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Torre los Negros inaugura un apuesto  Pedro Selleras obra de José Antonio Córdoba Torre los Negros inaugura un apuesto  Pedro Selleras obra de José Antonio Córdoba
El artista del hierro José Antonio Córdoba Llamazares junto a su última creación, la escultura de fray Pedro Selleras de Torre los Negros

Torre los Negros inaugura un apuesto Pedro Selleras obra de José Antonio Córdoba

El artista ha realizado la escultura de casi dos metros en chapa de hierro y acero y soldadura
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Torre los Negros inaugura oficialmente este viernes la nueva escultura de fray Pedro Selleras, franciscano nacido en esa localidad en 1555 y fallecido en Visiedo en 1622, obra de José Antonio Córdoba Llamazares. El acto contará con la presencia de autoridades y del autor de la pieza que será instalada junto a la iglesia. Su principal característica es que en lugar de ser el habitual busto de bronce es una escultura de cuerpo completo realizada en chapa de hierro y acero, hueca y soldada, técnica en la que habitualmente trabaja el autor.

Para el artista ha supuesto un importante reto, ya que nunca había creado una figura hueca de gran tamaño, y la figura humana en su obra era hasta ahora muy simbólica, no más allá de ángeles o formas antropomorfas esquemáticas. Inspirándose en la forma de trabajar del rubielano José Gonzalvo, forjó una especie de esqueleto de hierro y a partir de ahí soldó pequeñas planchas de chapa como si de trozos de piel se tratara. “Ha sido un trabajo apasionante para mí, que en buena parte ha tenido que basarse en prueba-error”, reconoce Córdoba Llamazares, para quien la experimentación forma parte del proceso creativo habitual.

Los pies o las manos le requirieron trabajo extra, ya que en el segundo caso realizó primero las manos estiradas para después realizar cortes en las falanges que le permitieran cerrar los dedos hasta sujetar el callado milagroso con el que hacía brotar agua de las rocas.

La cabeza está lograda a partir de una bola redonda de unos 20 cm de diámetros, a la que se ha ido recortando y soldando piezas, “hasta salirme así de guapo”, bromea el artista. Según la iconografía tradicional o la propia talla del fraile de la iglesia parroquial de Torre los Negros, Pedro Selleras aparece como el clásico franciscano rechoncho y apacible. Sin embargo en diferentes fuentes se habla de él como “un apuesto mancebo” que incluso enamora a una doncella poco antes de ordenarse sacerdote. “Y así lo he reflejado yo”, explica el artista, “como un buen mozo de 1,96 m que además era poeta y culto. Predicó por los pueblos de Aragón, que recorrió a pie, así que seguro que era un tipo fuerte y grande”.
 

La escultura, preparada para ser colocada en su ubicación definitiva

Otros elementos destacados de la obra son los pelos del fraile. Aunque no recuerda su número exacto, habrá como unos 200, según Córdoba, creados uno a uno con fragua, martillados para sacarles la punta y luego soldados uno por uno, en un trabajo digno de mejor cirujano capilar turco.

El cordón del hábito del Padre Selleras está creado con técnica de forja, calentando y doblando un perfil cuadrado de hierro. También destaca la roca que ha colocado Córdoba Llamazares delante de Selleras de la cual está brotando agua. Ese es el superpoder que se le atribuyó al franciscano, cuyo proceso de canonización fue iniciado aunque se quedó en su segundo estadio, el de venerable. En la localidad hay una fuente que abrió a bastonazo limpio, y cuenta la tradición que hay que lavarse las manos con el agua de sus cuatro caños.

La roca también está hueca, con una piel de chapa de 1.1 mm formada soldando perfiles contiguos. Y el chorro de agua está creado con vástagos de acero inoxidable curvados en su punta para representar la espuma o la ondulación natural del agua al manar a borbotones, y cuyo color brillante, barnizado al calor para proporcionarle durabilidad, contrasta con el resto de la pieza.

La resistencia ante las inclemencias del tiempo ha sido uno de los principales quebraderos de cabeza para el forjador. En un principio el acabado de la pieza estaba planeado como acero corten oxidado, pero el uso de ácido clorhídrico para acelerar el proceso comprometía la resistencia futura de la soldadura. Así que después de diferentes pruebas, Córdoba Llamazares decidió aplicar un tratamiento antióxido y una pintura de poliuretano muy resistente, de un color que asemeja al propio acero corten, y que no requiere otro mantenimiento que una mano de pintura cada cinco o seis años.

El venerable Pedro Selleras nació el 7 de noviembre de 1555 en Torre los Negros. Según el relato tradicional, sirvió como ayudante de Francisco Climente, pronotario de Felipe II en Aragón, hasta que decidió entrar en los Franciscanos. Fue predicador apostólico por Visiedo, Camañas, Argente, Lidón, Muniesa, Lécera, Belchite, Daroca, Híjar y Zaragoza, y se le atribuyeron los milagros de hacer brotar agua golpeando con su cayado en el suelo. Murió el 20 de febrero de 1622 en Visiedo, donde fue enterrado. Sin embargo, según ese relato tradicional, se generó polémica por conservar sus restos entre ese pueblo, Híjar, a cuya comunidad pertenecía, y Torre los Negros, su hogar natal. El obispo resolvió exhumarlo 38 días después de su entierro, comprobando que su cuerpo estaba incorrupto, “fresco y flexible como si siguiera vivo”. Según la tradición, al bueno de Pedro Selleras se le cortó el brazo derecho que fue a parar a la iglesia de Visiedo, con cuya sangre se empaparon abundantes relicarios. También se le cortó el pie izquierdo, que se llevó a Torre los Negros, mientras que el resto del cuerpo se conservó en Híjar donde, por si fuera poco, ardió en 1936 como consecuencia del estallido de la Guerra Civil Española.

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