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Una visión en blanco y negro de Cuba, por Javier Alquézar y Roberto Morote Una visión en blanco y negro de Cuba, por Javier Alquézar y Roberto Morote
Imagen de la inauguración de la exposición ‘Cubanos’ en la Casa de Cultura de Andorra

Una visión en blanco y negro de Cuba, por Javier Alquézar y Roberto Morote

Ambos son los autores de ‘Cubanos’, la muestra inaugurada en Andorra
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La sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Andorra acoge hasta el próximo 15 de diciembre la exposición de fotografía Cubanos, de los andorranos Javier Alquézar y Roberto Morote. Se trata de 31 retratos en blanco y negro tomados en la isla de Cuba hace diez años, durante un viaje que ambos emprendieron junto a varios familiares.

Resulta paradójico que Alquézar y Morote prescindan del color, que en buena parte define Cuba, por su mar azulado, su exuberante vegetación y el colorido de las calles de buena parte de sus ciudades, para explicar el país a través de las gentes. El factor humano es el absoluto protagonista de la exposición, con hombres, mujeres, niños y ancianos que hablan de algunos de los puntos de referencia inevitables de las calles de La Habana o de Trinidad.

La música es uno de los elementos inevitables en el encuentro entre Cuba y el viajero, del mismo modo que los ancianos sentados a la puerta de su casa, o detrás de las características rejas de hierro de los grandes ventanales, situados a pie de calle  porque las ventanas en Cuba parecen diseñadas no para mirar, sino para ser mirado.

También se percibe a través de las fotos de Alquézar y Morote el contrapunto entre las esperanzas puestas en marcha durante la revolución que derrocó a Batista en 1959, y la realidad de un país que, especialmente tras el desmerengamiento del campo soviético en los años 90, nunca ha logrado responder a todas las expectativas creadas y salir del semicolapso económico permanente en el que se mueve buena parte de centro y sudamérica.

La ropa usada y reusada, o los zapatos de tercera generación, contrastan con camisetas deportivas, con logos comerciales estadounidenses o compradas en el Water World de Lloret de Mar, producto del turismo que se deshace de su basura en destino para no tener que facturar maletas de regreso.

Son fotografías que tratan de captar lo más cotidiano y rutinario de un país que se escapa de lo convencional, que era difícil de comprender hace una década, y que sigue siéndolo hoy en día.

Según explicó Roberto Morote durante la inauguración de la muestra, “cuando hicimos el viaje a Cuba en 2011 yo estudiaba 1º de Fotografía y me marché con una FM2 de Nikon y 5 ó 6 carretes de fotografía analógica”. Según el diseñador y dibujante, “Lo analógico te obliga a pensar más la foto, a encuadrar y pensar antes de disparar. Logras captar la esencia de la persona, el estereotipo, la naturalidad, la transparencia de los cubanos. Algunas fotos son robadas, otras tomadas con permiso, estableciendo una relación entre el fotógrafo y el fotografiado. La mayoría de la gente accedía a ser retratada, ¡no había Instagram entonces!”.

Las imágenes reflejan el mundo cubano más allá del arquetipo turístico, “que se encuentra tres calles más allá de la calle turística”, según Javier Alquézar. En ese sentido, y aunque los dos fotógrafos pasaron la Nochevieja en Cuba, en el catálogo de la exposición Roberto Morote asegura que en las imágenes “No hay gente bañándose en idílicas playas, ni el objetivo se centra en la hermosura de los coches o la riqueza de colores de los paisajes cubanos. No aparece gente bebiendo ron y bailando salsa. Los murales revolucionarios están al mismo nivel que el letrero de una panadería”.

En la mirada al alimón entre Alquézar y Morote, la Cuba es en blanco y negro, para ayudar a centrar el foco en lo esencial, y lo importante de esa Cuba es la vida cotidiana de socorristas, albañiles, limpiadores, tabaqueros, cafeteros, pintores, jóvenes y ancianos paseando, personas sentadas mirando la calle, músicos y gente esperando. Quién sabe qué.

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