Tronchón exhibirá las ropas y utensilios de su antiguo hospital en un museo monográfico
El centro atendía a enfermos y pobres y el ajuar del Maestrazgo es el mejor conservado de AragónTronchón está ultimando los detalles para la apertura de un centro expositivo dedicado a los hospitales. Se trataba de unas instituciones fundamentales en durante los siglos XVII y hasta el XX que atendían no solo a los enfermos, sino también a los pobres, huérfanos y ancianos sin familia.
Estaban presentes en prácticamente todos los pueblos para atender a enfermos y necesitados y Tronchón quiere ponerlos en valor con el acondicionamiento del Museo del Hospitalico. El espacio será la planta baja de lo que fue el hospital y, para dotarlo de contenido, se utilizará el ajuar y la ropa de cama original de este espacio,que se utilizó en los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX y fue localizado ya en este siglo guardado en unos arcones. Se trata del único antiguo hospital de Aragón que ha conservado intacto su ajuar y se debió a que las tres arcas donde se almacenó permanecieron cerradas hasta el año 2018.
Al abrirlos se descubrió tanto vajilla de cerámica, cocida en los propios hornos del municipio, como camisones y ropa de cama. Estaban perfectamente plegadas y, posiblemente, fueron guardadas al cerrar la institución, en la década de los 20 del pasado siglo. Los baúles permanecieron en dependencias municipales cerrados con llave hasta que en el año 2018 la Asociación Cultural decidió abrirlos en un acto público para conocer su contenido.
Limpieza e inventario
Los técnicos que se ocuparon de su limpieza, inventario y restauración precisan que las piezas se encontraron en perfecto estado, “como si acabasen de hacer la colada y planchar la ropa”. Junto a esas tres arcas, que estaban llenas de prendas de vestir y de cama, aparecieron también numerosos elementos de higiene y cuidados sanitarios, como jofainas u orinales. Sin embargo, algunos de los elementos más vistosos son los platos y cuencos pertenecientes al menaje del propio hospital, realizado con cerámica blanca y decoraciones en azul en las que aparece la abreviatura de San Nicolás, que era el nombre del hospital.
En los próximos días se terminarán de colocar las instalaciones eléctricas con el fin de dejarlo completamente listo para su apertura al público a finales de octubre o principios de noviembre, coincidiendo con el puente de Todos Los Santos. En cuanto al presupuesto dedicado al acondicionamiento del espacio, el alcalde de Tronchón, Roberto Rabaza, matiza que procede de fondos municipales y no es muy elevado, puesto que los trabajos se han realizado con personal del Ayuntamiento y de la Comarca del Maestrazgo. Además, se han aprovechado las instalaciones que había en ese espacio, que en 2006 se habilitó como centro de interpretación pero nunca funcionó.
Se conservan a su vez un buen número de utensilios como catres para descansar, armarios e incluso una camilla que ha sido utilizada hasta décadas recientes para trasladar a personas enfermas o accidentadas desde lugares impracticables. En este sentido, el alcalde confirma que él recuerda que se usó para desplazar a una persona que se había roto una pierna en medio del monte.
Catalogación de piezas
La Comarca del Maestrazgo ha realizado el inventario y catalogación de las piezas, pero también de la investigación tanto en archivos locales como universitarios y en recuperar la memoria oral. Con todo ello se han elaborado los contenidos necesarios para el discurso expositivo.
El objetivo del Museo del Hospitalico es “conocer mejor nuestra historia y el valor de algunos edificios”, especificó la técnica de Patrimonio de la Comarca del Maestrazgo, Sonia Sánchez. Confirma que se trata de un “ajuar único en Aragón” y señala que aunque en sus investigaciones ha encontrado inventarios transcritos y piezas sueltas de otras instituciones de otros pueblos, “en ningún caso un conjunto tan completo como éste”.
Estos hospitales tienen sus orígenes en los pueblos pirenaicos en el siglo XII, pero se extendieron hasta el Maestrazgo. Están documentados los hospitales de Molinos, Castellote, las Cuevas de Cañart, Santolea, Bordón, Luco de Bordón, Villarluengo, Pitarque, Miravete de la Sierra, Mirambel, Villarroya de los Pinares, Fortanete, Cantavieja, La Iglesuela del Cid y Cañada de Benatanduz, cuya fachada fue restaurada por la Comarca del Maestrazgo hace tres años.
Atención a los desfavorecidos
“Era un servicio esencial promovido generalmente por los concejos para paliar situaciones de pobreza y desamparo de los mas desfavorecidos. Se procuraba ofrecer una asistencia física y espiritual, incluso ocupándose de lo necesario cuando alguien necesitado fallecía”, manifiesta Sonia Sánchez.
Estos servicios eran habituales a finales del siglo XVI, aunque según indican desde el área de Patrimonio del Maestrazgo, en esta comarca ya existía el de La Iglesuela del Cid en 1352 y, según la documentación, fue fundado por María Menso y Domingo Calatayud.
Documentación
Se desconoce cuándo abrió sus puertas el de Tronchón, pero ya estaba operativo en 1579. De hecho, en 1601 hay documentos que habla de su mal estado, al encontrarse derruido. No era el único que estaba en este estado, ya que en ese mismo documento también se habla de otros que necesitaban reparación, como los de Mas de las Matas, Las Parras de Castellote, Luco de Bordón, Santolea, Los Olmos, La Mata y Olocau del Rey, este último en la provincia de Castellón.
La precariedad de las instalaciones se debía a que su mantenimiento dependía de las limosnas de la gente y de algunas tierras de su propiedad por las que percibía rentos. De atender a los enfermos se ocupaban los médicos y boticarios de la propia localidad. Contaban con una Junta integrada por varios vecinos, entre ellos el cura, y que presidida por el denominado “padre de los pobres”, que cobraba los rentos y administraba el dinero para atender a los enfermos. Había a su vez un hospitalario que se hacía cargo de la comida, la limpieza y la vigilancia y que hacía las funciones a su vez de enterrador.
Si la principal labor de los hospitales era habitualmente la de atender a los pobres y necesitados, su papel era de vital importancia en momentos de pandemia. Tronchón contó con un lazareto fuera de las murallas para que los enfermos del brote de Cólera de 1855 pudieran hacer la cuarentena sin poner en riesgo al resto de los vecinos.
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