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Xalapa une a los arquitectos turolenses Francisco Azorín y Marcos Ibáñez Xalapa une a los arquitectos turolenses Francisco Azorín y Marcos Ibáñez
Inauguración el pasado lunes en Xalapa de la exposición sobre el exilio republicano, uno de cuyos protagonistas es Francisco Azorín. Museo de Antropología de Xalapa

Xalapa une a los arquitectos turolenses Francisco Azorín y Marcos Ibáñez

La ciudad mexicana acoge una exposición sobre el exilio republicano
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Nacieron en siglos distintos y acabaron en América desarrollando su actividad profesional, donde murieron y hoy día son objeto de recuerdo en la provincia de Teruel, donde nacieron, uno en el siglo XVIII y otro en el XIX. Una exposición los ha unido de forma casual en la localidad mexicana de Xalapa. Los arquitectos turolenses Francisco Azorín y Marcos Ibáñez vuelven así a estar de actualidad, después de que al segundo se le recordase el mes pasado en un acto celebrado en Odón, su localidad natal, que contó con la asistencia de una delegación llegada desde Guatemala.

El Museo de Antropología de Xalapa, en el estado mexicano de Veracruz, inauguró esta semana la exposición Presencia del exilio español en la arquitectura mexicana, que repasa la historia de aquellos arquitectos que se exiliaron a México al final de la Guerra Civil española.

Entre los arquitectos que figuran en la exposición está el turolense Francisco Azorín, nacido en 1885 en el municipio de Monforte de Moyuela y exiliado a México en 1939. Forma parte de la primera generación de exiliados y en la muestra aparece el primero tanto por orden cronológico como por la trascendencia que tuvo durante su exilio. Fue el autor, junto a uno de sus hijos y un nieto, del monumento a Lázaro Cárdenas que los descendientes del exilio español dedicaron al presidente que les abrió las puertas del país y los acogió tras su huida del fascismo.

El monumento se encuentra en el parque España de Ciudad de México y su motivo principal es una mano gigantesca abierta que simboliza el acogimiento que recibieron. En su subsuelo hay colocada una piedra de cada provincia española, entre ellas una de Teruel, la localidad natal de Azorín que siempre llevó consigo aunque nunca pudo regresar.
 

Parque Juárez en Xalapa, donde estuvo el hospital en el que murió el turolense de Odón Marcos Ibáñez


Quien tampoco pudo regresar a su Teruel natal fue otro arquitecto que había viajado a la Nueva España más de un siglo antes que Azorín, cuando todavía México no se había independizado. Ese otro arquitecto fue Marcos Ibáñez, nacido en Odón en el año 1738, y a quien hace poco se dedicó un homenaje en su pueblo.

Se da la circunstancia además de que ambos son nacidos en la Comarca del Jiloca, y que nunca pudieron volver a pesar de desearlo, en el caso de Azorín porque tenía prohibida su entrada en España por el régimen franquista, y en el de Marcos Ibáñez porque murió en México cuando intentaba regresar a su patria.

Por avatares del destino, ambos llegaron a América en circunstancias distintas por el puerto mexicano de Veracruz. Azorín acabó instalándose en Ciudad de México tras una breve estancia en Puebla, mientras que Marcos Ibáñez viajó hasta Guatemala, que es donde le habían encomendado la misión de levantar una nueva ciudad tras la destrucción que sufrió la que hoy se conoce como Antigua Guatemala debido a un devastador terremoto. A él se debe también, además, la Catedral de Guatemala, cuyos planos diseñó.

Azorín murió en Ciudad de México en 1975, poco después de que muriese el dictador Franco. Marcos Ibáñez falleció en cambio en la ciudad mexicana de Xalapa, después de que abandonase Guatemala para regresar a España. Durante el viaje cayó enfermo y acabó en el hospital de la Inmaculada Concepción de Xalapa, donde acabó falleciendo a muy pocos kilómetros de distancia del puerto de Veracruz, desde donde hubiese emprendido la travesía de regreso a su Teruel natal.

Ahora se ha dado la casualidad de que Xalapa, el lugar donde murió Marcos Ibáñez, acoge una exposición protagonizada, entre otros, por otro paisano suyo y arquitecto como él, Francisco Azorín.

La exposición Presencia del exilio español en la arquitectura mexicana ha unido así por casualidad a diez mil kilómetros de distancia a dos ilustres turolenses, dos arquitectos de renombre con los que la provincia tiene una deuda pendiente y que merecen ser colocados en el lugar que les corresponde.

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