La escritoria Soledad Puértolas en la presentación de Turia
Soledad Puértolas, escritora y académica: “Después de tantos años, la revista Turia sigue consiguiendo sorprender al lector”
La aragonesa presentó el nuevo número de la revista literaria en el salón de la DGA de TeruelLa revista Turia analiza la Transición en la provincia de Teruel desde 1979 hasta 1983
Turia presenta su homenaje a José Verón Gormaz en Calatayud el próximo 21 de noviembre
Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) es una de las grandes referencias de la literatura española contemporánea, además de una de las firmas habituales más fieles al llamado de Turia. Una de las firmas, precisamente, que han hecho de Turia una revista del prestigio cultural del que goza en la actualidad.
Este jueves volvió a Teruel a propósito de la revista literaria turolense, ya que fue la encargada de presentar el número 152 de la publicación literaria que dirige Raúl Carlos Maícas, en un acto que se desarrolló en la sede del Gobierno de Aragón en la capital mudéjar y que también contó con la presencia del periodista cultural Fernando del Val.
Licenciada en Periodismo, Soledad Puértolas vivió en Noruega y Estados Unidos y los reconocimientos literarios comenzaron a llegar a partir de 1971, una vez regresó a España. Es académica de la RAE desde 2010, ganó el Premio Planeta en 1986 con Queda la noche y el Premio Anagrama en 1993 con La vida oculta, un ensayo sobre el oficio de escritor. Sobre escritores habla también su última obra, La novela olvidada en la casa del ingeniero (Anagrama, 2024), en la que imbrica una historia personal real, el hallazgo de un antiguo manuscrito, con una ficción sobre Mauricio, un escritor de libros juveniles que probablemente sea el protagonista de su próxima novela.
-Teniendo en cuenta el número de ocasiones que ha colaborado en Turia, y que ha presentado ya varios números, podría considerarse parte de la plantilla fija de la revista...
-Yo me considero parte, desde luego. Y lo llevo con muchísimo orgullo.
-Como lectora de la revista, ¿cree que Turia ha seguido una trayectoria apropiada a lo largo de estos años?
-Estoy convencida, y la prueba es el prestigio que tiene, y el hecho de que cada número de Turia sea sorprendente. Lo es que cada cuatro meses publique tanto material, tan copioso y de tal calidad. Reseña autores desconocidos que merece la pena conocer, u otros que no son tan desconocidos pero que muchos descubrimos gracias a la revista. Turia es muy grande pero también muy variada, y proporciona un panorama rico y extenso. Que en España se haga una revista como esta es señal de que hay mucha literatura, de que tiene muchos matices y de que todavía hay mucho por saber y por leer.
-En España, y además desde una ciudad pequeña como Teruel.
-Es que a Turia le aporta mucho que se publique desde Teruel. Eso de que Teruel está aislado del resto del mundo, que en parte es un mito, juega claramente a su favor. Gracias a eso Turia está fuera de capilla, está al margen de los centros de producción cultural y de la contaminación que pueden generar las batallas internas en ese ámbito. Que Turia se publique en una ciudad que está lejos de todo eso le ha dado una mirada mucho más libre y deslocalizada.
-En el número 152, que presentó ayer en Teruel, el autor destacado en el dossier monográfico es el bilbilitano José Verón Gormaz. Es un escritor muy reconocido en Aragón pero que Turia quiere reivindicar fuera de nuestras fronteras...
-Estoy muy de acuerdo, porque incluso para mí, que conocía a Verón, este número de Turia me lo ha redescubierto. No sabía que había tanto material y tan bueno de él, y en ese sentido me da mucha alegría que se haya profundizado en su obra. En eso hay que reconocerle a Turia que es muy cuidadosa, sabe buscar bien, indagar bien en lo que de veras merece la pena leer.
-Este año ha publicado ‘La novela olvidada en la casa del ingeniero’ con Anagrama, que es un juego de metaliteratura... Hábleme de ese libro.
-Pues no era mi vocación hacer metaliteratura, no era mi intención ni fue premeditado, pero así ha ocurrido, porque pensé que tenía que contar a través de una ficción lo que había ocurrido. Como narra esta novela, efectivamente apareció un disco magnético dentro de una caja del desván de mi casa en Pozuelo, junto con un viejo ordenador. Mi marido, que es ingeniero, lo arregló para los nietos y en ese disquette apareció una novela que yo escribí hace 30 años. La imprimió en una de esas viejas impresoras de papel continuo, que también arregló, y aunque no me apetecía nada, la terminé leyendo. Me resistí, pero me dio una gran sorpresa, porque me gustó, le vi algo... Así que aparqué una novela que estaba escribiendo, sobre un escritor de libros juveniles, y le di a su protagonista el manuscrito que había aparecido, para ver qué opinaba, para que la hiciera suya y la terminara si le parecía bien. Y resultó que le gustó mucho. Todo ese proceso es el que narra la novela que acabo de publicar.
-¿Y por qué no publicó hace 30 años aquella novela?
-Porque le faltaba algo, no la veía, no me acabó de convencer... Hay fragmentos de ella que aparecen literalmente en el libro, pero Mauricio -el protagonista de La novela olvidada en la casa del ingeniero- la ha redondeado, ha puesto de su parte y la ha mejorado. Hace treinta años yo no pude, pero este personaje ahora sí ha podido.
-Usted que ha hecho de todo, ¿se divierte más escribiendo novela que ensayo?
-Sin duda, a mí personalmente lo que me gusta es la ficción. De vez en cuando te apetece hacer un ensayo sobre cosas a las que le das vueltas, pero lo mío es la novela. Como más a gusto estoy es inventando cosas.
-¿La novela es para inventar y el ensayo para contar cosas serias y trascendentes?
-Puede parecerlo, pero nada más lejos de la realidad. Para mí la poesía es el género insustituible, aunque la poesía buena es muy escasa. Pero al margen de eso, no hay nada más completo que la novela, porque puede tener ficción, puede tener ensayo y hasta puede tener poesía. La novela puede serlo todo.
-Anagrama es prácticamente su casa editorial. ¿Qué opina en ese sentido del fenómeno de la autopublicación? Permite que grandes escritores desconocidos tengan la oportunidad de darse a conocer, o por el contrario, provoca que una inundación de libros haga más difícil separar el grano de la paja?
-No sé qué opinar. Vivimos en un mundo tan caótico desde el punto de vista de la comunicación que lo de la autopublicación me parece ya lo de menos. Efectivamente creo que se publica demasiado, sobre todo porque la gente no lee tanto. YâÂÂÂÂÂÂyo a veces me quedo realmente asombrada de que se publiquen algunas cosas. Creo que la crisis también ha llegado al mundo editorial, igual que a la televisión, y todo se cuelga, todo se hace público sin que exista ningún criterio. Yo veo el momento tan espantoso en ese sentido que desanima a cualquiera, y agradezco que yo ya esté de salida. Al menos he podido disfrutar de una época en la que se hacían publicaciones dignas y de calidad.
-¿Cómo escritora es usted metódica, en el sentido de cerrar un proyecto antes de emprender otro? ¿O suele llevar varios frentes a la vez?
-Depende. En algunos momentos de mi vida he sido más de hacer una cosa u otra. Me adapto a las circunstancias y nunca he sido de tener un método. Soy una escritora lenta, eso sí, siempre lo he sido. Y en los últimos años me lo permito más, quizá antes me sentía mal si pasaba un día en el que no había escrito nada, pero ya no. Afortunadamente, el sentimiento de culpa es una de las cosas que se curan con los años.
-En 2016, durante una entrevista, usted me dijo que ‘la inteligencia es equitativa entre hombre y mujeres;âÂÂÂÂÂÂescasa, sí, pero equitativa’. Ocho años después ya no solo tenemos inteligencia -aunque escasa- hombres y mujeres, sino también las máquinas. ¿Tenemos que temerle a la inteligencia artificial?
-No sé si hay que temerle, pero desde luego que tenemos que estar en guardia, vigilantes. Es un fenómeno que hoy en día desconocemos por completo a dónde nos puede llevar, y la historia nos dice que cualquier invento revolucionario, y la IAâÂÂÂÂÂÂlo es, nos puede traer cosas buenas y cosas muy malas. Esto es una bomba, y por lo menos atentos sí que tenemos que estar.
-¿Llegará el día que una IA escriba una buena novela? ¿Una que merezca la pena leer?
-No lo sé. Personalmente yo lo veo imposible, pero tengo amigos que opinan lo contrario. En cualquier caso no me apetece mucho verlo, creo que ese panorama no es demasiado bueno...
-¿Usted cree? Quizá algún día las IA escriban novelas, dirijan películas, cocinen y vayan al trabajo por nosotros, y solo tengamos que sentarnos a observar el mundo...
-¡Menudo aburrimiento! (Risas). Eso nos convertiría en otro tipo de seres humanos que yo no quiero ser. Prefiero la actividad, por eso escribir me gusta más que leer.
Este jueves volvió a Teruel a propósito de la revista literaria turolense, ya que fue la encargada de presentar el número 152 de la publicación literaria que dirige Raúl Carlos Maícas, en un acto que se desarrolló en la sede del Gobierno de Aragón en la capital mudéjar y que también contó con la presencia del periodista cultural Fernando del Val.
Licenciada en Periodismo, Soledad Puértolas vivió en Noruega y Estados Unidos y los reconocimientos literarios comenzaron a llegar a partir de 1971, una vez regresó a España. Es académica de la RAE desde 2010, ganó el Premio Planeta en 1986 con Queda la noche y el Premio Anagrama en 1993 con La vida oculta, un ensayo sobre el oficio de escritor. Sobre escritores habla también su última obra, La novela olvidada en la casa del ingeniero (Anagrama, 2024), en la que imbrica una historia personal real, el hallazgo de un antiguo manuscrito, con una ficción sobre Mauricio, un escritor de libros juveniles que probablemente sea el protagonista de su próxima novela.
-Teniendo en cuenta el número de ocasiones que ha colaborado en Turia, y que ha presentado ya varios números, podría considerarse parte de la plantilla fija de la revista...
-Yo me considero parte, desde luego. Y lo llevo con muchísimo orgullo.
-Como lectora de la revista, ¿cree que Turia ha seguido una trayectoria apropiada a lo largo de estos años?
-Estoy convencida, y la prueba es el prestigio que tiene, y el hecho de que cada número de Turia sea sorprendente. Lo es que cada cuatro meses publique tanto material, tan copioso y de tal calidad. Reseña autores desconocidos que merece la pena conocer, u otros que no son tan desconocidos pero que muchos descubrimos gracias a la revista. Turia es muy grande pero también muy variada, y proporciona un panorama rico y extenso. Que en España se haga una revista como esta es señal de que hay mucha literatura, de que tiene muchos matices y de que todavía hay mucho por saber y por leer.
-En España, y además desde una ciudad pequeña como Teruel.
-Es que a Turia le aporta mucho que se publique desde Teruel. Eso de que Teruel está aislado del resto del mundo, que en parte es un mito, juega claramente a su favor. Gracias a eso Turia está fuera de capilla, está al margen de los centros de producción cultural y de la contaminación que pueden generar las batallas internas en ese ámbito. Que Turia se publique en una ciudad que está lejos de todo eso le ha dado una mirada mucho más libre y deslocalizada.
-En el número 152, que presentó ayer en Teruel, el autor destacado en el dossier monográfico es el bilbilitano José Verón Gormaz. Es un escritor muy reconocido en Aragón pero que Turia quiere reivindicar fuera de nuestras fronteras...
-Estoy muy de acuerdo, porque incluso para mí, que conocía a Verón, este número de Turia me lo ha redescubierto. No sabía que había tanto material y tan bueno de él, y en ese sentido me da mucha alegría que se haya profundizado en su obra. En eso hay que reconocerle a Turia que es muy cuidadosa, sabe buscar bien, indagar bien en lo que de veras merece la pena leer.
-Este año ha publicado ‘La novela olvidada en la casa del ingeniero’ con Anagrama, que es un juego de metaliteratura... Hábleme de ese libro.
-Pues no era mi vocación hacer metaliteratura, no era mi intención ni fue premeditado, pero así ha ocurrido, porque pensé que tenía que contar a través de una ficción lo que había ocurrido. Como narra esta novela, efectivamente apareció un disco magnético dentro de una caja del desván de mi casa en Pozuelo, junto con un viejo ordenador. Mi marido, que es ingeniero, lo arregló para los nietos y en ese disquette apareció una novela que yo escribí hace 30 años. La imprimió en una de esas viejas impresoras de papel continuo, que también arregló, y aunque no me apetecía nada, la terminé leyendo. Me resistí, pero me dio una gran sorpresa, porque me gustó, le vi algo... Así que aparqué una novela que estaba escribiendo, sobre un escritor de libros juveniles, y le di a su protagonista el manuscrito que había aparecido, para ver qué opinaba, para que la hiciera suya y la terminara si le parecía bien. Y resultó que le gustó mucho. Todo ese proceso es el que narra la novela que acabo de publicar.
-¿Y por qué no publicó hace 30 años aquella novela?
-Porque le faltaba algo, no la veía, no me acabó de convencer... Hay fragmentos de ella que aparecen literalmente en el libro, pero Mauricio -el protagonista de La novela olvidada en la casa del ingeniero- la ha redondeado, ha puesto de su parte y la ha mejorado. Hace treinta años yo no pude, pero este personaje ahora sí ha podido.
-Usted que ha hecho de todo, ¿se divierte más escribiendo novela que ensayo?
-Sin duda, a mí personalmente lo que me gusta es la ficción. De vez en cuando te apetece hacer un ensayo sobre cosas a las que le das vueltas, pero lo mío es la novela. Como más a gusto estoy es inventando cosas.
-¿La novela es para inventar y el ensayo para contar cosas serias y trascendentes?
-Puede parecerlo, pero nada más lejos de la realidad. Para mí la poesía es el género insustituible, aunque la poesía buena es muy escasa. Pero al margen de eso, no hay nada más completo que la novela, porque puede tener ficción, puede tener ensayo y hasta puede tener poesía. La novela puede serlo todo.
-Anagrama es prácticamente su casa editorial. ¿Qué opina en ese sentido del fenómeno de la autopublicación? Permite que grandes escritores desconocidos tengan la oportunidad de darse a conocer, o por el contrario, provoca que una inundación de libros haga más difícil separar el grano de la paja?
-No sé qué opinar. Vivimos en un mundo tan caótico desde el punto de vista de la comunicación que lo de la autopublicación me parece ya lo de menos. Efectivamente creo que se publica demasiado, sobre todo porque la gente no lee tanto. YâÂÂÂÂÂÂyo a veces me quedo realmente asombrada de que se publiquen algunas cosas. Creo que la crisis también ha llegado al mundo editorial, igual que a la televisión, y todo se cuelga, todo se hace público sin que exista ningún criterio. Yo veo el momento tan espantoso en ese sentido que desanima a cualquiera, y agradezco que yo ya esté de salida. Al menos he podido disfrutar de una época en la que se hacían publicaciones dignas y de calidad.
-¿Cómo escritora es usted metódica, en el sentido de cerrar un proyecto antes de emprender otro? ¿O suele llevar varios frentes a la vez?
-Depende. En algunos momentos de mi vida he sido más de hacer una cosa u otra. Me adapto a las circunstancias y nunca he sido de tener un método. Soy una escritora lenta, eso sí, siempre lo he sido. Y en los últimos años me lo permito más, quizá antes me sentía mal si pasaba un día en el que no había escrito nada, pero ya no. Afortunadamente, el sentimiento de culpa es una de las cosas que se curan con los años.
-En 2016, durante una entrevista, usted me dijo que ‘la inteligencia es equitativa entre hombre y mujeres;âÂÂÂÂÂÂescasa, sí, pero equitativa’. Ocho años después ya no solo tenemos inteligencia -aunque escasa- hombres y mujeres, sino también las máquinas. ¿Tenemos que temerle a la inteligencia artificial?
-No sé si hay que temerle, pero desde luego que tenemos que estar en guardia, vigilantes. Es un fenómeno que hoy en día desconocemos por completo a dónde nos puede llevar, y la historia nos dice que cualquier invento revolucionario, y la IAâÂÂÂÂÂÂlo es, nos puede traer cosas buenas y cosas muy malas. Esto es una bomba, y por lo menos atentos sí que tenemos que estar.
-¿Llegará el día que una IA escriba una buena novela? ¿Una que merezca la pena leer?
-No lo sé. Personalmente yo lo veo imposible, pero tengo amigos que opinan lo contrario. En cualquier caso no me apetece mucho verlo, creo que ese panorama no es demasiado bueno...
-¿Usted cree? Quizá algún día las IA escriban novelas, dirijan películas, cocinen y vayan al trabajo por nosotros, y solo tengamos que sentarnos a observar el mundo...
-¡Menudo aburrimiento! (Risas). Eso nos convertiría en otro tipo de seres humanos que yo no quiero ser. Prefiero la actividad, por eso escribir me gusta más que leer.
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