Judit Castillo, tras ganar el oro en el Open de Sacramento. @juditcastillog
De Mosqueruela a Shreveport para perseguir su sueño de ser profesional
Judit Castillo es la número 14 del ránking mundial de pickleball y la principal representante nacional femenina
Hace veinticuatro años nació en un pequeño pueblo de Teruel, Mosqueruela, una niña con un don. Por aquel entonces todavía desconocía que, con una pala en su mano, iba a tener todo a su alcance. Se trata de Judit Castillo, una joven que centró todos sus esfuerzos en un único propósito, el deporte, y que, hoy en día, comienza a recoger los frutos de lo que un día sembró, con todo lo que ello conllevó, y es que Judit tuvo que hacer muchos sacrificios para convertirse en lo que es hoy: una gran jugadora de pickleball profesional y la primera representante femenina de su país, España, aunque por circunstancias de la vida, hoy se encuentra lejos de él, ya que uno de esos grandes sacrificios que hizo fue mudarse a los Estados Unidos de América, persiguiendo sus sueños.
La familia de Judit tenía una estrecha relación con el deporte, pues prácticamente todos sus integrantes practicaban algún tipo de deporte de manera amateur, por lo que, desde pequeña, Judit tenía claro que quería dedicar su vida al deporte. En Navidad, mientras las demás niñas le pedían juguetes a los Reyes Magos, ella pedía un nuevo balón o una nueva raqueta. Sin embargo, lo que no sabía era a qué iba a dedicarse concretamente. Su inquietud la llevó a probar varias cosas antes de dar con la clave.
Primeramente, Judit probó con el atletismo. Este fue su primer acercamiento al deporte. Por aquel entonces, la joven deportista todavía habitaba en Teruel y allí dio sus primeros pasos en forma de carreras, representando a su colegio.
A partir de los diez años dejó a un lado el atletismo y continuó su carrera deportiva con el fútbol, un deporte con el que también se inició. Aquí ya comenzaba a apuntar maneras. Era una niña disciplinada y con talento, y esos primeros brotes ya comenzaban a aflorar. Sin embargo, ninguno de estos dos deportes terminaban de convencerla.
En ese instante, llegó el momento de empuñar la raqueta, y con ello los primeros sacrificios, y es que cuanto más crecía su talento y más en serio se lo tomaba, mayores eran los inconvenientes de la vida que Judit y su familia tenían que sortear. Así pues, de la mano de su padre, Judit comenzó a jugar a tenis.
En Teruel no había un espacio adecuado para que Judit pudiera entrenar como debía, de modo que buscaron un club en Valencia. Así, en este nuevo ciclo, la de Mosqueruela adoptó una vida nómada. Durante tres días a la semana, Judit iba y volvía a Valencia para realizar sus entrenamientos de tres horas. Además, también volvía a la ciudad del mediterráneo para disputar los diversos torneos.
A todo ello se le sumaba la vida ordinaria de una joven de doce años en Teruel, donde estudiaba, tocaba el clarinete, tenía a sus amigos, etc. De esta manera, Judit comenzó a llevar dos vidas paralelas en dos ciudades distintas.
Dada la complejidad que empezaba a adquirir su vida, Judit comenzó a tomarse este último deporte mucho más en serio. En sus propias palabras, quería “llegar lo más lejos que pudiese”. Ello le llevó a tener que dejar atrás sus dotes como músico, algunas amistades y tuvo que mudarse a Valencia definitivamente, después de tres años practicando la trashumancia.
Este fue el primer salto, pero no el más grande. Mientras cursaba sus estudios de bachillerato, al más puro estilo de una película americana, Judit recibió una notificación que le indicaba que podía recibir una beca para poder competir en Estados Unidos al mismo tiempo que lo compaginase con sus estudios superiores. Esta vez, se trataba de palabras mayores, por lo que Judit tuvo que meditar mucho esta decisión. Sin embargo, finalmente, su afán de perseguir sus sueños la llevó a cruzar el charco y dejar atrás una vida entera.
Allí comenzó a competir para Northwestern State University, en Luisiana, a la par que estudiaba el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Una vez obtuvo su título, la beca que había obtenido como estudiante-atleta se le caducaba, por lo que Judit tuvo que buscarse la vida allí para no dejar de lado su sueño. Así pues, comenzó a trabajar en otra ciudad cercana llamada Shreveport. Lo hizo primeramente para el club de tenis Pierremont Oaks, en el departamento de fitness y como entrenadora de tenis asistente. De ahí la ascendieron a directora de deportes de raqueta y de fitness en el club de campo East Ridge, que ostenta la propiedad del club de tenis para el que comenzó trabajando.
A partir de ahí es cuando su vida dio un vuelco. La atleta había dejado de competir para la universidad y estaba buscando su oportunidad, sin saber que su explosión estaba cerca, aunque fuera del tenis. En ese instante, el entonces entrenador de pickleball hizo un torneo de este deporte en el Pierremont Oaks y le pidió a Judit que jugara con él en dobles mixto. Judit no había escuchado nunca hablar de ese deporte y lo desconocía por completo. Sin embargo, su cuerpo le demostró que esto era para lo que había nacido. A partir de ese momento empezó a disputar torneos de forma amateur, demostrando en todos ellos un gran nivel.
El pickleball es un deporte que se lleva jugando de hace mucho tiempo, pero es ahora cuando más está creciendo. Además, combina ciertos aspectos del tenis, de modo que, sobre septiembre Judit decidió darle una oportunidad y no se equivocó.
Cuando sus socios del club en el que trabajaba la vieron jugar no dudaron en apostar por ella. Fueron ellos quienes la animaron a que se apuntara a su primer torneo profesional. Este tuvo lugar en Dallas, en él se enfrentó a la tercera del mundo y perdió, pero logró quedar en sexta posición, algo muy meritorio teniendo en cuenta que todavía no se dedicaba a ello completamente.
Este torneo le sirvió para ver su potencial y decidir dedicarse a esto por completo. Comenzó a entrenar y enseguida notó los primeros progresos. Tanto es así que en los siguientes torneos fue mejorando su rendimiento y sus resultados, hasta que hace tan solo unas semanas consiguió su primera plata en el US Open de Florida, después de vencer a la tercera del mundo, con la que había perdido en su primer tornero profesional, en semifinales y caer en una final muy disputada, y, la joya de la corona, su primer oro en el Open de Sacramento.
Con estos resultados, en el poco tiempo que lleva jugando al pickleball, Judit ha conseguido colocarse como la número 14 del ránking mundial en individuales, la 20 en dobles femeninos y la 27 en dobles mixtos, además de ser elegida para representar al Washington en la Major League Pickleball, la liga de clubes de pickleball. Unas estadísticas que la dejan como la principal representante española femenina de pickleball a nivel mundial.
Así pues, Judit tardó en encontrarse y tuvo que realizar muchos sacrificios para hacerlo. Sin embargo, nunca se rindió y fruto de ello hoy es una gran deportista y esto es tan solo la punta del iceberg, ya que apenas lleva seis meses disputando este deporte y su progresión es exponencialmente ascendente.
La familia de Judit tenía una estrecha relación con el deporte, pues prácticamente todos sus integrantes practicaban algún tipo de deporte de manera amateur, por lo que, desde pequeña, Judit tenía claro que quería dedicar su vida al deporte. En Navidad, mientras las demás niñas le pedían juguetes a los Reyes Magos, ella pedía un nuevo balón o una nueva raqueta. Sin embargo, lo que no sabía era a qué iba a dedicarse concretamente. Su inquietud la llevó a probar varias cosas antes de dar con la clave.
Primeramente, Judit probó con el atletismo. Este fue su primer acercamiento al deporte. Por aquel entonces, la joven deportista todavía habitaba en Teruel y allí dio sus primeros pasos en forma de carreras, representando a su colegio.
A partir de los diez años dejó a un lado el atletismo y continuó su carrera deportiva con el fútbol, un deporte con el que también se inició. Aquí ya comenzaba a apuntar maneras. Era una niña disciplinada y con talento, y esos primeros brotes ya comenzaban a aflorar. Sin embargo, ninguno de estos dos deportes terminaban de convencerla.
En ese instante, llegó el momento de empuñar la raqueta, y con ello los primeros sacrificios, y es que cuanto más crecía su talento y más en serio se lo tomaba, mayores eran los inconvenientes de la vida que Judit y su familia tenían que sortear. Así pues, de la mano de su padre, Judit comenzó a jugar a tenis.
En Teruel no había un espacio adecuado para que Judit pudiera entrenar como debía, de modo que buscaron un club en Valencia. Así, en este nuevo ciclo, la de Mosqueruela adoptó una vida nómada. Durante tres días a la semana, Judit iba y volvía a Valencia para realizar sus entrenamientos de tres horas. Además, también volvía a la ciudad del mediterráneo para disputar los diversos torneos.
A todo ello se le sumaba la vida ordinaria de una joven de doce años en Teruel, donde estudiaba, tocaba el clarinete, tenía a sus amigos, etc. De esta manera, Judit comenzó a llevar dos vidas paralelas en dos ciudades distintas.
Dada la complejidad que empezaba a adquirir su vida, Judit comenzó a tomarse este último deporte mucho más en serio. En sus propias palabras, quería “llegar lo más lejos que pudiese”. Ello le llevó a tener que dejar atrás sus dotes como músico, algunas amistades y tuvo que mudarse a Valencia definitivamente, después de tres años practicando la trashumancia.
Este fue el primer salto, pero no el más grande. Mientras cursaba sus estudios de bachillerato, al más puro estilo de una película americana, Judit recibió una notificación que le indicaba que podía recibir una beca para poder competir en Estados Unidos al mismo tiempo que lo compaginase con sus estudios superiores. Esta vez, se trataba de palabras mayores, por lo que Judit tuvo que meditar mucho esta decisión. Sin embargo, finalmente, su afán de perseguir sus sueños la llevó a cruzar el charco y dejar atrás una vida entera.
Allí comenzó a competir para Northwestern State University, en Luisiana, a la par que estudiaba el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Una vez obtuvo su título, la beca que había obtenido como estudiante-atleta se le caducaba, por lo que Judit tuvo que buscarse la vida allí para no dejar de lado su sueño. Así pues, comenzó a trabajar en otra ciudad cercana llamada Shreveport. Lo hizo primeramente para el club de tenis Pierremont Oaks, en el departamento de fitness y como entrenadora de tenis asistente. De ahí la ascendieron a directora de deportes de raqueta y de fitness en el club de campo East Ridge, que ostenta la propiedad del club de tenis para el que comenzó trabajando.
A partir de ahí es cuando su vida dio un vuelco. La atleta había dejado de competir para la universidad y estaba buscando su oportunidad, sin saber que su explosión estaba cerca, aunque fuera del tenis. En ese instante, el entonces entrenador de pickleball hizo un torneo de este deporte en el Pierremont Oaks y le pidió a Judit que jugara con él en dobles mixto. Judit no había escuchado nunca hablar de ese deporte y lo desconocía por completo. Sin embargo, su cuerpo le demostró que esto era para lo que había nacido. A partir de ese momento empezó a disputar torneos de forma amateur, demostrando en todos ellos un gran nivel.
El pickleball es un deporte que se lleva jugando de hace mucho tiempo, pero es ahora cuando más está creciendo. Además, combina ciertos aspectos del tenis, de modo que, sobre septiembre Judit decidió darle una oportunidad y no se equivocó.
Cuando sus socios del club en el que trabajaba la vieron jugar no dudaron en apostar por ella. Fueron ellos quienes la animaron a que se apuntara a su primer torneo profesional. Este tuvo lugar en Dallas, en él se enfrentó a la tercera del mundo y perdió, pero logró quedar en sexta posición, algo muy meritorio teniendo en cuenta que todavía no se dedicaba a ello completamente.
Este torneo le sirvió para ver su potencial y decidir dedicarse a esto por completo. Comenzó a entrenar y enseguida notó los primeros progresos. Tanto es así que en los siguientes torneos fue mejorando su rendimiento y sus resultados, hasta que hace tan solo unas semanas consiguió su primera plata en el US Open de Florida, después de vencer a la tercera del mundo, con la que había perdido en su primer tornero profesional, en semifinales y caer en una final muy disputada, y, la joya de la corona, su primer oro en el Open de Sacramento.
Con estos resultados, en el poco tiempo que lleva jugando al pickleball, Judit ha conseguido colocarse como la número 14 del ránking mundial en individuales, la 20 en dobles femeninos y la 27 en dobles mixtos, además de ser elegida para representar al Washington en la Major League Pickleball, la liga de clubes de pickleball. Unas estadísticas que la dejan como la principal representante española femenina de pickleball a nivel mundial.
Así pues, Judit tardó en encontrarse y tuvo que realizar muchos sacrificios para hacerlo. Sin embargo, nunca se rindió y fruto de ello hoy es una gran deportista y esto es tan solo la punta del iceberg, ya que apenas lleva seis meses disputando este deporte y su progresión es exponencialmente ascendente.