Uno de los primeros libros impresos en el mundo se puede leer en el Museo de Arte Sacro de Teruel
La crónica, de las más relevantes del siglo XV, ha sido restaurada y se exhibe en la ciudadLa Crónica de Nuremberg o Liber Chronicarum es uno de los incunables con más valor no sólo por su contenido, ya que narra la historia del mundo desde sus inicios hasta el año 1492 –se editó en 1493–, sino por todas las ilustraciones que tiene, más de 1.200 grabados xilográficos entre los que destacan mapas y dibujos de 89 ciudades. El libro lo escribió Hartmann Schedel, un médico alemán, y fue editado por Anton Koberger, cuya imprenta funcionó en Nuremberg entre 1470 y 1513. Uno de los ejemplares que se hicieron con esa máquina tipográfica se conserva en el Obispado de Teruel y ahora ha sido restaurada. Procede de la primera edición en latín, que salió de la imprenta el 12 de julio y a la que seguiría, en diciembre de ese mismo 1473, una edición en alemán. La pieza es desde el pasado viernes y hasta el 8 de octubre la protagonista de la exposición Liber Chronicarum: 1493, que se puede visitar en el Museo de Arte Sacro de Teruel.
No se conoce la procedencia de este ejemplar que se conserva en la ciudad y no presenta marcas de propiedad, por lo que la responsable de la Biblioteca de la Diócesis de Teruel y Albarracín, Inmaculada Gómez, plantea que posiblemente se trate de una obra perteneciente a uno de los obispos que han pasado por la diócesis. De esta obra sólo se conservan 45 en España y 858 en todo el mundo.
En cuanto a las casi 90 ciudades retratadas, una tercera parte son reconocibles porque muestran algunos de sus edificios principales. Entre ellas está Roma, Venecia o Florencia, con imágenes basadas en grabados publicados anteriormente, pero también hay varios emplazamientos alemanes cuyos dibujos se han realizado a partir del natural.
La restauración, que acaba de concluir y se ha financiado gracias a un donante particular, se ha llevado a cabo en la Fundación Casa Ducal de Medinaceli en Toledo y ha desvelado que la obra ha sido encuadernada al menos en tres ocasiones, ya que hay huellas en el lomo de cada uno de estos procesos. El libro tenía un uso habitual al ser una gran enciclopedia, de ahí que las cubiertas precisaran sustitución. La última encuadernación fue después del siglo XVII puesto que en las tapas se aprovecharon legajos de otros libros, impresos y manuscritos, y el más moderno de los empleados era de esa época, según desveló la experta que estuvo al frente de la recuperación de la pieza, la hermana María Dolores Díaz de Miranda.
Por otro lado, en su fabricación se emplearon papeles procedentes de cuatro molinos diferentes según comentó la responsable del proceso de restauración. Díaz de Miranda detalló que el papel, que en esa época se hacía a partir de trapos, tiene filigranas correspondientes a diferentes fábricas.
Ahora la pieza está expuesta en el Museo de Arte Sacro, donde permanecerá hasta el próximo 8 de octubre. Se exhibe en una vitrina específica elaborada a partir de elementos que no dañan el papel y en la que hay un control constante tanto de la temperatura como de la humedad. Tras la muestra se guardará en un armario especial que hay en la Biblioteca del Obispado y que es ignífugo, para garantizar su salvaguarda incluso en caso de incendio.
Maquetas de miniatura
La exposición se ha completado con diversos elementos sobre la imprenta y la encuadernación de libros de forma artesanal. Buena parte de las piezas corresponden a la colección de la miniaturista Susana López del Toro, que cuenta con una de las mayores representaciones de miniaturas vinculadas al libro y a la literatura del mundo.
Entre las maquetas que se pueden admirar hay una que recrea el taller de un impresor, también hay un cajón, denominado chibalete, en el que se guardaban los tipos móviles para conformar los textos, y una zona en la que se muestran las piezas necesarias para la elaboración de las tapas de los libros. Por último, la muestra concluye con un vídeo en el que muestra algunos de las más de 1.800 ilustraciones que hay en su interior, ya que en la vitrina donde está el Liber Chronicarum sólo se puede ver uno de ellos.
La diócesis inicia un proyecto para intervenir en sus incunables
Los libros incunables son aquellos que salieron de la imprenta antes del siglo XVI, en esas primeros décadas del gran invento de Gutenberg, y de los que en la provincia de Teruel hay localizados tan sólo 39, según los cálculos de Inmaculada Gómez, que es la bibliotecaria de la Diócesis de Teruel y Albarracín y autora de un estudio sobre este tipo de obras. La gran mayoría de las que ha inventariado hasta ahora se conservan en el Obispado de Teruel y Albarracín, aunque reconoce que está investigando en diferentes archivos y confía en ampliar pronto el catálogo. La importancia de estas obras unida al mal estado en el que algunas de ellas se encuentran debido a su antigüedad hace que desde el Obispado quieran desarrollar un proyecto para ir recuperándolas. El primer paso lo han dado con la restauración del Liber Chronicarum, el incunable de los incunables. La crónica más importante del siglo XV se ha sometido a una intervención integral y ahora se muestra, tal y como salió de la imprenta de Nuremberg en el año 1473, en el Museo de Arte Sacro de Teruel.
La obra se envió a la Fundación Casa Ducal de Medinaceli en Toledo, donde la doctora en restauración y experta en papel antiguo María Dolores Díaz de Miranda lo desmontó entero y recuperó cada una de sus 300 páginas de tamaño in-folio, aproximadamente un Din A3. Las limpió y restituyó sus faltas con papel japonés y, después, las ensambló en una nueva encuadernación de estilo gótico, con tapas de madera y cierres fabricados ex profeso para la obra, que hasta el próximo 8 de octubre se puede visitar en el centro expositivo del Obispado de Teruel.
Esta pieza es la primera que se ha restaurado y ha sido gracias a la donación recibida de un particular. Inmaculada Gómez plantea que, a medida que cuenten con presupuesto, irán realizando nuevas intervenciones y señaló que se atenderá a las diferentes obras con criterios técnicos. En este sentido la restauradora María Dolores Díaz de Miranda ya ha hecho una valoración de los incunables y planteó que a la hora de hacer una selección se tendrá en cuenta no sólo el estado de la obra, sino también el valor de la misma y los recursos disponibles, puesto que no todas las restauraciones entrañan la misma complejidad.
La mayor parte de estos 39 incunables que forman parte del catálogo de Gómez son libros religiosos. Para la realización del inventario, la bibliotecaria partió del trabajo realizado por el investigador Vidal Guitarte Izquierdo, que ya había catalogado estas obras, aunque Gómez amplió el listado con alguno más durante su proceso de estudio.
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