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Turia edita este mes un número en homenaje a Almudena Grandes y José Saramago Turia edita este mes un número en homenaje a Almudena Grandes y José Saramago
Almudena Grandes es autora de ‘Las edades de Lulú’ o ‘Atlas de geografía humana’

Turia edita este mes un número en homenaje a Almudena Grandes y José Saramago

La escritora madrileña falleció hace ahora un año de cáncer y el portugués nació hace un siglo
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La revista cultural Turia publica en su nuevo número, que se distribuirá este mes de noviembre en España y otros países, un sumario en el que sobresalen dos amplios artículos inéditos protagonizados por dos grandes autores de la literatura contemporánea: Almudena Grandes y José Saramago. Sobre ambos escriben dos acreditados especialistas en sus respectivas obras: los profesores y críticos literarios José María Pozuelo Yvancos y Perfecto E. Cuadrado. También se ofrece un estudio elaborado por Andreu Navarra, que reivindica la obra de una de las nuevas voces más originales de las actuales letras españolas: la escritora y periodista Laura Fernández.

Editada por el Instituto de Estudios Turolenses (IET) de la Diputación de Teruel (DPT) y con el apoyo del Ayuntamiento de Teruel y el Gobierno de Aragón, el número 144 de Turia ha sido también posible gracias al apoyo de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura, que lo ha distribuido anticipadamente en la reciente Feria del Libro de Frankfurt como ejemplo de la vitalidad de las revistas culturales españolas. Ha sido un hito para una revista con casi 40 años de trayectoria considerada como una de las publicaciones periódicas culturales de referencia en español que suma a su versión papel una versión digital en web y Facebook.

Aniversario de Grandes

Cuando se cumple el primer aniversario de su muerte, la revista rinde homenaje a la escritora Almudena Grandes, uno de los nombres propios indiscutibles en cualquier balance de la literatura de las últimas décadas en español. Quien fuera una gran novelista de personajes y ambientes, entendió siempre la escritura como la herramienta más útil para trazar una indisimulada radiografía crítica de su tiempo. Por eso, en estos días que acaba de publicarse su novela póstuma Todo va a mejorar, una utopía pandémica que es su último alegato por la libertad y que fue terminada por su marido, el también escritor Luis García Montero, Turia analiza su brillante trayectoria literaria a través de uno de los mejores conocedores de su obra: José María Pozuelo Yvancos, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Murcia y prestigioso crítico literario. Bajo el título de La novelística de Almudena Grandes”, Pozuelo Yvancos explica en Turia la evolución de una autora que, gracias al éxito de ventas obtenido por su novela Las edades de Lulú, pudo desde 1989 dedicarse de lleno a la literatura y abandonar su trabajo como redactora de entradas de enciclopedias y atlas. Ella siempre tuvo claro que la literatura no tiene que ver con las respuestas, sino con las preguntas. Como dejó dicho en su día, “un buen escritor no es el que intenta iluminar a la humanidad, respondiendo a las grandes cuestiones universales que angustian a sus congéneres, sino el que se hace preguntas a sí mismo y las traslada en sus libros al lector, para compartir con él quizás no lo mejor, pero sí lo más esencial que posee. Desde este punto de vista, las certezas son mucho menos valiosas que las dudas, y las contradicciones representan más un estímulo que una dificultad” .

Según asegura Pozuelo Yvancos, dos serían las claves de la fértil y prolongada alianza de Almudena Grandes con sus lectores: ”un fondo de autenticidad en que la narradora se sitúa, con sus protagonistas, al nivel de ellos y el decidido empeño a que aquello que cuenta, el mundo de sus novelas fuera representativo de muchos, es decir de la sociedad de su tiempo, recuperando el denostado (entonces lo era) realismo narrativo heredero de maestros como Galdós”.

Imagen del premio Nobel José Saramago

Otro inolvidable aniversario del que se ocupa Turia es el centenario del nacimiento del escritor portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998 y uno de los autores más destacados de la literatura universal de la segunda mitad del siglo XX. Como muy bien subrayó la Academia sueca, en Saramago destaca siempre su capacidad para “volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”. Y quien se ocupa de la tarea de descubrirnos las claves de Saramago es uno de sus mejores amigos y estudiosos españoles: Perfecto E. Cuadrado, catedrático emérito de Filología Portuguesa de la Universidad de las Islas Baleares y uno de los investigadores de referencia mundial en esta materia.

En el artículo que escribe para el nuevo número de Turia celebra “su presencia viva entre nosotros a través de sus obras y de los recuerdos de quienes tuvimos el privilegio de conocerlo personalmente, porque, como dice el dicho portugués, vivir es ser recordado”.

Gran amigo de Saramago, el profesor Cuadrado confiesa que primero conoció la obra y luego al autor. Y que el libro de Saramago que le fascinó fue Memorial del convento, “una novela que consolidaba definitivamente una manera personal de formular y estructurar literariamente la mirada del autor sobre la realidad”. Y además n ejemplo claro de una gran literatura que llevaría con los años a Saramago a reunir los méritos creativos necesarios para obtener el galardón más universal, el Premio Nobel.

Argumenta Perfecto E. Cuadrado en Turia que los motivos por los que siempre se sintió tan próximo a Saramago fueron “unos mismos orígenes en un tiempo y un mundo paralelos y cercanos también, un espacio vital sin ventanas o casi (y una consiguiente necesidad de encontrar o inventar exteriores de luz, de abrir puertas al campo), una tendencia a viajar a esa infancia desde las fronteras del sueño, la memoria y la palabra que nos la fueron adornando a lo largo de la vida con los ropajes del paraíso perdido”.

“De ahí mi sorpresa y mi alegría cuando, desde la obra, tuve la enorme fortuna de poder aproximarme al hombre y compartir con él (casi siempre en compañía de Pilar del Río), algunos momentos –en Amherst, en Lisboa, en Toledo, en Menorca, en Mallorca- que me permitieron dibujarlo íntimamente con los rasgos que ahora mismo se me imponen sobre el fondo inmediato de su imponente presencia física: una curiosidad sin límites traducida en preguntas que generaban más preguntas, una vitalidad y un dinamismo orientados en todas direcciones y movidos por la fuerza de esa misma curiosidad insaciable, una generosidad sin ostentación, una sonrisa que mantenía a raya el afecto a fuerza de ironía y de humor y una preocupación constante por los problemas sociales, políticos y económicos de los más humillados y ofendidos”.

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