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Turia entrevista a fondo a John Banville y Javier Sierra Turia entrevista a fondo a John Banville y Javier Sierra
El escritor irlandés John Banville

Turia entrevista a fondo a John Banville y Javier Sierra

La revista cultural también publica ensayos inéditos sobre dos grandes filósofos europeos: el francés Gilles Deleuze y el británico Mark Fisher
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Los lectores del nuevo número de la revista Turia, que se distribuye este mes de marzo, podrán disfrutar de dos entrevistas a fondo y en exclusiva con dos protagonistas de perfiles muy diferentes pero que comparten un evidente atractivo, por lo que dicen y por cómo lo dicen: John Banville y Javier Sierra. Sin duda, y si se tiene en cuenta la proyección y el reconocimiento que sus respectivas obras y trayectorias han obtenido a nivel internacional, resulta acertado afirmar que son dos nombres propios de indiscutible relevancia para los lectores de un amplio número de países e idiomas.

La Diputación Provincial de Teruel ha detallado en una nota de prensa que también es muy destacable el contenido que ofrece Turia a los lectores en la sección dedicada al ensayo. En esas páginas se nos habla, a través de artículos inéditos, acerca de las claves y la vigencia del pensamiento de dos autores esenciales en el panorama filosófico contemporáneo: el francés Gilles Deleuze, de quien se cumple este 2025 el centenario de su nacimiento, y el británico Mark Fisher, una figura de indudable magnetismo y clarividencia intelectual.

El escritor irlandés John Banville es una verdadera celebridad literaria tanto para la crítica como para los lectores. De él se ha dicho, entre otros elogios, que es el autor de lengua inglesa más inteligente del panorama actual. Turia conversó con Banville en Madrid, una ciudad en la que se encuentra uno de sus lugares favoritos y al que siempre acude cuando visita España: el Museo de Prado. Empezó como pintor y eso, de alguna manera, se percibe en su obra. No se limita a escribir las palabras, es como si las dibujase. El sentido expresivo de su prosa, a párrafos, podría considerarse una pinacoteca.

El periodista y poeta Fernando del Val compartió con Banville un provechoso diálogo que ahora transcribe para nuestra revista y en el que el autor de libros como El mar, que le sirvió para obtener el codiciado premio Booker en 2005, nos asegura que “la novela no tiene nada que ver con la vida. Se parece a la vida, sabe como la vida, se siente como la vida… pero no es la vida. La novela es un objeto que tiene una forma concreta y que existe, como una cosa más, en el mundo. A su lado, la vida resulta incoherente”. Banville, que cultiva también la novela negra bajo el seudónimo de Benjamin Black, acaba de ver traducido a nuestro idioma su último libro de este género: Los ahogados.

El autor turolense Javier Sierra es el otro protagonista de la sección que la publicación dedica a entrevistas en profundidad. Conocido por ser un escritor muy mediático, cuyos libros obtienen siempre grandes éxitos comerciales, el que fuera premio Planeta en 2017 no sólo es profeta en su tierra sino que se convirtió en el primer español en formar parte de la lista de libros más vendidos del célebre periódico The New York Times. Ahora, Sierra acaba de regresar a las librerías con una nueva obra que sus lectores seguro disfrutarán: El plan maestro, una novela que otorga al arte el papel de motor de la civilización.

Dialogar con Javier Sierra es preguntarse a quién se va a entrevistar: al escritor, al aventurero, al divulgador… Él asegura que le gustan todas esas facetas: “la del aventurero, desde luego, está porque me sigue gustando viajar y conocer lugares nuevos, sobre todo desde que me he focalizado en cuestiones de tipo arqueológico. La del comunicador es que es innata en mí. Desde que era muy pequeño me ha gustado compartir lo que aprendo con los demás. Y la de escritor es la más delicada de todas porque es la que requiere mayor concentración y en el mundo en el que me manejo, que es de mucho viaje, de mucha última hora, la concentración es algo que tengo que conquistar. Yo no puedo escribir en Madrid ciudad, donde hay tantos estímulos y tanto ruido. Tengo que luchar por ella”.

La nueva entrega de la revista ofrece, por tanto, dos extensas y enriquecedoras conversaciones que permiten no sólo conocer mejor a John Banville y Javier Sierra, sino también descubrir muchos y curiosos aspectos de interés acerca de sus respectivas obras e itinerarios vitales. Por ejemplo, Banville asegura que “Uno de mis modelos es Kafka. Él tiene el siguiente aforismo: ‘Artista es aquel que no tiene nada que decir’. Yo no tengo nada que decir. Muestro pruebas, evidencias… y digo: ‘Esto es un hombre y su existencia fugaz’. Es toda la información que debo dar al respecto”.

Por su parte Javier Sierra, en su entrevista para Turia con la también periodista y escritora Angélica Tanarro, confiesa que “la literatura me permite encontrar respuestas y compartirlas”. También reconoce que desde niño tuvo curiosidad ante los grandes enigmas como, por ejemplo, saber si estamos solos en el universo. Una época de la que recuerda su fascinación por Carl Sagan, por su serie Cosmos y sus libros. Le “alimentaron la imaginación”, nos dirá.

John Banville: "El arte no va a cambiar el mundo"

Nacido en Wexford, Irlanda, en 1945, John Banville es una auténtica celebridad de las letras en lengua inglesa. Posee una amplia obra novelística por la que, además de haber obtenido el premio Booker, ha sido galardonado también con otros relevantes premios internacionales. Por ejempo, Banville obtuvo el premio Kafka, considerado la antesala habitual del premio Nobel. Sin embargo, aunque desde muy joven tuvo claro que quería ser escritor, no fue a la universidad y, tras sus años de formación escolar, prefirió recorrer el mundo gracias a su trabajo en la compañía aérea Aer Lingus. Entre 1968 y 1969 vivió en los Estados Unidos y a su regreso a Irlanda trabajó en el diario Irish Press, hasta su desaparición en 1995. Entonces fue nombrado subdirector del Irish Times, donde desempeñó también el cargo de editor literario hasta 1999. Desde 1990 colabora asiduamente con The New York Times Review of Books.

En 2014, obtuvo el premio Príncipe de Asturias por “su inteligente, honda y original creación novelesca”.  Y es que para Banville, como declara en Turia, “la esencia de un escritor está en el estilo”. También se muestra convencido de que “el arte no va a cambiar el mundo. Existe esa ilusión de que el arte es bueno para las personas, de que las hace mejores. No. Nada de eso es cierto. Y además… ni siquiera habría que intentarlo”.

Cuando se le pregunta si ahora es más difícil que la buena novela sobreviva a los vaivenes del mercado, Banville reconoce que “siempre queda un grupo de mil lectores, o de algunos miles, serios, que no solemnes, a los que les gusta pasarlo bien con los libros. La solemnidad es la muerte del arte, pero la seriedad es necesaria y todo lector la puede alcanzar”.

En cualquier caso, John Banville sí cree firmemente que “el arte proporciona una sensación más intensa de la vida, o algo así. Eso sí lo creo. Que no te va a hacer actuar de una forma diferente, o sea, ni mejor ni peor. Y que los hijos no te van a salir más guapos. Y que tampoco vas a ayudar a traer la paz al mundo. El arte no está ahí para eso. El efecto que tiene el arte es intensificar la sensación de estar vivo”.

Igualmente, en la entrevista que le realiza Fernando del Val para Turia, Banville reflexiona sobre la culpa como tema literario y reconoce que “eso es prácticamente lo único por lo que agradezco la fe católica. Me sobrecargó de sentimiento de culpa. Ser culpable te lleva a ser hiperconsciente del mundo y de ti mismo. Te acerca a los ojos el peso de tu propia responsabilidad”. Por último, preguntado qué es lo más importante para un creador, si la familia o el arte, el escritor irlandés se muestra concluyente: “para el hombre, para el ciudadano John Banville, que vive en el mundo, que se gana la vida, que mantiene su familia y vota en las elecciones… la vida es importante.

Para la persona que se sienta y escribe, la familia, los seres queridos, no son más que material”. Y es que, en otro momento de la conversación, ya había sentenciado: “Para nosotros [los escritores] todo es material. Recursos. Picasso hacía llorar a sus mujeres sencillamente para pintarlas. ¿Somos maestros o animales? Nos comemos a nuestros hijos a cambio de una buena frase. Algo de monstruo tenemos”.

Javier Sierra: "Al final descubres que el éxito tiene que ver con ser auténtico contigo mismo"

Javier Sierra (Teruel, 1971) protagoniza en Turia una larga, sincera y valiosa conversación que permite conocer con detalle su trayectoria y opiniones. Un diálogo enriquecedor e ilustrativo que nos muestra cómo, en ocasiones como la suya, una vocación temprana llega a feliz término superando las expectativas iniciales. Porque, además de escritor y periodista focalizado en temas como el misterio, la vida extraterrestre y otros enigmas de nuestra civilización, Sierra es viajero, conferenciante, aventurero, divulgador en medios de comunicación, editor, organizador de eventos relacionados con sus actividades e incansable curioso. Un sinfín de actividades que acaban confluyendo en sus libros cuando encuentra el reposo necesario para escribirlos. Por ahora, el listado abarca once novelas, cuatro ensayos, un libro de relatos y numerosas colaboraciones en obras colectivas. Ha sido traducido a más de cuarenta países y las ediciones de sus títulos superan los dos centenares.

 

El escritor turolense Javier Sierra


Ante este perfil tan abrumador y polifacético, la periodista Angélica Tanarro le pregunta en la nueva entrega de la revista Turia si es la literatura lo que hace que encajen todas las piezas de sus diversos intereses. Y la respuesta de Javier Sierra es concluyente: “Lo que me da la literatura es organizar todas esas piezas que conozco y reúno con alegría en mis otras facetas y me permite jugar con ellas y darles un sentido. El mundo en el que me he manejado siempre, que es el mundo de las preguntas, tiene una contrapartida tenebrosa y es que rara vez encuentras respuestas a esas grandes preguntas y como yo soy inconformista por naturaleza vi que la literatura me permitía encontrar esas respuestas y compartirlas”.

Si hay una obra clave en la trayectoria de Javier Sierra es La última cena, auténtico best seller mundial y que le permitió ingresar en la lista de títulos más vendidos de The New York Times. Es una novela que confirmaría la pasión de su autor por el arte y en la que toda la trama giraba en torno en torno a la realización del célebre cuadro La última cena de Leonardo da Vinci que se conserva en el convento dominico de Santa María delle Grazie en Milán. En ella se plantea un enigma relacionado con la posible pertenencia del artista a una secta religiosa perseguida por la oficialidad eclesiástica.

Lo ocurrido con aquella novela invita a afirmar a su autor que “el éxito es demandante. No sólo te da, sino que también te exige. Y luego está el pudor de pensar: bueno, después de este éxito qué voy a entregar a mis lectores. Y ahí pasé por muchos vaivenes, por un proceso de aprendizaje psicológico muy interesante porque al final descubres que el éxito tiene que ver con ser auténtico contigo mismo”.

En otros momentos de la conversación, Sierra reconoce que le gusta la originalidad y navegar contracorriente. También asegura que su secreto “está en el entusiasmo. En que lo que hago es algo que me apasiona de verdad” y no duda en advertirnos que “el miedo te bloquea la capacidad de reacción y la razón”.

Sobre el placer de la lectura, Javier Sierra, tiene la sensación de que nos hemos vuelto muy utilitaristas: “leemos porque queremos sacar algo de la lectura que trascienda el placer estético. No solo leemos para entretenernos, porque tenemos muchas cosas para entretenernos, sino que leemos para aprender algo o para comprender algo y esa aproximación utilitarista también me ha salpicado a mí. Es decir, leo muchas cosas que me interesan o que necesito comprender y quizá en estos últimos yo diría que quince años o veinte leo menos por puro placer”. Y, entre sus lecturas confesadas, encontramos desvelada una pasión y a su promotor: “a mí me ha enseñado a leer poesía Luis Alberto de Cuenca”.

Gilles Deleuze y Mark Fisher, dos filósofos esenciales para entender nuestra época

En el apartado que Turia dedica al ensayo, los protagonistas son dos nombres propios de indiscutible valia y proyección en el panorama filosófico internacional contemporáneo: el francés Gilles Deleuze y el británico Mark Fisher. Dedicamos un artículo a Deleuze por cuanto en 2025 se cumplirá el centenario del nacimiento de este autor francés, considerado uno de los más importantes e influyentes del siglo XX.

Desde 1953 hasta su muerte en 1995, escribió numerosas obras sobre la historia de la filosofía, la política, las matemáticas, la literatura, la música, el teatro, el cine y la pintura. Se le considera un empirista y un vitalista, y su obra, que se apoya en conceptos como la multiplicidad, el constructivismo, la diferencia y el deseo, se encuentra muy alejada de las principales tradiciones del pensamiento continental del pasado siglo. Es un lujo, por otra parte, que este artículo de aproximación y divulgación del pensamiento de Deleuze lo escriba José Luis Pardo, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense y uno de los grandes ensayistas españoles contemporáneos, además de reputado especialista en Deleuze, así como traductor de alguno de sus libros. Buena prueba de su prestigio es que Pardo ha sido galardonado con Premio Nacional de Ensayo y con el Premio Anagrama de Ensayo.

En su texto, titulado Deleuze después de Deleuze, Pardo traza una interesante interpretación de lo esencial del pensamiento de este filósofo francés y nos recuerda un episodio fundamental en su trayectoria: “escribió la partitura de la filosofía política de mayo del 68, es decir, la teoría capaz de explicar un estallido social aparentemente incomprensible en una democracia avanzada en donde se estaba implantando la sociedad de consumo de masas. El libro se tituló El Anti-Edipo, y convirtió a sus autores en figuras públicas de relieve internacional, más allá del ámbito académico”.

Sobre Mark Fisher (1968-2017), escribe en Turia a Germán Cano (profesor titular de Pensamiento Contemporáneo en la Universidad Complutense) y elabora un retrato muy completo de su personalidad y de su labor intelectual. Sin duda, y como bien se subraya en el texto, es una figura magnética y lúcida. El eje central de su pensamiento es que Fisher propone que dentro de un marco capitalista no hay espacio para concebir formas alternativas para las estructuras sociales, añadiendo que a las generaciones más jóvenes ni siquiera les preocupa reconocer tales alternativas.

Según Cano, “Magnética y lúcida, la figura de Mark Fisher forma parte de una extraña generación histórica que llegó con retraso a la fiesta contracultural de los sesenta, disfrutó de algunas contaminaciones culturales de clase en el modernismo popular del Estado del bienestar y terminó confrontando la hedonia depresiva de sus estudiantes bajo un tiempo marcado por la repetición, la ansiedad y el pastiche. Su obra refleja la peculiar mirada de un activista mediático que busca abrir portales de futuro en un tiempo cultural y políticamente bloqueado, así como cada vez más asediado, en sus crisis, por la nostalgia de espectros reaccionarios.  El pensamiento de Fisher puede contextualizarse en esta atmósfera de umbral donde los nuevos y prometedores desarrollos tecnológicos, básicamente la cibernética y su modelo informacional, comienzan a mostrar una profunda ambivalencia y tensión”.

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