salón de dos de las mejores canteras del país. Lo de este sábado fue otra cosa.ÂÂProbablemente el Teruel-Real Unión de esta última jornada en Pinilla haya tenido menos salsa para el paladar de los futboleros. Para el aficionado turolense, y quizá para el futuro del club, fue mucho más importante.
Con el traje de gala de los filiales el Teruel cosechó un punto de seis. El partido peleado, farragoso, bajo la lluvia del sábado ante el cuadro fronterizo dejó una victoria, tres nuevos puntos que tienen un doble efecto correlativo; cortan una pequeña racha negativa y, en consecuencia, encarrilan de nuevo al equipo en el camino hacia la permanencia. En realidad, pudo ocurrir lo de otras jornadas, la pasada sin ir más lejos. De nuevo el Teruel se dejó empatar un duelo en el que se puso por delante y mantenía bajo férreo control.
Porque, como tiene por costumbre el cuadro mudéjar en estos meses de buenos resultados, también entró el equipo bien asentado al choque. El Real Unión de Idiákez le planteó a Jardiel un partido traidor, canchero. Ritmo lento, pocas transiciones, balón parado y, sobre todo, esperar a que la bola caiga en la diestra de Córdoba o Solís, o en la zurda de Oyarzun. El exzaragocista quiso poner de inicio la mirilla para buscar desplazamientos largos a la espalda turolense. En Solís descansa un distribuidor puntual y atinado. En esa dupla se cimentaba el histórico irundarra, y tuvieron en el minuto siete un buen tuya-mía para poner cierto desasosiego en las gradas rojillas.
No tardó el Teruel en descifrar el acertijo. Y lo hizo como más le gusta, generando superioridad en banda. El Teruel de Jardiel es un conjunto que camina junto, un bloque que desenvuelve su fútbol en micropartidos de treinta metros. Se hace fuerte desde atrás y se proyecta gracias a la valentía de sus laterales. Una vez se activaron los centrales para desmembrar la ofensiva visitante y empujar al equipo diez metros hacia arriba, lo demás fue dejar hacer a Arnau, Martínez, Pascual y Aparicio. Al cuarto de hora, los dos primeros dieron a luz un buen acercamiento por banda izquierda con pase de la muerte para Naranjo en el punto de penalti. La pegó un poco mordida el del Zaragoza y paró Irazusta.
También desde zurda se acercó Borja Martínez en un buen gambeteo sobre la cal del área grande. Disparó arriba. La del otro costado, sin embargo, tuvo que sacarla Irazusta de dentro de las mallas. Minuto 37, la tejieron esta vez en costado derecho entre Pascual y Aparicio. El mediapunta, sobre línea de fondo, colocaba el esférico también en el punto de penalti, y allí Borja Romero la empujó a la red. Uno a cero, primer desafío del partido solventado. Sin ser un vendaval, el Teruel había sido mejor en la primera parte, y fue al descanso con justo premio.
Segunda parte, segundo reto
Se esperaba una reacción iracunda del equipo vasco en el inicio de la segunda parte. Hubo, sí, un amago de arreón, una intención del Real Unión por avanzar unos metros más hacia adelante. Pero la defensa mudéjar imitó el modelo de la primera parte, y bien juntas las líneas el equipo rojillo volvió a estirarse. Tanto, que el empate irundarra casi llegó en una contra de dos para dos, tras error de Carmona en el despeje. Por fortuna, anduvo despistado el delantero Esteban, recién salido en los irundarras. Pero vio Idiákez por dónde podía dañar al Teruel; lejos de tocar a rebato, el Real Unión decidió que la segunda parte transcurriese por la misma senda de la primera.
Y en ese ritmo perezoso a imitación del inicio del encuentro, esta vez el Teruel decidió que era buena idea sestear igualmente y jugar con el resultado. El once presionante e intenso del primer tiempo dio paso mediado el segundo acto a un bloque más bajo, balón a la espalda de los centrales irundarras, menos posesión y menos entrada por banda. El viento a favor animaba aún más a manejar el encuentro así. Y así perdió el Teruel contacto con la pelota y, sobre todo, con los duelos directos. En el 68 Esteban ya daba otro aviso serio, tuvo el empate con el Real Unión ya más metido en campo local. Un cuarto de hora más tarde se cumplirían esos presagios negativos.
Cierto es que en el 78 marró el Teruel una buena contra, una buena pelea de Naranjo para robar en la medular. Habilitó a Martínez con la pelota eso sí algo ralentizada;ÂÂla lluvia no ayudó a que corriese el esférico y el exterior zurdo tuvo que lanzar desde fuera del área, sin premio. Al revés, el gol llegaría en la otra portería, en la de Taliby, con el equipo extrañamente partido. Minuto 82. Ese ritmo ramplón pero traicionero del Real Unión pilló al Teruel sin saber muy bien si salir a la presión o acudir al repliegue. La mitad decidieron ir, la otra mitad, volver. Por ese camino se coló Esteban que recibió un balón de banda izquierda. Tuvo fortuna en su disparo, pero embocó. 1-1.
Con apenas diez minutos para el final del partido, la afición turolense se temió la misma historia que en Zubieta. O que en Pinilla, ya en la primera vuelta, ante el Sabadell. O en otros encuentros en los que el Teruel ha perdido puntos por no ser capaz de manejar ventajas y resultados positivos. Son cosas de la juventud, pecados de quien llega nuevo a la antesala del fútbol profesional. Sin embargo, a veces el fútbol es justo y recompensa a quien propone. Ayer propuso el Teruel, y ayer su apuesta salió bien.
Penalti extraño
Dijo Jardiel “el azar”, que a veces también influye, más de lo que parece en juegos de equipo con balón redondo. Para Idiákez, “decisiones que no nos favorecen ahí abajo”. Realmente, el entrenador del Real Unión no tiene mucha queja del colegiado en Pinilla, remiso en las tarjetas, con un criterio un tanto peculiar en el reparto de las faltas. Pero es cierto que en la definitiva, en la que decidió el partido, a Ávalos Martos no le tembló el pulso y vio mano de la defensa del Real Unión en su área.
Minuto 85, penalti a favor del CD Teruel, tres minutos después del empate del equipo fronterizo. Máxima responsabilidad para el zurdo Borja Martínez, partido esforzado el suyo, con más tino en la primera que en la segunda parte. Pero estuvo inspirado en el momento culminante, engañó al portero guipuzcoano con la cintura y colocó el esférico raso, pegado al palo derecho, pase a la red para colocar el 2-1 con el que la afición estalló de júbilo.
Desde el vestuario se viene diciendo que no hay finales. Que nada es definitivo. Pero sobre el césped, en la grada y también en la caseta se sabe que haber salido de este envite sin los tres puntos en el zurrón podría haber caído como una losa en el Teruel. Sin embargo, el pitido final confirmó una victoria necesaria y también merecida. No brillante, pero suficiente y, sobre todo, muy valiosa. Ganaron este fin de semana Tarazona y Sabadell, y el Sestao vio parar su partido a poco del final también con victoria. Por eso el triunfo era indispensable. Y es, también, señal de que la resurrección sigue siendo posible.
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