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Algás y Láinez tenían “claro” que iban a “ir a saco” en la Titan Desert Algás y Láinez tenían “claro” que iban a “ir a saco” en la Titan Desert
Juan Ignacio Algás y José María Láinez lucen sus trofeos de vencedores de la Titan Desert en categoría Ambassador. J.L.R.

Algás y Láinez tenían “claro” que iban a “ir a saco” en la Titan Desert

El equipo Jamón Bike, ganador Ambassador de la prueba marroquí, ya está en Calamocha
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José Luis Rubio
Unas planchas de mármol con la inscripción del  nombre de la Titan Desert les acredita como ganadores de la edición de 2021 en categoría Ambassador. Los calamochinos Juan Ignacio Algás y José María Láinez no pueden ocultar la sonrisa con cada anécdota de una carrera de seis días por el desierto del Sahara que han dominado con mano de hierro.

La decisión de participar en una prueba de esta entidad no se tomó a la ligera. Láinez explicaba ayer que “la idea surgió en 2019” . Los dos ciclistas convinieron en acudir a la presentación de la carrera y pensárselo después. “Fuimos en septiembre de 2019 a la presentación de lo que habría sido la Titan de 2020”. La proyección de unas imágenes y la charla de los organizadores bastaron para prender la llama de una determinación irrevocable. “Volvíamos en el coche y nos dijimos: Venga, sí, que vamos”.

Y entonces llegó el coronavirus y en marzo el mundo se paró. “Habríamos ido a la Titan a finales de abril de 2020, pero entonces llegó el confinamiento”, recordaba Láinez ayer en Calamocha.  La organización optó el año pasado por hacer una versión segura de la carrera en el desierto de Almería, pero la propuesta no resultó atractiva para los calamochinos.  “A Almería puedes ir a correr cuando quieras”, sentenció Juan Ignacio Algás, apoyado por Láinez que aseguraba que “la Titan es Marruecos”.

El binomio Algás-Láinez tuvo claro desde el primer momento que no iba a ir a Marruecos de paseo. Querían competir, y se prepararon para ello. Láinez se puso bajo la tutela de un entrenador que le preparó con el pico de forma en el mes de mayo, cuando estaba prevista inicialmente la carrera este año. “Cuando ya se sabía que este año sí se iba a hacer la carrera me busqué un entrenador, Sergio Pérez,  y le expliqué que mi objetivo era la Titan Desert. Él me puso súper fuerte para mayo, pero a falta de tres semanas la suspendieron. Con la forma física que tenía podía haberlo hecho muy bien”, explicó Láinez, que aprovechó esa forma física para disputar carreras por la zona y tratar de volver a obtener otro pico de forma  después del verano.

Juan Ignacio Algás aprovechó la preparación de su compañero para crecer en su forma física. “Adaptaba sus entrenamientos y los hacía parecidos a los míos. Y hemos llegado los dos en un buen estado de forma”, recordaba tras regresar de Marruecos Láinez. 

Once años después


Para Algás, la experiencia de este año poco ha tenido que ver con su participación de 2021. “Yo le decía (a José María Láinez) que no entrase tanto, y luego los dos primeros días  fueron muy duros con mucho desnivel”. 

La complicidad que requiere competir en una prueba de estas características, con seis días de carrera en los que se ha de trabajar en pareja, se palpa en cuanto Láinez y Algás se juntan. Más aún cuando hablan de la carrera. “¿Ves? Yo le decía si había mirado las etapas, porque había que subir, hay que llegar allí como un escalador, pero un escalador que también se defienda bien en los llanos para saber cubrirse. Y él me decía que ésto era solo rodar y rodar”, recordaba con un cariñoso reproche Láinez a su alter ego ciclista.  

La carrera que vivió Algás hace once años tenía un sabor de aventura más marcado. “Ahora hemos ido con asistencia y con fisio. En 2010, con Jalabert, Olano o Eras, te juntabas hasta para limpiar las bicis”. Algás recordaba cómo entonces los participantes podían pasar horas enteras absolutamente solos en medio del desierto, pero ahora hay mucho público en el recorrido, helicópteros de la organización, puntos de abastecimiento de agua, medios de comunicación, autocaravanas e incluso existe la posibilidad de llevar a los acompañantes en un todo terreno siguiendo el recorrido. “No te sientes solo en el desierto”, apuntó Algás.

Marcando la pauta


La dupla Algás-Láinez marcó la pauta de la categoría Ambassador desde el primer momento de la carrera. “Teníamos claro que íbamos a ir a saco”, confirmó Algás ayer. “El primer día salimos fuerte, como si fuera una carrera de un solo día, para ver dónde estábamos. Entonces vimos que sacábamos diferencia, y eso no permitió regular y no jugárnosla a sufrir un tortazo o lo que sea”, recordó Láinez, que era el elemento más fuerte del equipo. 

Lo que para algunos equipos podría convertirse en un tormento por las diferencias en el estilo de conducción o de forma física, la obligación de rodar juntos implícita en la categoría Ambassador no supuso un problema para los calamochinos. “Llevamos todo el año yendo a cicloturistas y aunque no hemos hecho carreras juntos, sí que nos conocíamos muchísimo. Yo sabía cuándo él iba sobrado y él sabía cuando yo iba un poco más justo”, recordó Algás. “Hemos sido un equipo, y eso lo teníamos claro desde el principio”, sentenció Juan Ignacio para que Láinez apostillará a continuación que han sido como “un matrimonio”.

El dúo llegaba en un gran estado de forma pero con poco entrenamiento de navegación en el desierto. Sin embargo, ese aspecto les preocupó poco porque, por un lado, proceden del deporte de la Orientación, y eso suma, y por otro establecieron alianzas en carrera con otros corredores intercambiando huella en el desierto por darles rueda contra el aire. 

Aunque la organización proporciona el track a los participantes para cada etapa, Algás apuntaba que “esto se parece cada día más al Dakar. Casi todos los equipos buenos llevan un equipo de mapeadores  y por la noche les hacen los tracks  desde mapas”.

“Como íbamos bien físicamente podíamos haber ganado la carrera solo siguiendo los tracks, pero como íbamos con los primeros hacíamos atajos por el desierto”. Entre esos corredores punteros estaban algunos grandes conocedores del desierto como Joan Pedrero, piloto de motos habitual del Dakar. “La navegación está cambiando”, afirmó Algás, comparándolo con su anterior participación, cuando “prácticamente nadie se atrevía a navegar, mientras que ahora todos los equipos  de los primeros tienen una persona que se dedica exclusivamente a  hacer los tracks por las noches”. 

Bofetón de realidad


La superioridad sobre la bicicleta y el dominio de su categoría permitió al equipo de Calamocha levantar la cabeza para contemplar los paisajes e incluso parar  a hacer fotos y llevarse un “bofetón de realidad, “cuando te das cuenta de la pobreza que hay”, y recordaba Algás cómo los niños, que aparecían sin avisa de detrás de una duna para “pedir el bidón de agua o unas barritas” en lugar de dinero.

La grupeta turolense


Esta edición de la Titan Desert contó con una nutrida representación de corredores de la provincia, con hasta siete participantes procedentes de Teruel desde Calamocha, Montalbán, Mora de Rubielos, Alcañiz y Cucalón. El grupo se reunía después de cada etapa para dar cuenta del pernil de jamón que había cargado hasta Marruecos el Calamocha Jamón Bike  y beber cerveza. “Los dos primeros días no porque llegamos hecho polvo y el jamón ni lo empezamos, pero después estábamos juntos los de Teruel cortando jamón y  tomando cerveza”, resumió Algás, que recordaba cómo algunos nombres ilustres del campamento se sumaba a estas reuniones vespertinas.

Sin embargo, todo el campamento se convirtió en una “gran familia” y Láinez recordaba cómo “todo el mundo te contaba sus aventuras, aunque solo hubiera compartido contigo un minuto de carrera. Salvo los equipos punteros como el Team Bellès o el equipo de Betalú, que no se les veía, con el resto de gente siempre te saludabas”.

La vida de este tándem ha sido efímero y mientras que Algás contesta con un rotundo “no”, Láinez esboza una sonrisa cuando se le pregunta por su vuelta al desierto. “En 2022 no, pero en 2023 puede ser. Me ha encantado la experiencia”, dijo.

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